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El Gallinero | El odio a Djokovic, la coleta de Iglesias y el enfado independentista
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BRONCAS, ENFADOS Y CRÍTICAS

El Gallinero | El odio a Djokovic, la coleta de Iglesias y el enfado independentista

Durante la primera mitad del año, muchos temas han hecho arder las redes sociales, destacando tres de ellos de los que hemos dado debida cuenta en El Confidencial

Foto: Imagen: Irene de Pablo.
Imagen: Irene de Pablo.
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Las redes sociales se han convertido en un gallinero. Lo que estaba pensado inicialmente como un lugar común en el que compartir, crear y mejorar, cada vez más —salvo honrosas excepciones— ha pasado a ser un lugar donde el insulto, la falta de respeto y la salida de tono se han convertido en lo terriblemente habitual. En realidad, no es más que el reflejo de nuestra sociedad, amparada muchas veces en el anonimato. Pero El Gallinero es algo más: en esta sección, rescatamos lo más destacado, reseñable o interesante que encontramos en estas mismas redes. ¿Tres ejemplos de lo mejor en esta primera mitad de año? Novak Djokovic, Pablo Iglesias y el independentismo catalán como piedras de toque.

Por qué a España no le gusta 'Nole'

Hay reglas inmutables del tenis que conviene recordar de tanto en cuando: Wimbledon es la catedral, no puedes insultar y amenazar a un árbitro durante un partido (salvo que te llames John McEnroe) y Novak Djokovic cae mal.

Sí, sí, seguro que tiene algunos fans dispersos por ahí, de Barbate a Vilagarcía de Arousa, pero decir que Djokovic cae mal y Roger Federer cae bien roza el consenso constitucional.

Pues bien: el odio a Djokovic vivió en los JJOO una semana de sorna histórica con su aparatoso descalabro en Tokio 2020. Estamos ante la clásica escalada de elementos funestos que culmina en clímax orgiástico

Djokovic parece haber olvidado su achicharre mental, en un momento en que quizá cree que empatía es una marca de zumos isotónicos

Tras la retirada de Simone Biles por malestar mental, Djokovic hizo unas declaraciones sobre lo palote que le ponía a él la presión, que si bien no se referían directamente a Biles, fueron interpretadas como la típica sacada de chorra de Novak.

Al pueblo soberano le sonaron mal sus palabras, quizá porque recuerde que Novak pasó hace no mucho su momento Biles de achicharre mental, durante el cual su entorno filosofó hasta el infinito sobre gurús, respeto a las necesidades psicológicas, amor y armonía con el cosmos, fase de la que Novak parece haberse olvidado ahora, cuando quizá piense que EMPATÍA es una marca de zumos isotónicos.

El caso es que Djokovic, autoproclamado 'sheriff' de la presión mental, perdió los papeles durante su partido de bronce contra Pablo Carreño. Lanzó raquetas a la grada, metió estremecedores alaridos de ira, se disolvió como un azucarillo... Tras perder el partido, Novak renunció a disputar el bronce de dobles mixtos, dejando a su compañera colgada de una brocha.

En resumen: España se volvió loca, se unió en la guasa como no lo hacía desde el núcleo irradiador de Errejón, y el tsunami de 'memes' sobre Djokovic desquiciado no tuvo fin. Había mucha cuenta pendiente. El muchacho cae mal. ¡Qué le vamos a hacer!

La coleta de Pablo Iglesias

Cada vez que oigo la frase "la I Guerra Mundial empezó por culpa del asesinato del archiduque Fernando de Austria", pienso: "Coño, tampoco era para ponerse así". No digo que haya que ir liquidando archiduques impunemente, pero la guerra fue sin duda mucho peor...

Pues bien: la I Guerra Civil entre Periodistas Españoles empezó tras publicar 'La Vanguardia' que Pablo Iglesias se había cortado la coleta, el Watergate capilar, adelantado por Pedro Vallín con su habitual verbo interestelar: "Los aprendices de 'jedi' en 'Star Wars', conocidos con el apelativo de 'padawan', llevan una coleta que no pueden cortarse hasta que completan su formación y acceden al escalafón de caballeros 'jedi'. En este caso, se trata de un gesto simbólico que subraya su decisión de dar por finalizada su etapa en la vida pública y en la primera línea de la política española".

No les revelo a ustedes ningún secreto, o quizá sí, si les digo que el corte de pelo más importante desde que Patrick Swayze se hizo un 'mullet' en el 83 ha sido lo más leído en todas partes, pero como los periodistas nunca estamos contentos, la cosa acabó en reyerta entre plumillas.

