Emails

¿Tiene imagen tu firma de email? Puede que estés contaminando más de lo que imaginas

Romina Vallés

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Una persona produce cada año alrededor de 135 kg de CO2 solo con su email, lo que equivale a recorrer unos 320 km en automóvil. Una cifra que se multiplica en el caso de las empresas.

E

n este preciso momento, puede que alguien te esté enviando un correo electrónico. De hecho, es posible que ya se te hayan acumulado varios en la bandeja de entrada en lo que has tardado en leer estas líneas. Te proponemos algo muy sencillo: abre tus emails entrantes y fíjate en la firma de cada uno de ellos. ¿Cuántas de ellos incorporan una imagen?

Una persona produce cada año alrededor de 135 kg de CO2 solo con su ‘email’, lo que equivale a recorrer unos 320 km en automóvil, según una investigación de la compañía energética británica OVO y Mike Berners-Lee, profesor del Centro de medio ambiente de la Universidad de Lancaster. Sin embargo, no todos los emails son iguales. La huella de dióxido de carbono de un correo electrónico es de 4 gramos de CO2. Si contiene archivos adjuntos muy pesados, de 1 MB por ejemplo, el dióxido de carbono generado asciende a 19 gramos. Si además ese adjunto se reenvía o archiva, la huella de ese correo podría llegar a los 50 gramos.

¿Por qué contaminan los emails?

Por una parte, “todos los datos que enviamos por internet se dividen en paquetes de 1500 ‘bytes’. Cada vez que enviamos un correo que pesa eso o menos, este paquete recorrerá todo un periplo: ordenador-rúter wifi-proveedor de internet-destinatario… y en cada estadio deberá pasar por un servidor. Imagina cuántas veces tiene que hacer ese mismo recorrido cada paquete si, por ejemplo, envías un mega, un millón de ‘bytes’”, explica Óscar Cubo, responsable técnico del centro de datos del rectorado de la Universidad Politécnica de Madrid.

Para que todos los ordenadores que hay en estos servidores o centros de datos funcionen, deben mantenerse alimentados, conectados a internet y a bajas temperaturas, lo cual comporta un gran consumo de electricidad. Esa energía que necesitan aumenta con los ‘megabytes’ de los datos procesados. Aunque no existe demasiada transparencia en cuanto al consumo de energía de los centros de datos, se estima que, por hora, gastan unos 205 teravatios (TWh), el equivalente al 1% de la electricidad que consume el mundo en un año, según este estudio publicado en la revista Science. Otros estudios dicen que el impacto sería mucho mayor.

Sala con servidores

Pero más allá del consumo energético de los centros de datos, “no deberíamos olvidarnos de la contribución de las máquinas a la huella de carbono por las materias primas que las conforman, como metales, y los semiconductores. Máquinas de los servidores pero también cualquier dispositivo electrónico como ordenadores, móviles… desde donde nos conectamos a internet”, recuerda Laura Talens, investigadora TALENT UAB en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB).

Para minimizar la huella de carbono de los emails, pues, “solo habría que hacer algo tan sencillo como eliminar la imagen del logo y en su lugar poner un enlace para quien quiera verla donde está colgada, en vez de hacerla ir de aquí para allá cientos de veces, en cada correo”. Y, por supuesto, eliminar las imágenes innecesarias. “Alguna vez me ha llegado un correo de una empresa que alardeaba de sostenible, te ponía ‘no imprimas este mensaje’, y en la firma había una imagen de un árbol verde. En vez de eso, puedes poner un emoji de un árbol, equivalente a varios caracteres de texto”, aconseja Óscar Cubo.

Otras de las acciones que podemos poner en práctica sin mucho esfuerzo son, por ejemplo, evitar los ‘CC’ (poner en copia) innecesarios o abusar del ‘responder a todos’; limpiar el buzón periódicamente o eliminar las suscripciones a ‘newsletters’ que no abrimos nunca, poner filtros para el ‘spam’ y evitar correos de más, solo para dar las gracias o decir ‘recibido’, sobre todo si tenemos al receptor a dos mesas de la nuestra. Aunque más allá de nuestras acciones, quienes tienen en sus manos la responsabilidad de minimizar la huella son las empresas.

