El pueblo pesquero de David Bustamante en Cantabria que merece una visita en verano: con soportales medievales y extensas dunas vírgenes
Integrada en el Parque Natural de Oyambre, esta villa pesquera cautiva con su trazado medieval, sus soportales de piedra y un litoral de playas abiertas al Cantábrico
Imponente templo medieval frente al mar en la villa cántabra enmarcada en el Parque Natural de Oyambre. (Portal de turismo del pueblo)
Bajo la luz cambiante del Cantábrico, una villa se alza entre verdes colinas y aguas tranquilas, combinando un casco histórico de piedra con un horizonte salpicado de playas infinitas. Su estampa, inmortalizada en fotografías y recuerdos, guarda una conexión muy especial con uno de los artistas más queridos de España. Es también uno de los núcleos costeros más representativos del litoral cántabro y forma parte del Parque Natural de Oyambre.
La villa está dentro del Parque Natural de Oyambre, espacio protegido desde 1988
Se trata de San Vicente de la Barquera, localidad natal de David Bustamante y uno de los destinos más singulares del litoral cántabro. Ubicada en el occidente de la región, esta villa marinera se asienta sobre una península que avanza hacia el mar, delimitada por la ría de San Vicente y el estuario del río Escudo. Su territorio forma parte del Parque Natural de Oyambre, espacio protegido desde 1988 que preserva marismas, dunas y playas de arena fina.
Un casco histórico con vistas al Cantábrico
Declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1987, la villa conserva su trazado medieval en torno a una colina que ofrecía antaño funciones defensivas. Entre sus monumentos destacan el Castillo del Rey, del siglo XIII, y laiglesia gótica de Santa María de los Ángeles, que forma parte del Camino de Santiago del norte. Desde estos puntos se contempla una panorámica única que combina estuario, playas y el puente de la Maza, construido en el siglo XV.
Las calles del casco antiguo invitan a pasear bajo soportales de piedra, detenerse en pequeñas plazas y recorrer barrios pesqueros donde el tiempo parece avanzar más despacio. A pocos metros, la lonja y el puerto deportivo recuerdan la importancia de la pesca en la historia local. Desde aquí parten las embarcaciones que abastecen cada día las mesas de la villa con pescado y marisco fresco.
Playas salvajes y rutas costeras
San Vicente de la Barquera ofrece un litoral con arenales extensos y escasa urbanización. La playa de Merón, con casi cuatro kilómetros, es la preferida por surfistas y amantes de los paseos junto al mar. Más cerca del centro, las playas de El Rosal y La Maza presentan aguas tranquilas y fácil acceso, ideales para familias. El litoral se completa con la playa de Oyambre, compartida con Valdáliga y flanqueada por dunas y praderas húmedas.
La huella de David Bustamante
El cantante ha llevado el nombre de su pueblo por toda España, y cada regreso es un reencuentro con su historia personal. Entre sus lugares emblemáticos se encuentra elsantuario de la Virgen de la Barquera, escenario de la popular fiesta de La Folía, y restaurantes como el Boga-Boga, donde es cliente habitual. El Auditorio Municipal lleva su nombre como homenaje de sus vecinos. Además, en 2024, el cantante fue distinguido como Sorropotunero Mayor, un reconocimiento que hace referencia al sorropotún, el plato tradicional de San Vicente de la Barquera. Esta receta marinera, elaborada con bonito y patatas, se degusta de forma especial durante las fiestas de La Barquera y El Mozucu, celebraciones muy arraigadas en la localidad.
Playa de Gerra y Merón al atardecer. (Flickr/Mackedwars)
San Vicente de la Barquera se presenta, así, como uno de los enclaves costeros más completos del norte de España. El pueblo de Bustamante reúne en pocos kilómetros lo que muchos viajeros buscan en Cantabria: patrimonio, naturaleza y autenticidad. La silueta de su casco histórico, recortada sobre el horizonte marino, resume una historia marcada por el comercio, la pesca y el paso de peregrinos. Ya sea siguiendo las huellas medievales de sus calles, explorando las playas abiertas al océano o participando en sus festividades, esta villa cántabra confirma, año tras año, que su atractivo no se limita a los meses de verano, sino que perdura en cualquier estación.