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¿Servirán las restricciones de Semana Santa para frenar la cuarta ola de coronavirus?
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¿Servirán las restricciones de Semana Santa para frenar la cuarta ola de coronavirus?

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Foto: ¿Servirán las restricciones de Semana Santa para frenar la cuarta ola? (Foto: Rocío Márquez)
¿Servirán las restricciones de Semana Santa para frenar la cuarta ola? (Foto: Rocío Márquez)
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Un año después seguimos semiconfinados. Podemos salir de casa, pero no podemos salir de nuestras ciudades o provincias. Y lo que es peor, nos invade la sensación de que todos los esfuerzos por contener el virus son insuficientes. Sacrificamos 2020. "Moral de victoria", alentó el Gobierno. Vivimos peligrosamente agosto como si fuera un espejismo. Y la pandemia se descontroló en septiembre. Nos conjuramos para "salvar la Navidad". Pero aquella falsa libertad de compras y comidas familiares volvió a propagar el virus hasta formar una tercera réplica. Ahora llega la Semana Santa y España, otra vez, se la juega.

Bajo la amenaza de una cuarta ola, la preocupación se expande entre los expertos y las autoridades porque los días festivos son sinónimo de contacto social y movilidad. Para tratar de controlar el aumento de los contagios, las comunidades autónomas permanecerán cerradas perimetralmente desde el pasado viernes 26 de marzo hasta el próximo viernes 9 de abril. Además, el ministerio ha recomendado clausurar el interior de bares y restaurantes cuando la zona esté en niveles de alerta alta o muy alta, es decir, con una incidencia superior a los 150 casos por cada 100.000 habitantes, y teniendo presente otros indicadores como la presión hospitalaria. Madrid está en los 255 casos. Semáforo rojo. Navarra es aún peor: 265 casos y eso que llevan cerrados al exterior casi cinco meses.

La curva crece. "Estamos en una fase de ascenso de coronavirus", advirtió ayer Fernando Simón. "Disciplina", pidió. Hay repunte de contagios con variante británica incluida, aún más veloz. Otra vez el mensaje a la población es que debe extremar precauciones, nada de celebraciones. "Salvar la Navidad no fue la decisión más adecuada", reconocía este lunes la ministra de Sanidad, Carolina Darias. Por lo menos no trasladaba la responsabilidad a los ciudadanos.

Las autoridades saben que la capacidad de resistencia de la población está al límite. Que no entiende, para empezar, la arbitrariedad de las medidas impuestas por cada poder local. Bares, no; aquí, sí. Máximo seis, mejor hasta las 22 horas. 5.000 almas de concierto. Pero si estáis de más en el piso te derribamos la puerta...

Desde este hartazgo se entiende peor el desastre de la gestión europea en la vacunación. Se supone que este trimestre debía ser clave para lograr la inmunidad, pero el ritmo deja mucho que desear. Se han administrado 7,5 millones de dosis de vacunas, aunque solo 2,6 millones han completado la pauta (el 5,3%). Así que, mientras la inyección no llega, las restricciones siguen siendo la única fórmula para protegernos.

Foto: Mensajes escritos en una mascarilla colgada en la reja de la basílica de la Macarena. (EFE)

No por mucho repetir las cifras dejan de ser terroríficas. Oficialmente, España supera los 75.000 muertos y más de 3,2 millones de contagios. Hay unos 7.800 pacientes ingresados por el bicho. Y casi 1.900 en las UCI. La guerra se sigue librando en el frente hospitalario.

Por si fuera poco, en estos días de precampaña electoral se ha hecho viral la acusación a los extranjeros que vienen, con permiso del país de acogida, a disfrutar del régimen de semilibertades que ofrece España, y en concreto Madrid. ¿Por qué pueden ellos venir a mi ciudad y yo no puedo ir al pueblo a ver al abuelo? Esto se pregunta cualquiera que oiga hablar francés en su calle estos días.

¿Servirán las restricciones de Semana Santa para frenar la cuarta ola? ¿Y el verano? Esto nos lo preguntamos todos.

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Un año después seguimos semiconfinados. Podemos salir de casa, pero no podemos salir de nuestras ciudades o provincias. Y lo que es peor, nos invade la sensación de que todos los esfuerzos por contener el virus son insuficientes. Sacrificamos 2020. "Moral de victoria", alentó el Gobierno. Vivimos peligrosamente agosto como si fuera un espejismo. Y la pandemia se descontroló en septiembre. Nos conjuramos para "salvar la Navidad". Pero aquella falsa libertad de compras y comidas familiares volvió a propagar el virus hasta formar una tercera réplica. Ahora llega la Semana Santa y España, otra vez, se la juega.

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