El caso Sancho tiene una víctima | Parte desde el Territorio Amón

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Ha empezado el juicio de Daniel Sancho en Tailandia. Y se han desplazado las grandes cadenas a las puertas del tribunal -no se permite el acceso- porque el caso reúne el morbo y el sensacionalismo que identifican el propio glamour del asesino, aunque parece ser que las audiencias no están suscribiendo tanto esfuerzo mediático-presupuestario.

Esperaban las teles mayor consternación y adhesiones, amparándose acaso en la truculencia aristocrática. No es lo mismo un reo guapo que uno feo, quiero decir. Ni un tipo de buena familia que un paria, de tal manera que el caso responde a unas atenciones informativas justificadas en el dramatismo.

Porque la Fiscalía pide la pena muerte. Y porque no va a resultarle sencillo a Sancho ni a sus abogados convencer a los jueces de la defensa propia.