Impuestos ¿para qué?, por J. Gibert Arce

Estimado Director,

Aprovecho que en estas fechas muchos españoles estamos obligados a presentar las declaraciones de impuestos para reflexionar sobre el destino de los mismos y apelar al sentido común (el menos común de los sentidos).

Al contrario de los países anglosajones que pagan 'taxes' (tasas), nosotros también pagamos impuestos, palabra derivada de 'imposición' y nada más acertado que esta expresión cuando el destino es "lo que le venga en gana al gobierno de turno".

Algunos de los destinos de nuestros impuestos son cuestionables, pero incluso cuando nos parecen poco ortodoxos aceptamos que son las reglas del juego para que, a cambio, otros paguen por lo que nosotros sí valoramos. En eso está la grandeza la Democracia. Gobierne quien gobierne, deberá hacer frente a pagos de cosas legalmente aprobadas, que beneficiarán a mucha gente, de izquierdas y de derechas, ricos y pobres, españoles y extranjeros...

Pero ¿qué pasa cuando un gobierno se dedica a fomentar la corrupción, a luchar contra el estado al que oficialmente representa, a delinquir, y lo hace con nuestro dinero? ¿Cómo podemos evitarlo si, además, ese gobierno sólo existe porque, al no haber una ley electoral propia, una minoría logra siempre controlarlo a costa de la mayoría?

Recordemos que la primera gran revolución moderna, la de los Estados Unidos, se hizo al grito de 'No taxation without representation!'. ¿No sospecha que en este barco que es la Constitución del 78 podemos tener una vía de agua que nadie parece dispuesto a cerrar?

Jordi Gibert Arce