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  1. Vivienda

SUBE UN 23% EN DOS AÑOS Y LLEGA A LOS BARRIOS

Mi casero me sube 300 euros: Madrid, máximos históricos en el precio del alquiler

Las clases medias son expulsadas del centro y se mudan a los barrios periféricos, que a su vez mandan más lejos a los obreros, tal y como reza la profecía de la gentrificación

Ada y Lauro son una pareja de arquitectos con tres hijos que se mudó hace tres años a un piso de 120 metros y 4 habitaciones al norte del Barrio del Pilar, cerca de las cuatro torres. Es un inmueble dentro de una urbanización con jardín, propiedad de unos primos lejanos de Lauro, quienes lo obtuvieron en herencia. Así, prefirieron alquilárselo a un conocido antes que sacarlo al mercado: "Fijamos el precio en 1.100 euros, que es más o menos lo que se pagaba en ese momento, como mucho era 100 euros más barato", afirma el padre de familia. "También nos comprometimos a conservar los efectos personales de sus padres, que nos ocupan una habitación y que con otro inquilino habrían tenido que sacar", concede.

Todo iba como la seda con la casa hasta que un gestor inmobiliario, en representación de sus primos, telefoneó a Ada hace tres semanas con un ultimátum entre los dientes: 1.700 euros a partir del verano o abandonar el piso, sin negociación. "No me lo podía creer. Un desconocido diciéndome que lo entendiese, que es un piso con piscina y garaje, que debería pagar más y que nos estábamos aprovechando de nuestros familiares. ¡Me estaba vendiendo el piso donde vivo!", lamenta Ada.

Lauro llamó inmediatamente a sus primos, dispersos por la geografía española, porque hasta ese momento nunca se había mencionado un incremento del alquiler: "Me volví loco. Llamé a los cinco y no me lo cogió ninguno. Entonces me devolvió uno de ellos la llamada y me comentó que sí, que todos habían oído hablar de los alquileres en Madrid y que lo acordaron durante una comida de Navidad, pero que la subida era tan grande que era mejor que me lo comunicase un profesional del sector", explica Lauro, como sorprendiéndose de sus propias palabras. "No se atrevieron a decírmelo, sin más".

"Creíamos que aquí, en un barrio relativamente lejano al centro, y con mis primos como caseros, teníamos casa para vivir con nuestros hijos, pero al final hemos perdido la casa y la relación con una parte de mi familia", dice Lauro quejoso, que está buscando más al norte, en la zona de Montecarmelo y Las Tablas, porque esta zona, donde están escolarizados sus hijos, ya no está a su alcance.

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Hace tres años que Joaquín, un biólogo de 30 años, vive en un estudio de 30 metros cuadrados junto a las vías de la estación de Atocha. Paga 450 euros. En noviembre su casera, que hasta entonces había bordado el papel de ancianita adorable, le llamó para decirle que por el piso podía pedir 800 euros, pero que por ser él se lo dejaba en 750. "¿300 euros? Mi primera reacción fue reírme. Es un piso interior, sin reformar, y me pareció una locura que alguien estuviese dispuesto a pagar tanto", dice Joaquín.

"Después de ver doce pisos he descubierto que no es una locura. En principio quise irme a uno que costase como el mío, pero ya no hay pisos dentro de la M-30 por 450 euros. No he visto ninguno en dos meses de rastreo intensivo", explica. "Después subí a 500, luego a 600… y prácticamente no hay nada en unas condiciones normales". El biólogo finalmente aceptó llegar a 700, pero ni aun así es fácil: "Tengo alertas en el móvil que me avisan cuando se publica una oferta en los portales inmobiliarios. En cuanto suena, si me gusta, llamo, aunque esté en el baño, que ha sucedido", afirma entre risas. "Llamar pronto es crucial. A veces llamas a los tres minutos y te dice que el móvil está apagado, señal de que el casero está recibiendo tantas llamadas que está abrumado", relata, "y en otras la persona que alquila me lo ha cogido muy sorprendida de que, al segundo, ya tuviera candidatos". En el camino, como todos los inquilinos, ha visto horrores. "He visto unos zulos… pisos viejísimos, deprimentes… e incluso un piso de 700 euros que tenía el retrete dentro de la habitación, hice hasta un montaje para las redes sociales de lo loco que me pareció".

El montaje que Joaquín realizó a modo de burla.

Joaquín está a punto de tirar la toalla. El viernes visitó su último piso, aceptó las condiciones y se postuló como inquilino. Pero ahora los caseros pueden escoger entre varios aspirantes y son muchos los decepcionados. A Joaquín, trabajador autónomo, le ha sucedido dos veces y no tiene fuerzas para sobreponerse a una tercera: "Si no me dan este piso, me quedo donde estoy pagando 300 euros más. Me rindo", concluye.

