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Qué ver en Egipto: pirámides y templos surcando el Nilo en crucero

La visita a este país con tanta cultura y referencias históricas se convierte en una experiencia inolvidable cuando se navega por las aguas que le dan la vida

Pirámides de Gizah, en El Cairo (Egipto)

“Cosas maravillosas”. Con esta mítica frase describió Howard Carter los objetos que vislumbró al abrir la tumba de Tutankamón. El descubridor londinense no se imaginaba la realidad que encerraban sus palabras. Y es que Egipto es uno de los países con un turismo cultural más destacado, siendo cuna innegable de la historia relacionada con sus faraones, dioses y jeroglíficos. Precisamente su condición de estandarte histórico le convierten en una de las naciones preferidas por los amantes del pasado, que pueden disfrutar de las rutas programadas ofrecidas para recorrer sus principales atractivos a bordo de un crucero por el Nilo.

Luxor es una de las ciudades visitadas, resultando impresionante la contemplación de su templo. Las columnas, de un anchísimo grosor, tienen un diámetro tal que ni seis personas con los brazos abiertos logran circunvalarlas. Junto al de Luxor se conocerá el templo de Karnak, resultando ambos como el conjunto monumental más importante de Egipto. Por supuesto, el Valle de los Reyes no puede faltar en el recorrido. La necrópolis de Tebas acoge las tumbas que reinaron en las dinastías XVIII, XIX y XX; contándose entre ellas las de faraones tan afamados como Ramsés II, Tutmosis III o el propio Tutankamón.

Tras esta incomparable experiencia, el visitante hará un recorrido para conocer los Colosos de Memnon. Con este nombre se conoce a las dos grandes estatuas de piedra –de 18 metros si se tiene en cuenta la base sobre la que se sostiene– dedicadas a la figura del faraón Amenhotep III. Después de contemplar las 700 toneladas de roca que pesa cada una de las estatuas, se partirá rumbo a Edfú atravesando la esclusa de Esna. Con este tipo de mecanismos se regula el tránsito por el Nilo para salvar un desnivel de casi diez metros de altura.

Edfú, Kom Ombo y Asuán

A las puertas del templo de Edfú, el tiempo parece detenerse. En tamaño, es el más grande de Egipto –solo por detrás del de Karnak–; y en cuanto a conservación, puede presumir de estar en el 'top ten' de los que mejor han sobrellevado el paso de los siglos. Dedicado al dios Horus, su construcción data de la época helénica y en sus paredes pueden encontrase multitud de referencias a la divinidad celeste con forma de halcón.

De nuevo en ruta crucerística a través del Nilo, entre las paradas del barco aparece la que se realiza en Kom Ombo. Como curiosidad, esta localidad acoge el único templo del país dedicado a dos dioses diferentes: Haroeris –Horus el Viejo– y Sobek –dios de la fertilidad y la naturaleza, simbolizado con cabeza de cocodrilo y cuerpo de hombre–. Esta anécdota no es la única que ostenta Kom Ombo, pues también en sus dominios se puede ver el nilómetro –un pozo con forma circular construido durante el periodo romano– que mide las crecidas del caudal del Nilo.

Por la noche se navegará hacia Asuán, donde se encuentra la famosa presa cuya construcción se dilató durante once años –desde 1959 hasta 1970–. En concreto, los pasajeros del crucero por el Nilo visitarán la Alta Presa y conocerán de primera mano el famoso obelisco inacabado de las canteras al norte de la ciudad. Mientras se le daba forma se resquebrajó, por lo que los obreros abandonaron su diseño y se dejó sin concluir. Lástima que la piedra no aguantara los cinceles de los egipcios pues, de haberse logrado terminar, se hubiera convertido en el elemento de piedra elaborada más grande del mundo.

Abu Simbel y El Cairo

Antes de partir hacia la capital del país, los visitantes habrán disfrutado de un paseo a bordo de falucas, unas embarcaciones de pescadores muy típicas en Egipto que bordearán la isla Elefantina. La misma protección solar que se pongan sobre el cuerpo –el sol es muy fuerte y conviene proteger la piel de posibles quemaduras– será necesaria si eligen realizar la excursión opcional a otros de los símbolos egipcios más representativos: el templo de Abu Simbel. Actualmente, este monumento enclavado en la roca se encuentra a unos 230 kilómetros de su emplazamiento original, pues tuvo que ser trasladado piedra a piedra para ser salvado de quedar bajo el agua de la presa de Asuán.

Segmentado en bloques de 25 toneladas de media, los arqueólogos recrearon el 'puzle' cuya deconstrucción y nuevo alzamiento supuso un coste 40 millones de dólares empleados en las obras que duraron cuatro años –de 1964 a 1968–. Los trabajos mantuvieron intacto el fenómeno solar logrado por los antiguos egipcios: 61 días antes y 61 días después de que se celebre el solsticio de invierno –21 de febrero, cumpleaños de Ramsés II; y 21 de octubre, fecha de su proclamación como faraón–, el sol ilumina las estatuas de Amón, Ra y Ramsés. Tan solo queda en la sombra la escultura del dios Ptah, puesto que esta deidad se asociaba a la oscuridad.

El Cairo será la última parada de su viaje a través de Egipto, donde por fin conocerá las esperadas pirámides de Gizah y la enigmática esfinge sin nariz tantas veces fotografiada. De manera opcional, podrá contratar la bajada a una de las tumbas de las pirámides –experiencia no apta para personas en baja forma o con miedo a los espacios cerrados–; una visita a la ciudad de Menfis –capital del Imperio Antiguo de Egipto– y una excursión a la pirámide escalonada de Saqqara –fechada con anterioridad a las famosas construcciones de Keops, Kefren y Micerinos–.

No conviene dejar escapar la oportunidad de comprar entradas para ver el Museo Arqueológico del país, plagado de momias, enseres funerarios y un sinfín de elementos relacionados con esta antigua civilización. Además, en su interior también descansa el tesoro de Tutankamón, cuya famosa máscara de oro impresiona a todos los visitantes. La ciudadela, la mezquita de alabastro de Muhammad Alí o el laberíntico barrio de Khan El Khalili también merecen su tiempo. Ya sabe que, en Egipto, hay “cosas maravillosas”.

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