Bacalao del Atlántico

SOS en el Atlántico europeo: poblaciones enteras de bacalao, en estado crítico

Lorena Bustabad

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El último informe de Oceana es demoledor: a este ritmo de sobreexplotación, hay caladeros en jaque mate y especies abocadas a la escasez como la sardina, jurel, merlán o boquerón.

E

l océano Atlántico lanza su SOS desperado: las sardinas del Golfo de Vizcaya, la cigala cantábrica, los arenques y el merlán del Gran Sol, el jurel occidental y el boquerón del Golfo de Cádiz y, sobre todo, el bacalao, están en jaque mate. Y es que la amenaza que no hace tanto tiempo mermó al atún rojo que desova en el Mediterráneo, se ceba ahora con el bacalao. Poblaciones enteras de estas codiciadas especies están en estado crítico por la acción humana en el cuadrante atlántico nororiental que sube desde la costa gaditana hasta el Mar de Irlanda, abarcando el Mar Cantábrico, y se extiende por el Norte hasta Barents.

El entusiasmo del Ministro de Agricultura y Pesca, Luis Planas, celebrando estos días como una victoria el plácet de Europa al incremento de las cuotas de pesca de caballa y merluza, choca con la preocupación de los ambientalistas por el saqueo de unos caladeros finitos. En este sentido, el último informe de Oceana es demoledor e inequívoco. Por primera vez desde que se tiene constancia científica, escasea el bacalao en el Atlántico nororiental, esto es, toda la costa que baña Europa desde el Báltico al Golfo de Vizcaya. También en el que parecía inagotable caladero del Gran Sol o Mar Céltico, donde se gana el pan buena parte de la flota cantábrica.

Pesquero por el Atlántico

La conjunción fatal del cambio climático y la sobreexplotación de los recursos de la tierra tiene muchos frentes y uno de ellos es invisible, submarino y transversal a muchas especies en riesgo severo de colapso, señala Javier López, director de la campaña de Pesca Sostenible de Oceana Europa.

Implica menos peces y menos empleo en el sector pero, sobre todo, la amenaza de desaparición de una o varias especies que forman parte de nuestra historia alimentaria y de nuestro ecosistema marino. “Lo que hemos visto con el bacalao da miedo”, alerta contundente. Pero no es la única especie que les preocupa y mucho, también la anchoa, que viven en bancos cada vez más escasos en la columna de agua o la sardina.

Sobreexplotación e incremento de la temperatura del agua

De acuerdo a los informes científicos, el calentamiento global y la subida de la temperatura de las aguas oceánicas afectan a la capacidad reproductiva de algunas de estas especies ya señaladas como muy frágiles. Con todo, la amenaza más urgente es la sobreexplotación pesquera. Si bien, las flotas se reducen año tras año en torno al 3%, las nuevas tecnologías aumentan su capacidad extractiva otro 5%. La codicia, los descartes en pesquerías mixtas y los procesos industriales que se alejan de la pesca artesanal hacen el resto.

El contundente informe que Oceana, una ONG de corte científico y muy centrada en la protección marina, ha hecho público este mes de diciembre documenta las poblaciones de peces más diezmadas del Atlántico nororiental; Al borde del colapso a causa de una gestión deficiente”. Mapeos, gráficas y estadísticas que son un buen tirón de orejas para la UE y Reino Unido a los que instan a escuchar a la comunidad científica para adoptar medidas urgentes que fijen límites de capturas ya en 2023 “con el fin de permitir su recuperación y cumplir con los compromisos nacionales e internacionales en materia de gestión pesquera”.

Peces en el Atlántico

El informe se centra en 25 poblaciones de peces de aguas del Atlántico nororiental pertenecientes a 12 especies que se reparten entre las aguas ibéricas hasta el oeste de Escocia hasta lindar con el Báltico. En todas ellas, el mismo patrón; su abundancia se ha reducido de una forma tan alarmante que también condiciona su capacidad reproductiva “al borde del colapso”. En este saco se encuentran especies como la anguila, el arenque, el boquerón, la cigala, la sardina o el jurel, con al menos una de sus poblaciones “en este estado crítico de conservación”, aunque la peor parte se la lleva el “que registra el mayor número de poblaciones diezmadas (9) en toda la región. Esto es que el bacalao no solo escasea en uno de sus caladeros, sino en varios.

El colapso del bacalao ya ocurrió una vez en aguas de Canadá, recuerda el director de Pesca de Oceana, y aunque no llegó al exterminio, el caladero de Terranova nunca se recuperó. “Por ejemplo, las poblaciones de merlán del mar de Irlanda, el bacalao del oeste de Escocia y el bacalao del mar Céltico se sitúa a un escaso 8%, 16% y 21%, respectivamente, del objetivo mínimo de abundancia poblacional”, señalan desde Oceana, para afear a los responsables políticos a uno y otro lado del Canal de la Mancha, que sigan ignorando el problema.

Reino Unido, fuera de la política pesquera común europea

El semáforo ambiental está en rojo bermellón en las aguas que circunda Reino Unido, ahora fuera de la política pesquera común europea, y donde se localizan “siete de las diez poblaciones más mermadas”. De acuerdo a criterios científicos, en función de su biomasa o abundancia, se consideran gravemente sobreexplotados y por debajo de los límites biológicos de seguridad. Ocurre lo mismo con el bacalao en el Mar Céltico o Gran Sol, donde faena la flota cantábrica de altura, particularmente gallegos y vascos, y con el merlán -un pescado blanco- al oeste de Irlanda.

“Nuestros mares no lograrán un buen estado hasta que los países no se comprometan a pescar dentro de unos límites sostenibles, proteger los hábitats, e impedir que métodos de pesca destructivos e industriales desplacen y acaben con los intereses pesqueros locales”, alertan desde la ONG Oceana, que también ponen el foco sobre las prácticas ilegales de descartes que se realizan en alta mar pese a la obligación de conservar a bordo y descontar de la cuota total de las capturas. Otro palo en las ruedas de poblaciones ya diezmadas.

Pesquero por el Atlántico

La situación es tan alarmante, señala Javier López, que el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES) ha recomendado reducir o suspender totalmente las capturas para 2023. Ajenos a esta alerta científica, las autoridades europeas siguen negociando a dos y tres bandas con Reino Unido y Noruega los límites de capturas para el año próximo. Desde Oceana les instan a trazar una estrategia plurianual prioritaria que frene el colapso del bacalao, entre otras especies, además de prohibir las actividades antropogénicas sobre las poblaciones en estado crítico para protegerlo de su colapso, en el mar y en la mesa.

Créditos
  • Reportaje

    Lorena Bustabad

  • Diseño y dirección de arte

    Fernando Puente

  • Maquetación

    María del Mar Pérez

Arcadia

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