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Beatriz, 29 años, periodista, vive desde hace tres años en un piso de 60 metros cuadrados, interior y sin ascensor, por el que paga 650 euros. La dueña le dijo en noviembre que tenía que irse porque su intención es venderlo. "La conozco y sé que es una persona honesta. Me dijo que a ella, que vive de alquiler en el País Vasco, le han subido tanto la renta que ha decidido vender su piso de Madrid y comprarse uno allí, y me lo creo", dice Beatriz.

"Es curioso, porque antes de saberlo estaba pensando en irme, porque pensaba que tenía poder adquisitivo como para encontrar algo mejor, pero, SPOILER, no podía", comenta. De 650 subió a 700, luego a 800… hasta 1.000 por algo parecido a lo que tiene dentro de la M-30: "Es muy difícil. Los que están bien tienen el metro lejísimos, los que no son muy viejos... ¡el otro día vi uno por el que pedían 950 euros que tenía una terraza compartida con el vecino!".

La periodista ha detectado cambios en el mercado con respecto a la última vez que buscó piso: "Ahora hay muchas más agencias que en 2015, porque los caseros saben que los inquilinos estamos desesperados y que pagamos el mes de mordida sin rechistar, así ellos no tienen que hacer nada", argumenta. "También ves locuras, como gente que paga más de lo que le piden para adelantar a otros candidatos o anuncios que salen por 815 euros, a la hora son 875 y, cuando llamas al casero, te dice que va por 915, es desesperante".

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Nunca fue tan caro alquilar en Madrid

¿Le suenan estas historias? Si vive en Madrid, seguro que conoce alguna de primera mano, porque la ciudad atraviesa una ola de pánico con los alquileres. No hay un inquilino que no se ponga a temblar cuando piensa en la renovación de su contrato de arrendamiento, porque nunca ha sido tan caro alquilar en Madrid como ahora, ni siquiera en la cresta de la burbuja económica, allá por 2008. "En el último año la subida se ha notado especialmente, pero nosotros llevamos registrando subidas en el precio medio del alquiler en España desde marzo de 2015. Hemos cerrado 2017 con una subida histórica del precio del alquiler a nivel nacional, nada menos que del 8,9%, la mayor en una década. En Madrid el incremento es del 7%, pero es que aquí el precio empezó a subir mucho antes que en el resto del país", explica Beatriz Toribio, responsable de estudios del portal inmobiliario Fotocasa.

En Madrid la situación es dramática: como se muestra en el gráfico inferior, con respecto a 2008, los alquileres han subido un 17%. Con respecto a 2013, el punto más bajo, el incremento es de más del 32%. Mientras, la renta media de los madrileños ha caído más de un 7%. Simplificándolo al máximo, significa que los alquileres cada vez son más caros y los inquilinos más pobres: "Es innegable que el valor del suelo se está recuperando mucho más rápido que los salarios y, teniendo en cuenta que los ciudadanos hemos perdido mucho poder adquisitivo en los años de la crisis, esto genera que cada vez sea más difícil acceder a una vivienda, tanto de compra como de alquiler", afirma la experta.

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Volviendo a los casos particulares citados al principio, se habrán fijado que tienen un elemento común: todos firmaron sus contratos hace más o menos tres años. No es casual, porque 2013 y 2014 fueron años malditos para los arrendadores y prácticamente ninguno está dispuesto a continuar con las mismas condiciones. Además, fueron de los primeros en firmar bajo la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), que recortó de tres a cinco años la duración mínima de los contratos con el objeto de flexibilizar el mercado y sacar a la luz los pisos vacíos.

Así, vuelan desde hace unos meses los burofaxes informando a los inquilinos de importantes subidas. Y ya no es solo el incremento del metro cuadrado, sino que muchos propietarios han olido el negocio y van más allá. Según datos del portal inmobiliario Idealista, desde el pasado verano el precio medio de los inmuebles anunciados en el barrio de Cortes creció un 16%. En Latina, un 17%. En Centro y en Retiro, un 11%. En lo que respecta a los barrios periféricos, la situación es aún peor: en Carabanchel los precios de salida se disparan un 25% en solo seis meses. En Moratalaz un 26%, un 20% en Barajas, un 19% en Vallecas... "El efecto mancha de aceite es innegable, porque la mayor subida ahora se está registrando en los barrios de fuera de la M-30, como también ha sucedido en Barcelona. En el distrito Centro, como en otros de alrededor, se ha alcanzado el precio máximo: a partir de ahí el inquilino no está dispuesto a pagar, entonces le empujas a marcharse a otro barrio o a decantarse por la compra", argumenta Toribio.

