La deportista a seguir | La joya que se vistió de ave fénix para volver a ganar Roland Garros
Un espacio en el que destacaremos a ese deportista con menos nombre, pero que lo tiene todo para ocupar grandes titulares y que queda eclipsado por las estrellas de (casi) siempre
Para cualquier amante del deporte, 'Informe Robinson' ha marcado una época. No solo analizaba, estudiaba y diseccionaba como nadie los temas de mayor interés deportivo, sino que su foco y su forma de contar eran únicas, donde el ingenio del mítico Michael Robinson era el principal artífice de un programa que encandilaba con cada una de sus emisiones y cuyo legado ahora ha sido recogido por 'Informe+'. Y, posiblemente, uno de los capítulos que más me marcaron fue 'A la sombra de Nadal': acostumbrados a los focos, las alegrías, las remontadas imposibles y los sueños alcanzados, a veces —más de las que pensamos— el fracaso es parte del deporte.
Aquel episodio cuenta la historia de jóvenes promesas del tenis patrio que lo tenían todo para triunfar, pero que no consiguieron llegar a la élite, principalmente encarnados en un nombre propio: Carlos Boluda. El ya extenista alicantino —retirado oficialmente a los 27 años a comienzos de 2021—, apuntaba maneras para ser el 'nuevo Nadal': no solo ganó Le Petit As con 13 años, sino que al año siguiente volvió a hacerlo, siendo el único en categoría masculina en conseguirlo. Tenía un tenis agresivo, brillante y elegante... pero algo cambió. Las lesiones, la presión y el desconcierto sobre qué le pasaba le impedían incluso hacer que la bola superara la red.
Solo era un joven que apuntaba maneras, pero fue encumbrado demasiado pronto, cuando aún no era maduro para interiorizar lo que suponía la presión. El tenis era su pasión, su vida, su ilusión... pero de repente, sin mucha explicación, su juego, que antes salía natural, se evaporó y saltar a la pista se convirtió en casi un castigo. Por desgracia, esta situación es más común de lo que creemos en el deporte de élite, donde niños son expuestos a una presión que no deben asumir, cuando solo deben divertirse y ser felices con lo que hacen. Es una situación parecida a la que vivió nuestra protagonista de esta semana, un ave fénix dispuesta a dar guerra.
Paula Badosa llegó al tenis nacional como un soplo de aire fresco. Nacida en Nueva York en 1997, descubrió el deporte casi por casualidad, pero pronto se enamoró del mundo de la raqueta y, lo más importante, demostró que tenía cualidades para llegar muy alto. Tan altas eran las expectativas que generaba con su juego que, tras ganar el torneo ITF de San Jorge, con solo 16 años fue convocada por Conchita Martínez para el equipo de Copa Federación. Corría el año 2014 y lo mejor estaba por llegar: un año más tarde, llegaría la consagración de que la tenista afincada en Girona estaba llamada a ser una de las futuras estrellas del tenis nacional.
En 2015, se convertiría en campeona de Roland Garros en categoría júnior, mismo año en el que debutaría como profesional en el circuito WTA, en el que consiguió llegar a la tercera ronda del Masters de Miami. Su tenis iba creciendo, las expectativas eran cada vez mayores y sus éxitos también, al convertirse en 2017 en campeona de España tras derrotar en la final a Carla Suárez... pero algo cambió. La propia Badosa lo explicaba en 'Marca': "Tenía talento, pero no estaba preparada para lo que la gente esperaba ni para la presión que se me puso encima". Y entonces la depresión se cruzó en su camino, dejando el tenis en un segundo plano.
"La depresión vino a causa de no hacer bien las cosas, tenía mucha presión y ansiedad, me vinieron muchos miedos porque veía que no cumplía las expectativas. Hay que contarlo para normalizar las cosas. No tenía ganas de ir a una pista y menos de competir, pero también me afectó en mi vida personal. No quería salir de casa ni tenía ganas de hacer nada", explica. En ese momento, decidió fijarse en sus dos ídolos, Nadal y Sharapova, para tratar de entender qué le sucedía y cómo salir de ese pozo profundo en el que se encontraba. Dos palabras fueron claves: escuchar y humildad. Volver a disfrutar y ser feliz con lo que hacía era la clave.
Fueron meses muy duros, donde Badosa tuvo que luchar contra sus propios fantasmas para volver a sonreír. Pero hizo lo que Boluda no logró: encontrar la senda en la que el tenis volvió a fluir de manera natural por sus venas. El talento no había desaparecido y, poco a poco, comenzó a quitarse los miedos de encima... Eso sí, empezando desde abajo, desde los torneos ITF hasta lo más alto. En un par de años, sumó cinco nuevos títulos ITF a su palmarés para, año a año, ir escalando puestos en el 'ranking' de la WTA... hasta llegar a 2021. A sus 23 años, ha encontrado la estabilidad que necesitaba y está firmando el mejor año de su carrera profesional.
Por primera vez en su carrera, alcanzaba las semifinales de dos torneos WTA, Madrid (WTA 1000) y Charleston (WTA 500), para, hace solo unos días, hacer historia y conseguir su primer título, convirtiéndose en campeona en Belgrado (WTA 250) ante Ana Konjuh. Hace solo unos meses, Badosa se encontraba inmersa en un proceso depresivo que le impedía siquiera hacer vida normal: a base de trabajo, esfuerzo y aprendizaje, no solo ha superado una de las etapas más duras de su vida, sino que ha conseguido volver a sonreír y disfrutar de lo que más le gusta, el tenis. Y, ahora, queda por saber dónde está el techo de la tenista española.
Su triunfo en Serbia la ha aupado al puesto 34 de la WTA, el más alto de su carrera, y buena parte de los expertos del mundo del tenis —por su progresión y el momento de juego ascendente que atraviesa— la consideran una de las grandes tapadas de cara a Roland Garros, ese torneo que ya ganó en categoría júnior. Badosa se ha convertido en un ave fénix, una joven promesa que lo tenía todo para triunfar pero que no supo asimilar el éxito y que, ahora, se ha sobrepuesto a las adversidades, ha dado un puñetazo sobre la mesa y ha demostrado de lo que es capaz. ¿Su sueño? Ganar un Grand Slam. En sus manos está dar la campana en la arcilla francesa. Por ella. Por España. Por los que no fueron capaces de superar la presión. Por Carlos Boluda.
Para cualquier amante del deporte, 'Informe Robinson' ha marcado una época. No solo analizaba, estudiaba y diseccionaba como nadie los temas de mayor interés deportivo, sino que su foco y su forma de contar eran únicas, donde el ingenio del mítico Michael Robinson era el principal artífice de un programa que encandilaba con cada una de sus emisiones y cuyo legado ahora ha sido recogido por 'Informe+'. Y, posiblemente, uno de los capítulos que más me marcaron fue 'A la sombra de Nadal': acostumbrados a los focos, las alegrías, las remontadas imposibles y los sueños alcanzados, a veces —más de las que pensamos— el fracaso es parte del deporte.
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