Aquí, un ajuste de cuentas pendiente:

Aquí, algo parecido, pero entre periodistas que cubren política:

Aquí, el autor de la fotografía de Iglesias intercambiando pareceres con la bancada popular:

Aquí, acusando a Vallín e Iglesias de tener montado un gigantesco chiringuito propagandístico:

Y aquí, una discusión profesional que tiene su aquel:

¿Quieren saber mi opinión sobre esto último? ¿No? Pues se la voy a dar igual. La discusión sobre lo que es o no noticia está superada desde que O. J. Simpson la lio parda en 1994 y el 'New York Times' tuvo que echarse al barro porque sus lectores querían leer precisamente eso.

Pero volvamos a la jarana entre plumillas. ¿Estos duelos de folclóricas son por el corte de pelo de Pablemos? Probablemente no. ¿Luchas de poder, envidias y resentimiento acumulado? Probablemente sí. ¿Se llama periodismo porque egolandia ya estaba cogido? No es descartable. Si Pluto es un perro, entonces... ¿qué es Goofy? (Perdón, esto era para otro artículo, que me he liado).

La nueva 'performance' semiótica de Pablo Iglesias, en definitiva, ha servido para que unos cuantos periodistas se maten entre ellos. Quizá no sea un comportamiento ejemplar, pero es entretenido, porque aunque Twitter siempre está hecho unos zorros, uno siempre puede caer más bajo.

Moraleja: todo lo que toca Pablo Iglesias se convierte en golpe de efecto. Parece mentira que Vasile no le haya ofrecido ya un programa ('caro' Paolo: ponte las pilas).

La pelea 'indepe' en las redes

Lo más bonito de Twitter son esas conversaciones que empiezan con lisonjas, se ponen tensas y acaban en reyerta. Del buen rollo a la amenaza turbia en seis tuits. Maravilloso.

Elisenda Paluzie, presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), y Pilar Carracelas, periodista afín al procesismo, protagonizaron hace días un hito absurdo en Twitter. Un 'sketch' involuntario digno de esa mítica comedia británica sobre acentos y teléfonos escacharrados llamada 'Allo, allo'.

Carracelas escribió un tuit mosqueada porque la habían atendido en castellano al llamar a la ANC y puso a Paluzie en copia, en plan, saca el látigo, Pilar, que se te va el chiringuito de las manos. Paluzie le respondió que lo iba a investigar.

Hasta aquí todo bien (todo bien, claro, menos para el telefonista de la ANC que estaba a punto de ser abroncado). Pero lo que parecía que iba a acabar en simple purga de subordinado, dio un volantazo inesperado...

Tras unas gestiones internas, Paluzie aseguró que no iba a volver a repetirse, pero en un desliz freudiano, se le escapó una recomendación lingüística a Carracelas: "Aprovecho para recomendarte que personalices tu buzón de voz, porque ahora lo tienes en castellano". Y Carracelas implosionó y se montó la de dios... Atentos al 'crescendo':

Carracelas: "No sabía ni que tenía buzón de voz... No reveles públicamente detalles sobre un teléfono personal, no sea que te denuncie en protección de datos".

Paluzie: "Ningún problema a que me denuncies en la Justicia española por decir que tienes el contestador en castellano. Venga, que nos vamos a reír".

Carracelas: "Nunca te he dado mi teléfono. Lo has sacado de la base de datos de la ANC. No te metas más en la mierda. Me estás tocando los cojones".

Moraleja: antiguamente, uno perdía el control cuando le acusaban de asesinato, pero en estos tiempos líquidos y posmodernos, basta con que te acusen de tener el contestador en castellano para que estalle la Tercera Guerra Mundial. O la increíble fragilidad de la existencia.

Las redes sociales se han convertido en un gallinero. Lo que estaba pensado inicialmente como un lugar común en el que compartir, crear y mejorar, cada vez más —salvo honrosas excepciones— ha pasado a ser un lugar donde el insulto, la falta de respeto y la salida de tono se han convertido en lo terriblemente habitual. En realidad, no es más que el reflejo de nuestra sociedad, amparada muchas veces en el anonimato. Pero El Gallinero es algo más: en esta sección, rescatamos lo más destacado, reseñable o interesante que encontramos en estas mismas redes. ¿Tres ejemplos de lo mejor en esta primera mitad de año? Novak Djokovic, Pablo Iglesias y el independentismo catalán como piedras de toque.

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