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El film que debes ver | 'Carretera asfaltada en dos direcciones', de Monte Hellman (Filmin)
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RECOMENDACIÓN CINEMATOGRÁFICA

El film que debes ver | 'Carretera asfaltada en dos direcciones', de Monte Hellman (Filmin)

Más allá de la leyenda que rodea el film, es un canto a la libertad, a la experimentación y al recambio generacional de una América cansada de obedecer a sus padres

Foto: 'Carretera asfaltada en dos direcciones', de Monte Hellman. (Foto: Laura Martín)
'Carretera asfaltada en dos direcciones', de Monte Hellman. (Foto: Laura Martín)
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Ante la imposibilidad de una Semana Santa en la playa, en la montaña, o allende las fronteras, ¿qué mejor que una recomendación que invite a subir a un Chevy 150 de 1955 para recorrer las carreteras infinitas del suroeste de Estados Unidos?

Monte Hellman es uno de esos directores que crecieron bajo el ala protectora de Roger Corman, descubridor de Coppola, Scorsese, Nicholson y compañía, pero que no consiguió rebasar la frontera del cine marginal, sino que ha quedado como uno de esos nombres malditos que sólo han tenido predicamento entre la cinefilia y el frikismo. Su carrera comenzó de la mano de Jack Nicholson en títulos como 'Viaje a la ira' (1964) y como productor ejecutivo tuvo el olfato de reconocer el genio de Quentin Tarantino en 'Reservoir Dogs', pero como cineasta su gran hito fue 'Carretera asfaltada en dos direcciones' (1971), una de las 'road movies' más vanguardistas, incorrectas y mejor rodadas de la historia del cine (y con un final que, sin duda, ha creado escuela), que se ha acabado convirtiendo en una película de culto, pero que siempre ha vivido a la sombra de 'Easy Rider', que tuvo y mantiene un mayor impacto cultural y que se estrenó dos años antes.

La película de Hellman, disponible en Filmin, fue, realmente, un proyecto 'low cost' con mucha improvisación y actores no profesionales en su mayoría. Entre ellos, un Dennis Wilson ya conocido por formar parte de los Beach Boys y por su extraña amistad con uno de los iconos de la contracultura sesentera: Charles Manson. Del trío protagonista, los otros dos 'actores' eran Laurie Bird -en su primer papel- y James Taylor, otro icono de la música americana. Bird, sin embargo, tuvo una filmografía muy corta que acabó con una aparición en 'Annie Hall' dos años antes de que su novio, Art Garfunkel, la encontrase muerta en su apartamento, después de haberse tomado una sobredosis de valium.

Más allá de la leyenda oscura que rodea el film, la película de Hellman es un canto a la libertad, a la experimentación y al recambio generacional de una América cansada de obedecer a sus padres y que pujaba por una forma de vida menos acomodada y naíf. El trío protagonista representa esa América joven y algo descerebrada, en la que el riesgo, la diversión y la exploración son el motor. Pero también la ausencia de vínculos tan firmes como los tradicionales.

La trama es extremadamente simple: dos amigos que acaban de preparar su coche para las carreras recorren las carreteras buscando alguien contra el que retarse. De camino recogen a una adolescente que se ha escapado de su casa y que busca que la lleven a cualquier sitio, pero lejos de su casa. Y juntos se enfrentan a el único (casi) personaje adulto de todo el film a G.T.O. (el mítico Warren Oates de 'Grupo salvaje'), que revive a través de sus piques con los jóvenes y su descaro. Todos los personajes han emprendido una huida adelante de la que desconocen el final. Y, mientras tanto, mucho motor, mucha velocidad y mucho saltarse la ley.

Ante la imposibilidad de una Semana Santa en la playa, en la montaña, o allende las fronteras, ¿qué mejor que una recomendación que invite a subir a un Chevy 150 de 1955 para recorrer las carreteras infinitas del suroeste de Estados Unidos?

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