Se ofertan pisos por 1.100 euros que el pasado verano estaban en 575 euros al mes

La locura de los alquileres se nota también en los casos concretos. Este estudio de 40 m2 en Cava Baja se ofertaba en junio de 2017 por 575 euros. Hoy, después de una mano de pintura, son 1.100 euros. Este piso interior en Chueca ha pasado de 975 a 1.400 en seis meses. Este bajo en Nueva España se ha encarecido 300 euros desde el verano y, por si fuera poco, exigen una fianza equivalente a seis meses de alquiler. "Hay bastantes extranjeros que vienen a España a trabajar durante un tiempo y se alojan en un Airbnb o en un hotel. Cuando se cansan de gastar dinero, ¿sabes lo que suelen hacer? Alquilar casas sin siquiera aparecer por allí, solo viendo las fotos. Llaman, hacen una transferencia y se las quedan", dice la agente de una agencia que prefiere mantener el anonimato.

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Ana vive en un piso de Delicias de 90 metros por el que paga 600 euros. Es una ganga, pero tuvo que convencer al casero para que se lo alquilase, porque llevaba tiempo vacío desde que falleció la anterior inquilina y no tenía intención de reformarlo: "Le convencí porque el piso estaba fatal. Las puertas no cerraban, las paredes parecían las de un psiquiátrico de las películas... todo se caía a trozos. Entonces yo lo pinté, arreglé las cosas estropeadas, saqué todos las pertenencias de la anciana... y ahora lo tengo muy bonito", dice Ana.

Como estipula la LAU, Ana tiene que renovar su contrato anualmente al llevar más de tres años. Si ninguna de las partes dice nada, se prorroga un nuevo año: "La semana anterior a que se cumpla el contrato lo pasó fatal, me da pánico que me llame el casero. Tanto que ya no dejo a entrar al casero, ni a la portera, a casa. Sé que si ven cómo está el piso, cómo lo he dejado, me lo van a querer subir, porque se está pagando el doble por lo mismo en este edificio".

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La ecuación es clara: si su contrato vence este año, asuma que solo mantendrá su nivel de vida pagando más; si quiere seguir pagando lo mismo, tendrá que renunciar al barrio o a los metros cuadrados. Como puede comprobar en el gráfico interactivo, si usted busca un piso de 60 metros cuadrados y quiere permitirse el lujo de mirar en cualquier barrio de la ciudad, necesita preparar un mínimo de 1.300 euros.

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¿Cuál es el problema?

Según la experta de Fotocasa, no hay una sola razón, sino la concatenación de varias, lo que está haciendo de Madrid una ciudad inaccesible para las rentas medias. "En primer lugar hay que mencionar el desfase entre oferta y demanda, que es el problema principal. Madrid, como sucede en otras grandes ciudades, tiene una demanda superior a la oferta". La siguiente pregunta es obvia: ¿por qué no hay más pisos en alquiler? "Hay que mencionar la popular turistificación, que está haciendo que muchos propietarios, sobre todo en las zonas céntricas, saquen sus pisos del mercado residencial y los pasen al turístico, porque les proporciona mayor beneficio. Y, por supuesto, otro motivo es que España es un país de compradores. Por defecto siempre queremos comprar. Incluso más de la mitad de los que viven de alquiler planean comprar en el corto plazo", explica Toribio.

Los pisos van a seguir subiendo, ahora en el extrarradio

Sin embargo, la crisis ha cambiado radicalmente la percepción que los españoles tienen del alquiler. Según estudios de Fotocasa, en 2011, cerca del 60% de los ciudadanos consideraban el alquiler como una forma de perder dinero; seis años después ese porcentaje ha caído al 20%. Tenemos mejor concepción del alquiler básicamente porque no podemos comprar. "Alquilamos más porque no podemos comprar. Ya no existe la financiación que disfrutamos durante el 'boom' del ladrillo y, después de haber salido de una crisis tan importante, pocos son los que tienen el 20% del precio del piso que los bancos exigen para darte una hipoteca. Por otra parte, muchas personas consideran que el alquiler se ajusta mejor a una nueva forma de sociedad en la que cambiamos más a menudo de trabajo y residencia que antes", continúa la especialista.

La peor noticia es que en el futuro solo se prevén subidas: "Con los tipos de interés a estos niveles, muchos inversores están comprando pisos para alquilarlos, lo que les genera una rentabilidad del 5%, muy por encima de lo que pueden obtener en deuda pública o en bolsa", dice Toribio. "Solo se esperan incrementos en el precio del metro cuadrado, tanto para alquiler como para la compra, pero especialmente en el mercado del alquiler, donde España tiene mucho recorrido, ya que solo uno de cada cinco vive en una casa rentada, una tasa que está muy por debajo de otros países del entorno como Francia o Alemania. ¿Qué puede esperar un madrileño a corto plazo? Aumentos en los pisos del extrarradio y ver cómo desaparecen aún más rápido que ahora de las webs inmobiliarias", zanja Toribio.

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