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¿Qué hemos hecho mal? La depresión pospandemia en jóvenes
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¿Qué hemos hecho mal? La depresión pospandemia en jóvenes

Este trastorno de salud mental se ha disparado tras la llegada del coronavirus, alcanzando casi el 20% de la población. Y los adolescentes están entre los más afectados, en parte porque no están educados en la resiliencia

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Ni más ni menos que se ha pasado del 7% al 20%. Nadie, o casi nadie, ha dudado del impacto que ha tenido y tiene la pandemia en la salud mental. Y estas son las tremendas cifras que reflejan el gran aumento de casos de depresión que el ‘huracán’ covid-19 ha dejado tras su paso. Y así es como lo han puesto de manifiesto los expertos reunidos en Sitges en el XIX Seminario Lundbeck 'Covid-19 & Depresión, la tormenta perfecta'.

Foto: Foto: Unsplash/@a_d_s_w.

A la ciencia se han remitido. Uno de los más recientes, el publicado en 'The Lancet', cifra este incremento en el 28% durante el año 2020 en todo el mundo. La crisis del coronavirus, además, ha provocado 53 millones de trastornos depresivos más de los esperables, 35 de ellos en mujeres, quienes, junto a los jóvenes, representan los grupos de población más afectados según esta investigación.

Los de menos edad

Precisamente, los expertos han comentado que los de menos edad, junto con los más mayores, han sido los más vulnerables a los efectos traumáticos de la pandemia. Pero existe un motivo. Para el doctor Lorenzo Armenteros del Olmo, médico de familia en el Centro de Salud Islas Canarias, así como perteneciente al Grupo de Trabajo de Salud Mental SEMG, “vivimos en una sociedad en la que los padres no pueden estar presentes por el estilo de vida que llevamos, lo que les hace depositar la educación de nuestros hijos en terceros". E insiste: “Los jóvenes de hoy lo quieren todo al momento. No les hemos enseñado ni paciencia ni resistencia. Ni resilencia". El experto aclara que hay que saber decir 'no', educar. "Pero les damos todo, porque no estamos en casa y nos sentimos culpables. A los hijos les educan otros y se les consiente todo. No les hacemos un favor.

Y agrega: "La juventud es un colectivo vulnerable, está en plena búsqueda de identidad, necesitan pautas saludables (además de que escaseaba el papel higiénico durante el confinamiento, también las cervezas) y su entorno social es necesario. Debemos recordar que el 50% de los problemas de salud mental, según la OMS, comienza antes de los 14 años y el 75%, antes de los 18".

"La última Encuesta de Salud de 2017 establecía que los trastornos depresivos afectaban a casi el 7% de la población, ahora estamos cerca del 20%. Además, son prevalentes en los pacientes con covid persistente, estando entre el tercer y cuarto grupo sintomático de este colectivo”, recuerda.

Para la doctora Rosa Molina, psiquiatra en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid y presidenta de la Sección de Neurociencia Clínica de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, “este incremento de cuadros depresivos es bastante palpable en muchas de las consultas de salud mental, aunque el aumento es más en lo que conocemos como trastornos adaptativos o depresiones reactivas”, y pone el acento en “otro dato llamativo y, a la vez, escalofriante, como es el aumento de los intentos de suicidio entre los más jóvenes”.

¿Seguirá aumentando la depresión en los próximos años?

Sin embargo, será necesario todavía esperar un tiempo para ver cómo evolucionan las tasas de depresión en el futuro próximo. En este sentido, el doctor Eduard Vieta, jefe de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona, catedrático de Psiquiatría en la Universidad de Barcelona, jefe del Grupo de Investigación del IDIBAPS y director científico de CIBERSAM, cree que “las cifras volverán a una cierta normalidad a lo largo del año que viene, pero no hay que olvidar que esa 'supuesta' normalidad consiste en que los trastornos mentales tienden a aumentar de forma lenta, pero progresiva, algo que ya sucedía antes de la pandemia, y que tiene que ver con nuestra resiliencia y las expectativas derivadas del estado de bienestar”.

