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Cuánto ha descendido el nivel de los embalses españoles en la última década (y cómo combatirlo)

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Con la subida de las temperaturas, el nivel de las reservas hídricas en nuestro país es preocupante. Algunos proyectos tratan de buscar una solución viable a un fenómeno estructural que podría verse agravado en los próximos años

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ras vivir en España el segundo invierno más seco en 60 años, el nivel de las reservas de agua en embalses de uso consuntivo —es decir, los dedicados al consumo humano— empieza a ser crítico. Así, a 31 de mayo, y según los datos arrojados por el Boletín Hidrológico del Ministerio para la Transición Ecológica, las reservas en los embalses españoles han bajado significativamente respecto a años anteriores. Con una capacidad total de 38.702 hectómetros cúbicos, hay disponibles 18.317. Actualmente, las reservas se sitúan en el 47,3%, cuando en la misma fecha de 2021, la cifra ascendía al 54,1%. Por su parte, la media del último lustro es de 58,2% y de la última década, 66,2%.

Además, el mismo ministerio augura una sequía prolongada, producida directamente por la falta de precipitaciones, independientemente de la demanda de agua, en regiones del sur de Galicia, noroeste y noreste de Castilla y León, el norte de Aragón y La Rioja, a tenor de los últimos datos disponibles de abril de 2022. En cambio, la escasez coyuntural —un indicador relacionado con los posibles problemas de atención a las demandas, en aumento en España— afecta a otras regiones de Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura, junto a otras colindantes que también se encuentran en situación de emergencia.

Restos sumergidos a la vista
Foto EFE Javier Cebollada

Un escenario que podría agravarse en el futuro. El tercer informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), publicado este mes de abril, estima que en 2050 el verano se alargará hasta cinco semanas, sufriremos un incremento de las olas de calor y la temperatura media en nuestro país será similar a la del Sáhara. Esto, unido al déficit hídrico que se prevé, nos coloca en una posición en la que el ‘ahora’ es la única respuesta a cuándo tomar medidas.

Ahorrar agua (cuando hay agua)

María José Polo, catedrática de Ingeniería Hidráulica en la Universidad de Córdoba (UCO), incide en que a las puertas del verano y en una región como la española, las precipitaciones son mínimas, a lo que se une un aumento de la demanda de agua para uso recreativo y una mayor evaporación. “Es cierto que hemos tenido una primavera inusualmente húmeda al final, pero el contexto general es preocupante en gran parte de nuestras cuencas”, agrega.

Planta en suelo seco

En realidad, las sequías son un fenómeno estructural en la zona mediterránea, independientemente de los efectos del cambio climático. “Si no se toman medidas de ahorro drásticas en los años previos de bonanza, puede pasar lo que ocurre este año; cuando la escasez es alta y si atendemos al agua que demandamos”, argumenta la catedrática. De esta forma, la experta recalca la necesidad de encarar esta problemática y aprender de ella: “Si esto sigue sucediendo por el consumo tan alto que hacemos, y la tendencia así lo demuestra, tendremos que diversificar y hacer un esfuerzo como sociedad para pensar en otras pautas de actuación. La situación que vivimos nos dice que nos hemos pasado del límite natural desde hace tiempo, así que tenemos que analizar el consumo que hacemos de este bien, y recurso a la vez, para preservarla”.

Nuria Hernández, socia fundadora de la Fundación Nueva Cultura del Agua, trabaja para que este recurso sea aprovechado con criterios de sostenibilidad ambiental, transparencia y racionalidad económica . Desde su punto de vista, en España deberíamos tener “cierta preocupación productiva” que nos lleve a actuar inmediatamente. De hecho, según los planes hidrológicos de demarcación, confeccionados cada siete años desde 2009, la salud de nuestras aguas no ha mejorado. “Tenemos que estar preocupados y tomar decisiones importantes que tendrán consecuencias en actividades económicas muy potentes, es imprescindible”, valora.

IA para mejorar el rendimiento agrícola

Brazo robótico regando

El sector agrícola será uno de los grandes damnificados si la sequía y la desertización van en aumento, y la tecnología puede ser el mejor aliado para evitarlo. Es lo que defiende Thales Alenia Space, un grupo que lidera desde España el consorcio internacional encargado del desarrollo de MORERA (sistema para la Monitorización del Riego Eficiente y el Rendimiento Agrícola). Una iniciativa pionera que permitirá elaborar recomendaciones personalizadas de riego para cada parcela , lo que llevará a la reducción de hasta un 25% del agua utilizada para los cultivos gracias a la inteligencia artificial (IA) y a imágenes por satélite.

