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¿En qué se diferencian la gastritis y la gastroenteritis?
  1. Bienestar
DOS AFECCIONES MUY SIMILARES

¿En qué se diferencian la gastritis y la gastroenteritis?

Son muchas las enfermedades que ponen en jaque la salud de nuestro estómago, uno de los órganos vinculados a la alimentación y objeto de muchas afecciones

Foto: Foto: iStock.
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Para muchas personas, estas dos afecciones son prácticamente lo mismo, pues ambas comparten un buen número de síntomas. Sin embargo, en realidad, cada una atañe a una parte concreta del organismo y presenta causas muy distintas. Una confusión más que justificada debido al gran número de enfermedades que afectan a esta zona del cuerpo humano, donde residen órganos tan delicados y vinculados estrechamente a la alimentación como el estómago, el esófago o los intestinos, los cuales también están involucrados en los dos trastornos que protagonizan este artículo: la gastritis y la gastroenteritis. ¿En qué consiste cada una?

¿Qué es la gastritis?

En términos generales, la gastritis es la inflamación de la mucosa gástrica, que es el revestimiento interno que protege el estómago de la erosión de los ácidos gástricos. Entre las causas que puede haber detrás de dicha afección encontramos la ingesta excesiva de alcohol y alimentos picantes o muy condimentados, el tabaco, el consumo prolongado de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, infecciones por bacterias como la Salmonella, el H. pylori o el E. coli, lesiones traumáticas, quemaduras u otras enfermedades como la anemia o el reflujo biliar crónico.

Entre los síntomas más destacados, suelen ser muy habituales la fiebre, el dolor abdominal, las náuseas, los vómitos, el ardor de estómago, la aparición de heces con sangre, una sensación de empacho constante y, por supuesto, la inflamación de la mucosa estomacal. Ante una sintomatología tan genérica, ¿cómo es posible diagnosticar la gastritis de manera eficaz? Normalmente, se suele recurrir a una endoscopia digestiva alta, para ver el estado del revestimiento interno del estómago, y una prueba de H. pylori, con el objetivo de confirmar o no la presencia de dicha bacteria.

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Y es que esta es la causa más común; de hecho, según datos de la Organización Mundial de Gastroenterología, suele afectar a más del 50% de la población mundial en alguna ocasión. La bacteria H. pylori puede transmitirse por contacto directo con la persona infectada y a través de secreciones o utensilios que también están infectados.

Afortunadamente, el tratamiento dedicado a la gastritis apenas supone riesgo alguno y su sintomatología suele aminorar con el paso de los días. En primer lugar, debemos neutralizar el origen de la inflamación, ya sea mediante el consumo de antibióticos -que deben ser siempre recetados por un profesional de la salud- o una bomba de protones, dedicada a reducir la secreción de ácido en el estómago. La elección de una opción u otra dependerá únicamente de las causas que han provocado la enfermedad. Los antiácidos o los bloqueadores de histamina 2 también pueden entrar en la ecuación.

Asimismo, la prevención puede evitar su aparición de manera considerable. ¿Cómo? Limitando la ingesta de alcohol y cafeína, que irritan el revestimiento del estómago, y los alimentos procesados e intentando rebajar el estrés emocional, por ejemplo.

La gastroenteritis, una afección muy distinta

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Aunque puedan parecer la misma enfermedad, lo cierto es que la gastroenteritis consiste en la inflamación de la mucosa del tracto intestinal, el cual está compuesto por el estómago y el intestino delgado, ampliando así su influencia a un mayor número de órganos. El principal germen de la gastroenteritis es la presencia de un virus o bacteria en el organismo como, por ejemplo, el Shigella, el Rota o la Salmonella, que también forma parte de las causas de la gastritis. A diferencia de esta afección, la gastroenteritis se puede transmitir por vía fecal-oral. Por lo tanto, una buena higiene o saneamiento es clave para prevenir la infección.

La gastritis afecta a la mucosa gástrica, mientras que la gastroenteritis influye en la mucosa del tracto intestinal

Los síntomas más recurrentes suelen ser la diarrea acuosa y los vómitos pero, al igual que la gastritis, también pueden aparecer náuseas, fiebre y malestar en el abdomen. Rigidez en las articulaciones, pérdida de apetito o dolor muscular son otros signos propios de la enfermedad. En este caso, el diagnóstico puede necesitar un cultivo de heces y su correspondiente estudio.

En cuanto al tratamiento, en algunos casos, basta con una terapia de rehidratación y el consumo de antibióticos, ya que el objetivo prioritario del mismo es prevenir la deshidratación y reducir el impacto de los síntomas en el organismo. El consumo de probióticos también puede reducir la diarrea. Entre los alimentos que forman parte de este grupo encontramos el kéfir, el yogur, el miso, el té kombucha, las microalgas, el chocolate negro o el kimchi.

No obstante, siempre debe ser un médico quien aconseje e informe al paciente sobre las pautas a seguir. Además, tal y como hemos mencionado anteriormente, los métodos más efectivos de prevención son lavarse las manos después de ir al baño, sonarse la nariz o tocar animales, y siempre antes de comer.

Para muchas personas, estas dos afecciones son prácticamente lo mismo, pues ambas comparten un buen número de síntomas. Sin embargo, en realidad, cada una atañe a una parte concreta del organismo y presenta causas muy distintas. Una confusión más que justificada debido al gran número de enfermedades que afectan a esta zona del cuerpo humano, donde residen órganos tan delicados y vinculados estrechamente a la alimentación como el estómago, el esófago o los intestinos, los cuales también están involucrados en los dos trastornos que protagonizan este artículo: la gastritis y la gastroenteritis. ¿En qué consiste cada una?

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