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Los videojuegos bajo el eterno debate: ¿perjudiciales o beneficiosos?
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Los videojuegos bajo el eterno debate: ¿perjudiciales o beneficiosos?

Según datos de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), el sector facturó un 18% más en 2020 respecto al año anterior. Pero ¿cómo nos afectan?

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Un niño, antes de empezar a hablar o incluso a gatear y andar, tiende a buscar objetos con los que jugar, ya que es su manera de interactuar con el mundo. Seamos niños o adultos, debido a la condición social que caracteriza al ser humano, todos necesitamos jugar, ya que ayuda a desarrollar conductas sociales desde edades muy tempranas.

Con el desarrollo tecnológico de los últimos 20 años, podemos observar como el juego ha ido evolucionando de unas generaciones a otras. Antes de tener acceso total a teléfonos móviles, ordenadores y consolas, la principal fuente de diversión se encontraba en actividades más físicas como el deporte. En cambio, ahora son más los niños que se relacionan con otros de manera virtual. Según datos de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), el sector facturó un 18% más en 2020 respecto al año anterior.

La industria de las consolas ha crecido enormemente esta última década. A pesar de que es una actividad que tradicionalmente se asociaba a niños y adolescentes, cada vez son más los adultos que las usan para cubrir su tiempo libre.

Los videojuegos pueden proporcionar a los jóvenes una ruta hacia la lectura

Álvaro Fernández Cencerrado, psicólogo sanitario especializado en videojuegos, explica que “la única población que está vacunada contra la estimulación de videojuegos son los consumidores de cocaína u otros estimulantes del sistema dopaminérgico”. Y añade: “Para el resto de la población, estos van a generar una reacción dopaminérgica, como un subidón”.

¿Qué nos aportan?

Fernández sostiene que los videojuegos nos aportan diversión, satisfacción vital, autoestima y autoeficiencia. De hecho, el profesional apunta que la actividad, en comparación con otras formas de ocio, brinda numerosos beneficios cognitivos:

  • Mejora en el control de la atención.
  • Mayor flexibilidad cognitiva.
  • Mejor procesamiento multisensorial-temporal.
  • Aumento de la memoria visual.
  • Mejor coordinación ojo-mano.
  • Desarrollo de la capacidad para proyectar la rotación de objetos tridimensionales.

Un estudio realizado por National Literacy Trust de Londres, una organización que promueve la alfabetización, señala que “los videojuegos pueden proporcionar a los jóvenes una ruta hacia la lectura y mejora la confianza en las habilidades lectoras”, ya que casi el 80% de los jugadores jóvenes leen materiales relacionados con ellos una vez al mes. Además, la investigación también refleja que pueden potenciar la empatía, ya que dos de cada tres jóvenes encuestados admite imaginarse ser otra persona.

Algunos videojuegos utilizan algunos mecanismos que son más adictivos que otros

Además, el psicólogo asegura que también reporta beneficios notorios en otro tipo de poblaciones como la tercera edad o incluso en personas con alzhéimer, párkinson, diversidad funcional o depresión mayor.

¿Cuándo se vuelven perjudiciales?

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Fernández admite que “a pesar de que los videojuegos mejoran la capacidad multitarea, esto puede provocar que empeore la capacidad de focalización en una sola tarea”. Además, el sanitario puntualiza que estos beneficios solo podrán apreciarse en un uso de “juego saludable”, ya que abusar de ellos o utilizarlos de forma “arcaica y desordenada” provocará que tengamos un cerebro más cansado.

En este sentido, los videojuegos se vuelven perjudiciales cuando empezamos a sustituir otras tareas obligatorias para seguir jugando. El especialista destaca que por sí mismos no son malos, “ya que están bajo una intención educativa”, sí puede serlo el uso que les damos a los mismos. Sin embargo, Fernández reconoce que “algunos de ellos tienen más mecanismos adictivos que otros”.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que se vuelven perjudiciales cuando la persona pierde el control sobre el tiempo que le dedica y hace que se vuelva una prioridad, en vez de una alternativa de entretenimiento, lo que podría significar que el jugador podría estar sufriendo trastorno del juego, afección incluida en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).

La OMS aclara que, a pesar de que este tipo de trastorno “solo afecta a un pequeño porcentaje de personas”, es importante medir el tiempo que reservamos a esta actividad, sobre todo en el momento en el que se excluyen otras o aparecen cambios en la salud física o psicológica y en el comportamiento social, ya que son factores que pueden atribuirse a un mal uso del juego.

Un niño, antes de empezar a hablar o incluso a gatear y andar, tiende a buscar objetos con los que jugar, ya que es su manera de interactuar con el mundo. Seamos niños o adultos, debido a la condición social que caracteriza al ser humano, todos necesitamos jugar, ya que ayuda a desarrollar conductas sociales desde edades muy tempranas.

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