Etiope

Crónica de una desaparición anunciada. Akula, la aldea de Etiopía que la globalización se está cargando

Por Álvaro Minguito. África

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La frontera entre Sudán y Etiopía ha permanecido en muchos sentidos al margen de la globalización debido a lo intrincado de su geografía. Ahora, la agricultura industrial y las multinacionales mineras amenazan con terminar con la cultura y costumbres de estas etnias minoritarias de África

Las mujeres Opo, una comunidad étnica minoritaria en el suroeste de Etiopía, muelen el cereal y otros frutos con antiguos molinos de piedra, como probablemente lo hicieron nuestros antepasados del neolítico (5.000 a.C). Esta tecnología, cuyo origen se remonta al descubrimiento de la agricultura, en la actualidad convive con el uso de los smartphones, la red 4G o las placas solares.

El pasado mes de agosto de 2021 y en mitad de un conflicto armado que amenazaba con desestabilizar una zona con más de 200 millones de habitantes, un grupo de arqueólogos españoles y etíopes, coordinados por Alfredo González-Ruibal, científico del Incipit-CSIC, recorría diversos lugares de la región de Gambela para documentar algunos aspectos de la vida de distintas comunidades, en una campaña promovida por The Endangered Material Knowledge Programme (EMKP).

Una adolescente muele cereal en un molino de piedra
Foto Álvaro Minguito
Una adolescente muele cereal en un molino de piedra.

Este programa es uno más de los desarrollados por el British Museum en colaboración con la Fundación Arcadia para documentar y preservar patrimonios culturales en peligro en todo el mundo: desde el arte rupestre africano a las lenguas minoritarias. Y trabajo precisamente no les falta.

“Es urgente que salvemos determinadas tradiciones que corren el peligro de perderse para siempre. Las de los grupos indígenas minoritarios son las más amenazadas“, reconoce a El Confidencial González-Ruibal. “La cultura material es parte fundamental en cualquier civilización, que nos habla de valores y creencias compartidas. Pero también es extremadamente vulnerable: es muy fácil que en una comunidad se deje de fabricar cerámica o de techar casas con paja y ese conocimiento sea irrecuperable”.

En distintas regiones de África más concretamente, estas pequeñas comunidades se están viendo amenazadas por la generalización de productos industriales y la influencia de otras sociedades dominantes.

La frontera entre Sudán y Etiopía se acabó convirtiendo en un refugio de minorías étnicas que escapaban de grupos dominantes y mercaderes de esclavos

Herrero en Etiopía
Foto Álvaro Minguito

Un herrero fabrica una lanza a partir de restos de metales encontrados.

Un oasis que “no le interesa a nadie”

La frontera entre Sudán y Etiopía ha permanecido en muchos sentidos al margen de la globalización debido a lo intrincado de su geografía y a que es un territorio que, en palabras de González-Ruibal, “no le interesa a nadie”. Por eso se acabó convirtiendo en un refugio de minorías étnicas que escapaban de grupos dominantes, mercaderes de esclavos y los estados vecinos. Solo en esa frontera-refugio han podido desarrollar sus culturas y sus mundos materiales de forma autónoma (aunque en contacto con otros grupos).

Hasta ahora.

“Esta región, de una enorme diversidad cultural, está siendo amenazada por la expansión de los estados desarrollistas y el capitalismo global. La agricultura industrial y las multinacionales mineras, por ejemplo, están causando graves daños a las comunidades que allí conviven”, añade el científico del Incipit-CSIC.

Una niña recoge una de las cabañas de la vivienda en la que vive con su familia.
Foto Álvaro Minguito

Una niña recoge una de las cabañas de la vivienda en la que vive con su familia.

En la zona de Itang, parcialmente anegada de agua durante la temporada de lluvias, se encuentra Akula, la aldea de los Opo, uno de los grupos menos conocidos. Ellos conforman una minúscula población repartida en varios territorios. Practican la agricultura de roza, la caza y la pesca. Viven a caballo de la frontera que divide ambos países africanos y comparten este lugar apartado con otros refugiados nuer, provenientes de Sudán del Sur. La dificultad para acceder a estos territorios, sobre todo en época de lluvias, con carreteras cortadas objeto de frecuentes asaltos de bandidos, y puentes destruidos, les preserva del contacto con otras sociedades y les sirve como refugio desde hace años.

