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"Huye de la mafia progre y piensa por ti mismo", en exclusiva para suscriptores
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ADELANTO EDITORIAL

"Huye de la mafia progre y piensa por ti mismo", en exclusiva para suscriptores

Dave Rubin, presentador del exitoso programa 'The Rubin Report', se ha convertido en uno de los librepensadores de cabecera. Ahora, publica su último trabajo: 'No quemes este libro'

Foto: Imagen: EC Diseño.
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¿Crees que la izquierda hoy es más reaccionaria que progresista? ¿Estás harto de que se ponga siempre el foco en los sentimientos y no en las ideas? ¿Temes que las políticas de identidad funcionen como un elemento censor, pero evitas decirlo en voz alta? En ese caso, vives aún en el armario político y ya es hora de que salgas de él gracias a este divertido, directo e irreverente libro.

Dave Rubin, discípulo estrella de Jordan B. Peterson y presentador del exitoso programa 'The Rubin Report', se ha convertido en uno de los librepensadores de referencia para millones de personas en todo el mundo. Partiendo del ejemplo de su mismo viaje ideológico, Rubin explica cómo rebelarse contra el pensamiento único para reencontrarse a uno mismo como individuo.

"Nunca te rindas a la mafia progre", "deja de odiarte por ser un hombre blanco", "aprende a detectar las noticias falsas"... En total, 10 consejos vitales que te ayudarán a encontrarte a ti mismo en la era de la sinrazón. El Confidencial ofrece en exclusiva a sus sucriptores un Avance Editorial de 'No quemes este libro', el último trabajo de Dave Rubin, editado por la Editorial Planeta y que sale a la venta el próximo 2 de junio.

Haz caso a los toques de atención

Hubo un tiempo en el que la izquierda era verdaderamente liberal. Los liberales defendían los derechos de las mujeres, de los negros y de los homosexuales. Luchaban para que todos los grupos marginados fueran iguales ante la ley.

Era un auténtico liberalismo basado en los derechos individuales, y era fenomenal. Por desgracia, ya no es así.

Créeme, no se trata de una suposición que me he sacado de la manga. Es una conclusión meditada a la que he llegado, muy a mi pesar, después de pasarme años viendo cómo mi antiguo 'equipo' se transformaba en una mafia vociferante de puritanos histéricos, una panda de salvajes que siembran la división mediante la política identitaria y animan a las tribus sociales a clasificarse según un orden jerárquico basado en la 'opresión'.

La visión de la izquierda es un nuevo orden social que desprecia las libertades por las que tanto ha luchado el ser humano (socavando, por ejemplo, la Primera Enmienda a la Constitución de Estados Unidos en favor de leyes que incitan al odio), promueve el socialismo (mediante la redistribución de la riqueza) y niega la realidad científica para convertir el poder de los sentimientos en un arma (afirmando que hay más de dos géneros, por ejemplo).

Peor aún, lleva todo esto a cabo valiéndose de la fuerza bruta: violencia, censura, difamación, campañas de desprestigio, escraches, provocaciones en redes sociales, bloqueos en plataformas y cazas de brujas virtuales. Son estratagemas pensadas para dejar a la gente en la ruina. Y, a ser posible, sin trabajo ni recursos para contraatacar.

Si no ves ningún problema en nada de esto o incluso lo justificas como parte de un 'bien mayor', tenemos mucho trabajo que hacer. Padeces el síndrome de Estocolmo y necesitas tratamiento urgente.

La visión de la izquierda es un nuevo orden social que desprecia las libertades, promueve el socialismo y niega la realidad científica

No obstante, si quieres un mundo en el que las personas sean juzgadas por igual en virtud de sus actos y no de sus características inmutables, como la raza, el género o la sexualidad, entonces, ¡yupi!, vas por buen camino. Tienes las ideas claras, no nubladas por el progresismo actual.

Llegar a este punto no es fácil. De hecho, suele requerir años de arduo trabajo porque nuestros ajustes de fábrica —todo lo que el sistema nos enseña a creer— nos los programan desde que somos pequeños.

Estos ajustes incluyen una serie de razonamientos binarios que simplifican la vida y sitúan nuestro punto de partida en la izquierda, tales como progresistas = humanitarios, conservadores = crueles, socialistas = generosos, capitalistas = codiciosos, demócratas = buenos, republicanos = malos, etcétera.

Como es obvio, estas presunciones son falacias, pero la juventud idealista e impresionable se las traga con suma facilidad. El mensaje es incluso más atractivo cuando está constantemente reforzado por el mundo académico, los medios de comunicación y los famosos, que hacen que parezca moderno y plausible.

Los años de condicionamiento toman las riendas antes de que empecemos siquiera a cuestionarnos si Barbra Streisand y Cher están equivocadas en materia de política exterior, inmigración y libertad de expresión. Para entonces, ya estamos demasiado implicados y no podemos irnos sin más. Es como una relación controladora. O la chica sexy que te embauca con su perfil falso de Instagram. Lo que puedas encontrar debajo del filtro es otra historia... En mi caso, los toques de atención que recibí fueron tres.

