Agricultor en el campo

Un cóctel de bacterias gallego abre camino en la lucha contra el cambio climático

Por Lorena Bustabad. A Coruña

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La prestigiosa revista científica Atmosphere ha reconocido, en una publicación reciente, que el combinado bacteriano, ideado por dos españoles, aplicado sobre los purines reduce sensiblemente las emisiones de metano, óxido nitroso y amoniaco; todos ellos, gases de efecto invernadero.

L

o llaman inteligencia natural. Consiste en emplear la propia naturaleza como cura y solución contra los excesos que hemos cometido sobre ella en la sobreexplotación de sus recursos, haciendo que brote nueva vida de los desechos. Así, podemos ver el efecto en plantas marinas que limpian los mares y contrarrestan la acción del cambio climático o, incluso, en sequías que llegan a su fin tras eliminar ciertas especies invasoras.

Ahora, dos gallegos que trabajan en el sector primario han tenido una idea para devolver al suelo agrícola su equilibrio natural. Han creado un cóctel de bacterias que desencadena una guerra de microorganismos, revirtiendo el proceso de putrefacción y empujándolos a fermentar, a florecer de formas diferentes. Decenas de cepas de levadura, hongos de fermentación y bacterias fototróficas son los ingredientes de este combinado biológico que se aplica con aspersores en los pasillos de las granjas de leche o carne y actúa sobre los desechos orgánicos. Ahí empieza una batalla bacteriana que aleja patógenos, elimina malos olores, evita atascos en las fosas y acaba por sacarles partido a los purines, estiércol y compost para convertirlos en el mejor abono posible para sanar el suelo.

Tractor

Es, la misma batalla que se libra cada día en los intestinos humanos entre bacterias buenas y malas, necesarias para descomponer y asimilar los alimentos pero extrapolada a nuestras huertas o a la agricultura y ganadería extensiva. La acción de estas bacterias ha conseguido, además, una notable reducción de las emisiones contaminantes de los gases de efecto invernadero.

Los resultados de las primeras mediciones que los técnicos de Bioprana (empresa de estos dos gallegos) han realizado en seis explotaciones lácteas de Galicia son muy prometedores y así lo recoge en una publicación reciente la revista científica Atmosphere: las emisiones de metano, óxido nitroso y amoniaco se recortaron sensiblemente con la aplicación del combinado bacteriano sobre los purines, “unos resultados alentadores que dan opciones futuras a los ganaderos para mitigar el cambio climático”. En concreto, las emisiones de óxido nitroso o gas volátil, que son 298 veces más contaminantes que el CO2, se redujeron entre un 50 y un 90%, mientras que el metano -otro potente GEI (Gas de Efecto Invernadero)- disminuyó entre un 42 y un 86%. El cóctel de bacterias buenas también incide en los metanógenos como el amoníaco, que en este estudio aminoró entre un 36 y un 63%.

Menos dependencia de abonos químicos

El germen del proyecto hay que buscarlo en Costa Rica, desde donde emigró a Galicia de la mano de Fernando Rey y Carla Salazar, cofundadores de Bioprana, para echar raíces en Pontevedra. “La biotecnología verde es una apuesta firme de Costa Rica volcada en el cuidado del patrimonio natural. Se buscan soluciones en la naturaleza para resolver los cuellos de botella de nuestra sociedad”, explica Salazar. “Al sanar el suelo recuperamos la fertilidad de la tierra y rebajamos la dependencia de abonos químicos”, añade. Las directrices de la UE y la legislación estatal, de hecho, caminan ya en esa dirección limitando o prohibiendo fertilizantes y pesticidas cuyos efectos sobre nuestra salud alimentaria están bajo lupa.

Tractor en el campo

Desde 2017, esta solución bacteriana ha ido creciendo despacio por el rural gallego, donde el sector primario tiene mucho peso y la gestión de los purines es un viejo y maloliente problema común. En la Casa Grande de Xanceda (una granja situada en A Coruña) apostaron por el combinado de los gallegos para reducir olores en una explotación ecológica que recibe muchas visitas.

“Solucionamos ese problema pero también el vaciado de las fosas y la aplicación del purín, que nos deja unas praderas mucho más verdes”, comentan los fundadores de la biotecnológica. Las bacterias que liberan en los pasillos de los establos con un sistema de riego ideado ‘ex profeso’ para dosificar el producto corren por el suelo y se alimentan de los desechos haciendo una digestión rápida de los residuos que eliminan el 90% de su olor hediondo. El mismo cóctel también funciona para desatascar las tuberías y baños domésticos sin emplear químicos.

La UE limita o prohíbe el uso de algunos fertilizantes y pesticidas. Al sanar el suelo se recupera la fertilidad de la tierra y se rebaja la dependencia de abonos químicos

Bioprana hace bandera de combinar economía circular y rentabilidad sostenible como fórmula empresarial desde la biotecnología. Sus fundadores dejaron atrás veinte años de trabajo en energías renovables y gestión para lanzarse de cabeza a este proyecto común que toma su nombre del hindú ‘prana’, o energía de la vida. En cinco años, con siete trabajadores en la oficina de Pontevedra y un laboratorio en Nigrán, suman más de 600 clientes por el territorio peninsular e insular aunque se les resiste la Meseta central. Tampoco se han adentrado todavía en las macroexplotaciones avícolas aunque ya piensan en hacer sus pinitos en las bodegas aplicando la biotecnología a los viñedos y sellando su alianza con Bioga, un clúster para las ciencias de la vida. “En contra de lo que pueda parecer, el 99% de los clientes son convencionales, no Bio ni Eco. Crece la conciencia ambiental y vamos entendiendo que la solución está en la naturaleza”.

Créditos
  • Reportaje

    Lorena Bustabad

  • Diseño y dirección de arte

    Fernando Puente

  • Maquetación

    María del Mar Pérez

Arcadia

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