Además de deshacerse de sus datos oscuros o ‘dark data’’, no estructurados, inútiles y que, según un estudio de IBM representan más del 80% de todos los datos, “la solución fácil pasa por mejorar la eficiencia energética de las instalaciones de los centros de datos y así reducir el consumo, por ejemplo, cerrando los pasillos de servidores para que no se escape el frío o aprovechando el frío de la calle para refrigerar el interior a través de canalizaciones (‘free cooling’)”, apunta Cubo.

El siguiente paso es emplear energías renovables. No existe una regulación específica que obligue a los ‘data centers’ a ser energéticamente eficientes, aunque con la nueva Ley 7/2021 de Cambio Climático y Transición Energética, que también recoge las emisiones indirectas, asociadas al consumo de energía eléctrica, las empresas ya están obligadas a reducir su huella de carbono general desde 2022. En todo caso, según el experto, “quien no haya dado el paso por conciencia ambiental lo va a acabar haciendo por supervivencia, porque llega un punto en el que es imposible hacer frente a esas desorbitadas facturas de la luz de los servidores”.

Cómo reducir la contaminación digital

Para reducir la contaminación digital por el lado de las máquinas y dispositivos electrónicos, comenta Laura Talens, “es imprescindible adquirir solo las que lleven garantías ambientales de eficiencia energética, como la EU Ecolabel y apostar por el ecodiseño. También alargar la vida útil de los dispositivos con su mantenimiento y, sobre todo, priorizar la reparación frente a la compra de productos nuevos”, todo lo contrario de lo que Cubo explica que hacen algunas empresas, en lugar de reparar las máquinas u optimizar energéticamente sus instalaciones. Y, por último, deberíamos conocer la trazabilidad energética de cada dispositivo, “lo cual es complicadísimo, por ejemplo, con los que llegan del sureste asiático”, alerta. “En nuestro grupo de estudio estamos trabajando para crear una base de datos de información energética de semiconductores, muy importante para analizar productos electrónicos, que nos permita cuantificar el impacto ambiental de estos con precisión para poder entender mejor cómo ecodiseñar nuevos productos”.

El 11 de enero de 2023 la sesión 'BZRP Music Sessions #53' con Shakira batió el récord de reproducciones en Youtube en poco más de 24 horas con 64 millones. El consumo de vídeo en ‘streaming’, descargas o reproducciones no para de crecer exponencialmente, junto al resto de acciones que llevamos a cabo cada día en internet, como videoconferencias, envío de wasaps o de emails. Según este estudio, el almacenamiento y la transmisión de datos suponen 97 millones de toneladas de CO2 al año, equivalente a la huella de carbono anual de Suecia y Finlandia juntas.

El transporte es responsable de cerca de una cuarta parte de las emisiones de CO2 en la UE, de las cuales el 71,7 % proviene del transporte por carretera, según la Agencia Europea del Medio Ambiente. Las ciudades europeas podrían evitar hasta 51.000 muertes prematuras cada año si cumplieran con las recomendaciones de calidad del aire de la OMS, según un estudio publicado en The Lancet Planetary Health en 2021. “La pregunta es muy sencilla: ¿qué contamina más, mandar un ‘email’ o una carta con cartero, donde has de contar el papel, el coche o moto, los sellos de goma, el tiempo… Si yo ahora mismo te quito el ordenador, ¿cómo escribes y publicas este reportaje?”, dice Óscar Cubo. “Hay que pensar en el coste que nos supondría la alternativa de no estar digitalizados. Digitalizados salimos ganando y a un coste más asumible. Solo es cuestión de hacerlo de manera más eficiente”.

Créditos
  • Reportaje

    Romina Vallés

  • Diseño y dirección de arte

    Fernando Puente

  • Maquetación

    María del Mar Pérez

Arcadia

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