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Uno de ellos me lo dieron a finales de 2014, cuando el neurocientífico y escritor Sam Harris acudió al programa 'Real Time with Bill Maher', que se emite en la cadena HBO, para hablar de su libro 'Despertar: Una guía para una espiritualidad sin religión'.

El formato del programa consiste en un animado debate sobre la actualidad con tres invitados y lo 'modera' el políticamente incorrecto presentador y humorista Bill Maher. Harris, de quien yo no sabía nada en ese momento, se había prestado a conceder una 'entrevista protegida'. Eso significaba que no tenía que conversar con el resto de los invitados, entre los que estaba Ben Affleck. Solo tendría un 'tête à tête' con Maher.

La entrevista empezó bien, pero enseguida se torció cuando Harris hizo la razonable distinción entre criticar a personas y criticar ideas, incluidas las creencias religiosas: "Nos han vendido este 'meme' de la islamofobia, en el que la crítica a la religión se confunde con la intolerancia hacia los musulmanes como personas —dijo—. Intelectualmente es ridículo".

Antes de que nadie tuviera tiempo de respirar, un acalorado Affleck intervino. No obstante, en vez de participar en la conversación como una persona adulta, básicamente acalló a gritos a Harris y a Maher y los llamó racistas, lo que hoy en día se ha convertido en una táctica de debate habitual para casi todos los progresistas.

—¿Es usted la persona que interpreta oficialmente el código de la doctrina islámica? —preguntó Affleck a Harris con presunción.

El público se quedó en silencio.

—¿Por qué se indigna tanto? —respondió Maher inquieto.

—Porque es repugnante y racista —replicó Affleck hecho una furia, como un niño que tiene un berrinche en el cochecito y tira sus juguetes a la calle.

Quisiera precisar aquí que esta táctica es típica de personas que no saben de lo que hablan. En vez de tener argumentos sólidos basados en datos, se limitan a ir de moralistas por la vida, acallando a la gente a gritos y bombardeándola con términos tendenciosos como táctica de distracción.

Su desbordamiento emocional basta para convencer a personas irreflexivas a un nivel básico. Ganan porque 'parece' que tienen moralmente la razón.

Deseando dejar constancia escrita del incidente, me levanté a toda prisa del sofá, tomé mi cuaderno y empecé a anotar ideas mientras la conversación seguía desbarrando. De repente, todo lo que pensaba en mi fuero interno sobre la disfunción de la mentalidad progresista se estaba desplegando ante mis ojos. Y no solo eso, sino que esa manifestación de histeria izquierdista enfrentaba a Batman contra mi humorista preferido y un afable científico. Jamás había visto nada igual.

Aún despotricando, Affleck se puso cada vez más colorado e irascible mientras hacía la interpretación de su vida, actuando para la galería: "¡Hay más de mil millones de personas [musulmanas] que no son fanáticas! —añadió malinterpretando crasamente a Harris—. ¡Eso es un estereotipo!".

Fue de locos ver cómo un adulto aparentemente respetado y evolucionado se comportaba de ese modo. Sobre todo, cuando la posterior reacción de los medios de comunicación fue igual de demencial.

En concreto, estos se volvieron contra Maher de la noche a la mañana. Durante años, había sido un gran referente de la izquierda. Siempre había respaldado la legalización de la marihuana, la asistencia sanitaria universal y las iniciativas para paliar el calentamiento global, y votaba al partido demócrata. También había sido muy duro con los republicanos en sus treinta años de trayectoria profesional.

Fue de locos ver cómo un adulto aparentemente respetado y evolucionado como Ben Aflleck se comportaba de ese modo... y, luego, los medios

Pese a todo, Maher se convirtió instantáneamente en el enemigo público número uno después de que Affleck jugara la baza del racismo. Toda la cúpula mediática lo odiaba, y periódicos como 'The Guardian' lo tildaban de fanático. No importaba cuánto hubiera apoyado el izquierdismo hasta entonces, ni cuánto hubiera reprendido a los conservadores; todo eso había quedado invalidado y Maher ya había dejado de ser uno de los suyos.

En retrospectiva, probablemente debería dar las gracias a Affleck por su intervención. Sin darse cuenta, se convirtió en el instrumento contundente que golpeó a personas sensatas en la cabeza. Sí, fue un timbre de alarma para mí, e injusto con Maher y Harris, pero ese vídeo de ocho minutos fue también el despertar político de millones de otras personas. Una vez visto, ya no podía olvidarse.

Cuando la atención de la prensa se calmó, yo esperaba que el incidente indujera a los progresistas a mirarse en el espejo, corregirse y moderar su conducta. Por desgracia, eso no sucedió. De hecho, solo hizo que empeorara...

¿Crees que la izquierda hoy es más reaccionaria que progresista? ¿Estás harto de que se ponga siempre el foco en los sentimientos y no en las ideas? ¿Temes que las políticas de identidad funcionen como un elemento censor, pero evitas decirlo en voz alta? En ese caso, vives aún en el armario político y ya es hora de que salgas de él gracias a este divertido, directo e irreverente libro.