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Imagen del seminario.

Por su parte, el Dr. Armenteros considera que “estas cifras se irán estabilizando, pero va a ser un proceso lento, costoso y que nos va a exigir mucho esfuerzo. Además, tenemos un problema añadido: una atención primaria y hospitalaria cansada y debilitada para afrontar un reto como este”. El debate en torno a la salud mental, presente a nivel político y social, ha influido, según la Dra. Molina, “en que la gente está más concienciada y dispuesta a pedir ayuda. De hecho, tengo la impresión de que empiezan a llegar casos más leves que antes no siempre llegaban a las consultas de salud mental”. Todo sin olivdar una de las poblaciónes

El jefe de Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona puntualiza también que “no es lo mismo tener síntomas depresivos que tener una depresión, y lo mismo se aplica a la ansiedad. Muchas personas han percibido malestar emocional, nerviosismo y dificultades para conciliar el sueño durante el confinamiento y más allá, pero solo una proporción mucho más pequeña de ellos ha desarrollado un trastorno depresivo o ansioso que ha precisado tratamiento. Sin embargo, el hecho de que tanta gente haya mostrado sufrimiento emocional ha sido y es un caldo de cultivo para que aumenten estos trastornos, justo en un momento en que el sistema de salud está todavía tensionado por la atención a la pandemia. Eso nos va a obligar a fortalecer el sistema de salud con más profesionales de la psiquiatría, psicología clínica, enfermería de salud mental y trabajo social”.

En supervivientes

Para este especialista es importante señalar que los supervivientes de covid "presentan una alta prevalencia de secuelas psiquiátricas emergentes. De 402 personas que habían estado ingresadas por, el 55% presentaba una puntuación patológica para al menos un trastorno, mientras que el 31% padecía depresión un mes después del tratamiento hospitalario pesar de los niveles significativamente más bajos de marcadores inflamatorios iniciales, las mujeres sufrieron más ansiedad y depresión".

Desafortunadamente, "los pacientes con un diagnóstico psiquiátrico previo mostraron mayores puntuaciones en la mayoría de las medidas psicopatológicas, con una inflamación inicial similar Los datos preliminares sugieren que los pacientes con el virus pueden experimentar delirio, depresión, ansiedad e insomnio. Los coronavirus podrían inducir secuelas psicopatológicas a través de la infección viral directa del sistema nervioso central o indirectamente a través de una respuesta inmune. • Por tanto, las consecuencias psiquiátricas de la infección pueden ser causadas tanto por la respuesta inmune al virus en sí, como por factores de estrés psicológico como el aislamiento social, el impacto psicológico de una nueva enfermedad grave y potencialmente mortal, la preocupación por infectar a otros y el estigma", insiste.

Como se ha mencionado anteriormente, "los pacientes más jóvenes mostraron niveles más altos de depresión y alteraciones del sueño, de acuerdo con estudios previos que describen un peor impacto psicológico de la pandemia en ellos", agrega. Todo sin olvidar que una de cada cinco personas que han pasado la COVID-19 se ha enfrentado por primera vez a un diagnóstico de ansiedad, depresión o insomnio, y tiene además el doble de probabilidad de tenerlos que personas con otras patologías.

Prioridades en salud mental

El Dr. Vieta señala la necesidad de “formar profesionales, recuperar a los que se fueron, reforzar la conexión entre salud comunitaria y atención primaria, desestigmatizar los trastornos mentales eliminando barreras a su integración social, invertir en prevención, investigación e innovación, incluyendo tecnologías digitales y nuevos fármacos, facilitando su incorporación al sistema nacional de salud y, por último, comprender que no hay salud sin salud mental”.

Opina similar el Dr. Armenteros, que resalta “la importancia de la prevención y del diagnóstico precoz. En que la investigación no puede parar y que hacen falta tratamientos que cubran un amplio abanico de síntomas con menos efectos secundarios. La adaptación de la tecnología para ser más eficientes y efectivos, y la información veraz de todo lo relacionado con enfermedades como la depresión y su principal complicación, el suicidio”.

