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Viajes imposibles | Un picnic en la boca de un trol: la mayor ida de olla del Renacimiento
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DE VISITA EN EL PARQUE DE BOMARZO

Viajes imposibles | Un picnic en la boca de un trol: la mayor ida de olla del Renacimiento

"Vosotros que por el mundo vais errantes deseando ver grandes y estupendas maravillas, venid aquí donde hay rostros horrendos, elefantes, osos, orcos y dragones"

Foto: Imagen: Pablo López Learte.
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No recuerdo quién decía que a la provincia de Viterbo (Italia) le ocurre lo mismo que a las amigas de Gina Lollobrigida: por muchos encantos que desplegasen, siempre acababan eclipsadas. Si hubiese posibilidad de traslado, Viterbo podría convertirse en el paraje más bello y visitado de toda Noruega. Pero como limita por el sur con la provincia de Roma, solo acuden a visitarlo los romanos.

Lollobrigida nació precisamente en Viterbo, en un pueblo a orillas del río Aniene que se llama Subiaco. Un lugar precioso y prácticamente desconocido porque, como decimos, por la zona hay infinidad de cosas que ver y muy pocos turistas. Casi todo lo destacable tiene relación con los etruscos o con los restos de volcanes extinguidos. A veces con ambas cosas, como sucede con los lagos de Bolsena o de Vico.

Pero hay una excusa imbatible para visitar Viterbo y es el "Sagrado bosque alquímico" de Bomarzo, como se describe en un escrito de principios de siglo XX. El nombre definitivo se lo dio Michelangelo Antonioni con un documental que rodó en 1950, 'La villa dei mostri', devenido después en 'Parque de los monstruos'. Mucho más vulgar que lo de la alquimia, pero con más tirón para los niños.

Foto: versus-indultos-cataluna-independencia-pedro-sanchez-criticas

Lo mandó construir Pier Francesco Orsini a partir de 1550 y es una ida de olla importante. La leyenda dice que perdió el interés por la vida política y social de la nobleza romana cuando murió su esposa, una noble de la familia Farnese. Abatido, se recluyó a rumiar la pérdida, a estudiar ciencias ocultas y a disertar sobre la fragilidad de la carne y la vida, aficiones que fue plasmando en el parque escultórico más divertido de Europa.

"Vosotros que por el mundo vais errantes deseando ver grandes y estupendas maravillas, venid aquí donde hay rostros horrendos, elefantes, osos, orcos y dragones", dice el mensaje de bienvenida. No defrauda. El bosque entero, un paseo que puede alargarse varias horas, está lleno de estatuas labradas con símbolos ocultos, acertijos y juegos visuales, de monstruos y pasajes de la mitología clásica muy bien escogidos.

Por entendernos: en lugar de poner una estatua de Apolo y Dafne de las de toda la vida, el Duque de Orsini exigía a sus artistas cosas como recrear el momento en el que los genitales de Urano caían al mar y engendraban a Venus. O como meter una mesa y dos sillas dentro de la boca de un trol redondo de varios metros. Cuando Salvador Dalí visitó el lugar, se volvió loco de entusiasmo.

El paso del tiempo ha mejorado el lugar, dejándolo a merced de la humedad y de la vegetación, dándole un aspecto misterioso

El paso del tiempo ha mejorado el lugar, dejándolo a merced de la humedad y la abundante vegetación y dándole un aspecto todavía más misterioso a los gigantes de piedra volcánica, desperdigados entre los árboles con el mismo desorden con el que fueron escupidos por el volcán.

Hay gárgolas, bichos terroríficos y mujeres desnudas o con cuerpos de serpiente. Su esposa, Giulia, aparece representada de mil maneras, aunque la más reconocible es una figura "a la que el tiempo y el dolor han convertido en gigante y transformado en una diosa durmiente".

El duque de Orsini fue sin duda un tipo curioso y con prioridades muy diferentes a las de sus coetáneos. En el parque aparece representado varias veces y casi siempre en forma de perro. Por ejemplo, postrado pacientemente sobre la tumba de su esposa muerta en señal de lealtad eterna.

Hay un famoso libro del escritor argentino Manuel Mújica Lainez inspirado en el lugar y en la vida de Orsini. Se lo recomendaría de no ser porque me resultó un tostón y ni siquiera logré terminarlo. Llévense mejor una novela de Montalbano.

No recuerdo quién decía que a la provincia de Viterbo (Italia) le ocurre lo mismo que a las amigas de Gina Lollobrigida: por muchos encantos que desplegasen, siempre acababan eclipsadas. Si hubiese posibilidad de traslado, Viterbo podría convertirse en el paraje más bello y visitado de toda Noruega. Pero como limita por el sur con la provincia de Roma, solo acuden a visitarlo los romanos.

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