“Los grupos con los que trabajamos son en casi todos los casos muy minoritarios. Los Komo, los Chabu o los Opo son unos pocos miles de individuos. Hasta ahora han mantenido su identidad cultural porque estaban muy aislados y lejos del alcance del estado. Pero es posible que en las próximas décadas acaben siendo absorbidos por los grupos dominantes. El problema es que con la desaparición de estas minorías desaparece también toda una cultura: una lengua, unas creencias, unas formas de relación social y con el mundo, además de una cultura material”, concluye Alfredo González-Ruibal.

El EMKP está tratando de documentar estas costumbres que podrían desaparecer, además de almacenándolas en un depósito digital de acceso público para su preservación. Pero hace falta más.

Dos ancianos colocan trampas fabricadas a mano para la pesca.
Foto Álvaro Minguito

Dos ancianos colocan trampas fabricadas a mano para la pesca.

Para José Antonio Perea Unceta, profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad Complutense de Madrid, el principal problema estriba en que los gobiernos implicados “están inmersos en otros problemas y no se preocupan por estas minorías. Sudán tiene sin cerrar el conflicto de Darfur, problemas con Chad y la frontera controlada por un señor de la guerra. Etiopía por su parte afronta una guerra civil. Súmale a esto un contexto de fuerte sequía y el estado fallido en Sudán del Sur. Ninguno tiene capacidad actualmente para afrontar estos conflictos”.

Pero esta región no es la única cuya cultura corre el riesgo de desaparecer. “Solo en Sudán del Sur hay más de 30 pueblos en peligro de extinción. En Sudáfrica hay comunidades que prácticamente ya han desaparecido como los bosquimanos, al igual que los pigmeos en el Congo. Los ciudadanos del interior de Madagascar, hoy son considerados de quinta categoría al no ser polinesios. Es un mal endémico en toda África porque no existe un encaje real multiétnico. Sin embargo, un país como Nigeria tiene cuatro etnias, y dentro de cada una de ellas puede haber alrededor de cien tribus. Solo en el Congo hay 400”, añade Unceta.

Solo en Sudán del Sur hay más de 30 pueblos en peligro de extinción

Para revertir esta situación, en 2004 se creó la Comisión Africana sobre Derechos Humanos y de los Pueblos, que tiene atribuida, entre otras funciones, la de garantizar su protección en las condiciones establecidas en la Carta Africana. Como consecuencia de esto, actualmente existe cierta tendencia a reconocer los derechos de estas minorías frente a las explotaciones mineras u otras grandes comunidades. “En Kenia y Camerún por ejemplo ya se reconoce el derecho de las comunidades minoritarias a la propiedad de sus tierras”, reconoce el catedrático. Son pequeños pasos. “También hay una docena de demandas de comunidades tribales, que se resisten a ser explotadas por las comunidades mayoritarias urbanizadas“.

Los miembros de Akula muestran orgullosos su modo de vida cotidiano y la elaboración de materiales para la pesca, la caza, la cocina o, incluso, prácticas rituales que conviven con cada vez más elementos del mundo globalizado como las camisetas deportivas o los recipientes de plástico. La globalización avanza a pasos forzados en todo el mundo y con ella la homogeneización cultural. En todas partes usamos los mismos objetos de plástico, las mismas camisetas de fibra sintética y los mismos dispositivos tecnológicos. Que se preserven los más antiguos dependerá de iniciativas como la promovida por The Endangered Material Knowledge Programme, pero también de la voluntad de los gobiernos implicados.

Créditos
  • Reportaje y fotografía

    Álvaro Minguito

  • Diseño y dirección de arte

    Fernando Puente

  • Maquetación

    María del Mar Pérez

Arcadia

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