En este sentido, recuerdan ambos especialistas que la pandemia ha sacado a la luz la importancia de la Telemedicina, aunque "no siempre funciona. Es mejor llevarla a cabo con pacientes conocidos. En estos casos la terapia de grupo es complicada, pero sí disponemos de apps para hacer monitorización y prescripción remotas. El problema es que la exploración psicopatológica es mucho más complicada.

El papel de las redes sociales

Las redes sociales han sido demonizadas por su potencial adictivo y la extensión de fenómenos como las autolesiones digitales o el uso de hashtags que ocultan información nociva sobre patologías mentales. Sin embargo, tal y como explica la doctora Rosa Molina, “también están mostrando un enorme potencial para combatir y compensar estos efectos. Ejemplo de ello son las campañas de muchos influencers en redes sociales que han hablado de su asistencia al psicólogo y psiquiatra de una manera abierta y desestigmatizando”.

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En este sentido, “también muchos profesionales nos hemos animado a hacer divulgación por este nuevo canal que, sin duda, nos permite llegar a mucha más gente, de una manera más amplificada y, además, a los más jóvenes, con un formato más visual, divertido y amigable.

“Las redes nos brindan una oportunidad óptima para el contacto directo con el otro, el intercambio, lo visual, lo auditivo. Tenemos que tratar de que la información fiable y el conocimiento llegue allí donde están nuestros pacientes. Toca adaptarse a los nuevos modos de comunicación en la manera de lo posible”, concluye la Dra. Molina.

El testimonio

La escritora Almudena Sánchez, que también ha participado en el encuentro, ha ofrecido su testimonio, reconoce que es "importante pedir ayuda lo antes posible. Pasé una crisis personal y estuve tres días en el sofa con las persianas bajadas. Finalmente, un psicólogo me derivó al psiquiatra. Estuve llorando una hora y me dijo que tenía una depresión de caballo. Es fundamental normalizar la depresión. “Hay muchos bulos sobre la depresión. No es una enfermedad que no se cure y tampoco es un cuento o una tontería. Hace falta más empatía y comprender que la salud mental importa".

El profesional sanitario

El Dr. Vieta no quiso olvidar mencionar la afectación del personal sanitario. "Un estudio de la Revista de Psiquiatría y Salud Mental con 421 profesionales a los que se les un cuestionario a través del correo electrónico,para evaluar las variables de ansiedad, estrés y depresión, y para medir las dificultades con el sueño. Además, se recogieron otras variables descriptivas de la muestra que podrían estar relacionadas con estos niveles de sintomatología psicológica. Los resultados muestran que la pandemia ha generado entre el personal sanitario síntomas de estrés, ansiedad, depresión e insomnio, con mayores niveles entre las mujeres y profesionales de más edad. Variables como haber estado en contacto con el virus o el miedo en el trabajo desencadenaron una mayor sintomatología".

En esta situación crítica, "el colectivo de profesionales se sitúa en primera línea, por lo que está expuesto directamente determinados riesgos y estresores. Esto contribuye a que desarrollen sintomatología psicológica diversa. Consecuentemente, se recomienda ofrecerles ayuda psicológica para reducir el impacto emocional del COVID-19 y asegurar así no solo su salud mental, sino también el adecuado cuidado que dispensan", concluye el trabajo.

Ni más ni menos que se ha pasado del 7% al 20%. Nadie, o casi nadie, ha dudado del impacto que ha tenido y tiene la pandemia en la salud mental. Y estas son las tremendas cifras que reflejan el gran aumento de casos de depresión que el ‘huracán’ covid-19 ha dejado tras su paso. Y así es como lo han puesto de manifiesto los expertos reunidos en Sitges en el XIX Seminario Lundbeck 'Covid-19 & Depresión, la tormenta perfecta'.

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