La agricultura produce el 3,4% del PIB, de ahí la necesidad de optimizar sus procesos. “El despliegue completo de estas soluciones demostrará el potencial de la tecnología para reducir el uso de agua en cultivos anuales y perennes, y la capacidad para hacer predicciones de cosecha más precisas a lo largo del ciclo de los cultivos”, afirman desde Thales Alenia Space.

La Universidad de Málaga (UMA) ha desarrollado una solución que permitirá obtener agua desalada del mar a partir de energía renovable generada desde plantas fotovoltaicas instaladas en embalses

Por su parte, el sector industrial, que consume agua en mayor o menor medida en sus procesos, es otra de las actividades económicas clave. En este sentido, ya hay corporaciones que son conscientes de su responsabilidad con el entorno y se afanan en limitar su impacto. Uno de los casos más destacados es el de Cepsa, que se ha comprometido a reducir en un 20% la captación de agua dulce en zonas de estrés hídrico en 2025. El objetivo ha sido fijado por la Mesa del Agua de la compañía, compuesta por perfiles interdisciplinares que promueven la eficiencia en el uso de este recurso en todas sus áreas de negocio, y calculan que la medida supondrá un ahorro de más de tres millones de metros cúbicos anuales.

Entre otros proyectos que pondrá en marcha Cepsa, destaca el de reutilización de la planta de aguas residuales en su Energy Park San Roque (Cádiz), que reducirá un 20% el consumo de agua dulce de esa instalación tras acometer importantes mejoras en el tratamiento. Este consistirá en un proceso de ultrafiltración que permitirá mejorar la calidad de esa agua para que se pueda aprovechar en las torres de refrigeración. Por su parte, en la planta de tratamiento de efluentes que la compañía tiene en su Energy Park La Rábida (Huelva) se realizarán ciertas mejoras, que supondrán un ahorro del 7% del agua anual que se consume en esta instalación.

“La transición ecológica va más allá de promover las energías sostenibles, porque implica gestionar de manera responsable los recursos naturales. El agua es imprescindible para nuestras operaciones y una prioridad para la compañía. Por ello, tenemos un firme compromiso con su uso eficiente y responsable”, apunta Álvaro Díaz Bild, director de Salud, Seguridad y Medio Ambiente (HSE) de Cepsa.

Desalar mediante energía renovable

parque fotovoltaico flotante

Desde los centros de investigación, conscientes de la necesidad de ahorrar en el consumo de agua, también se han puesto manos a la obra. Es el caso de la Universidad de Málaga (UMA) y el proyecto “Agua+S”. Así es como han denominado a la solución que permitirá obtener agua desalada del mar a partir de energía renovable generada desde plantas fotovoltaicas instaladas en embalses. Dicha universidad, por medio de su Instituto de Domótica y Eficiencia Energética, ha iniciado esta acción basada en la economía circular, en la que tan solo se necesitan tres infraestructuras coordinadas para llevarla a cabo.

Por un lado, una planta desaladora cerca del mar. Por otro, una red de estaciones de bombeo encargada de impulsar el agua desalada a través del curso de un río y, además, un parque fotovoltaico flotante , instalado sobre el agua de un embalse que suministraría la energía necesaria para desarrollar todo el proceso. Esta solución podría replicarse en cualquiera de las cuencas fluviales que dispongan de un embalse próximo a la costa, desde el que se distribuya agua destinada al regadío y consumo humano. Francisco Guzmán, uno de sus impulsores y profesor de la Escuela de Ingenierías Industriales de la UMA, subraya que “es una solución limpia, tanto por la energía que produce como por el proceso para conseguirla”.

Estos son algunos proyectos pioneros que recuerdan que cada gota cuenta y que todos tenemos la responsabilidad y la capacidad, en nuestros respectivos ámbitos, de hacer el mejor uso posible de este valioso recurso. Cuando hablamos de sequía hay que mirar hacia el cielo, pero también a la tierra, porque reducir el consumo de agua hoy, nos permitirá seguir disponiendo de ella el día de mañana.

Créditos
  • Diseño y dirección de arte

    Fernando Puente

  • Maquetación

    María del Mar Pérez

Arcadia

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