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VALENCIA, GOLPEADA POR LA GOTA FRÍA

La AEMET lleva días avisando de la DANA. ¿Por qué no sonaron antes las alarmas?

A primera hora de este martes, la agencia ya decretó la alerta máxima. Los avisos pidiendo evitar desplazamientos y quedarse en casa tardaron 12 horas, cuando las lluvias torrenciales ya estaban cayendo y el agua había hecho estragos

Vista del paso de la DANA en Picaña, Valencia. (EFE/Biel Aliño)

La DANA que ha arrasado gran parte de la provincia de Valencia ha dejado tras de sí decenas de muertos y desaparecidos, miles de personas atrapadas durante horas en sus casas, coches o tejados, vías ferroviarias, marítimas y aéreas fuera de servicio, así como enormes daños materiales imposibles de cuantificar en este momento. Pero, como suele ocurrir cuando un fenómeno natural inflige un golpe de estas características, en medio de la conmoción surge la pregunta de si todo esto se podría haber evitado y se pone el acento en si las medidas de alerta y prevención han funcionado correctamente.

“Aunque hay que hacer un estudio más detallado, en cantidad de precipitaciones estamos ante una de las más importantes del siglo, junto a las ocurridas en los años 57, 82 y 87”, explicaba este miércoles por la mañana Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), en una entrevista en televisión, a la par que subrayaba que la gran cantidad de pérdidas de vidas humanas la convierte en la peor en ese sentido.

“Seguimos siendo vulnerables”, añadía, haciendo referencia a que los avances tecnológicos no han sido suficientes para evitar consecuencias mayores a las de hace décadas. Del Campo puntualizaba que, aunque el fenómeno de lo que antes se conocía como gota fría es bastante habitual, en esta ocasión se ha comportado de manera diferente. “No fue una tormenta normal de media o una hora, que también causaría daños, pero no como estos. Aquí tuvimos tormentas que estuvieron constantemente recargándose y cayendo sobre el mismo lugar”.

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Lo ocurrido en Valencia no se explica únicamente con la DANA (depresión aislada en niveles altos). “Las condiciones eran tremendamente favorables”, apuntaba el portavoz de la AEMET. Una de las cosas que ha ayudado a agravar las tormentas fue la presencia de una borrasca girando en sentido contrario a las agujas del reloj que facilitó la entrada de vientos del levante, añadiendo humedad. Además, se formó lo que se conoce como un sistema convectivo mesoescala, una tormenta que se genera sobre un lugar y permanece en él, cebándose con un punto en concreto. “En algunos lugares como Chiva, en una hora cayó el volumen de agua que cae en todo un año”.

Todas las alertas lanzadas se vieron superadas por el temporal

La cuestión es que a primera hora de la mañana del martes, a las 8:00, la AEMET ya cambió el nivel de alerta, que pasó del color naranja de las jornadas anteriores a rojo ante la previsión de lo que podía ocurrir. En su perfil de Twitter publicaron a las 8:04 horas un mensaje que hablaba de riesgo extremo y pedían evitar desplazamientos en esas horas.

Solo hay que dar un repaso a sus perfiles oficiales en redes sociales para ver cómo llevaban publicando pronósticos y mensajes de aviso, en los que pedían prudencia ante la posibilidad de que las peores hipótesis se hiciesen realidad. El pasado domingo, a media mañana, se publicó un aviso especial en el que ya se hablaba de la posibilidad de lluvias torrenciales.

Dos días antes, algunos ya advertían de la furia con la que la DANA podía golpear a la zona del Levante español. Juan Jesús González Alemán, doctor en Física y miembro de la AEMET, publicó en su cuenta de X, antes conocida como Twitter, un pronóstico de lo que podía llegar a ocurrir. “Tiene mucho potencial de entrar en las de alto impacto”, escribió la semana pasada. Este miércoles, tras ver los efectos de la DANA, publicó otro tuit en el que afirmaba que la realidad es compleja pero que "la predicción científicaba ya avisaba de que algo muy gordo podía ocurrir".

Todo esto ha alimentado un torrente de críticas y un encendido debate sobre el momento escogido para enviar las alertas a los móviles de millones de personas en la zona a través del sistema ES-Alerts, que además de mostrar un mensaje, emite un pitido para cerciorarse de que el receptor lo lea. Se hicieron dos envíos masivos, uno a las 20:10 y otro a las 20:57. En el primero se pedía evitar desplazamientos. En el segundo se pedía que la gente permaneciese en casa. La cuestión es que se realizaron más de 12 horas después de que se decretara el nivel rojo de alerta. Los de la AEMET no fueron los únicos avisos tepranos de que la situación podía llegar al límite. La Confederación Hidrográfica del Júcar alertó a las 12:00 del mediodía del día 30 de octubre que la situación del caudal de la rambla del Poyo en Riba-Roja era alarmante

La idea generalizada es que, de haber lanzado la Generalitat los avisos al mismo tiempo que la AEMET, se hubieran podido impedir decenas de miles de desplazamientos de riesgo. Es una queja similar a la que ocurrió con Filomena en Madrid, cuando muchos conductores estuvieron atrapados durante la noche en carreteras de la capital. Entonces ya se puso sobre la mesa esta cuestión y muchos se preguntaron por qué no se lanzó el aviso a mediodía para evitar estas estampas.

Otras fuentes, como el catedrático Jorge Olcina, climatólogo y catedrático de la universidad de Alicante, plantean también modificar la escala de riesgo e incluir un nivel negro para episodios extremos como estos y que la ciudadanía sea realmente consciente del riesgo, tal y como explicaba en una entrevista en la SER.

Un fenómeno cada vez más habitual

La mejora del sistema de alertas es uno de los múltiples retos en torno a estas DANA que, tal y como advierten los expertos en años recientes, se van a volver más frecuentes y extendidas en el tiempo por culpa de la tropicalización del mar Mediterráneo. En los últimos años, el agua ha superado en varios puntos los 30 grados de temperatura, registros más propios del Caribe.

Ese calor no significa necesariamente que vaya a llover de forma torrencial, pero sí es un ingrediente fundamental en desastres como los que se han vivido en Valencia. Cuando aparece una masa de aire frío, como puede ser una gota fría, y entra en contacto con una zona cálida y con abundante vapor de agua, se producen este tipo de tormentas.

La playa de Valencia, el miércoles por la mañana. (EFE/Biel Aliño)

El problema no solo es ese aumento de temperaturas, sino el momento en que se produce. Tradicionalmente, los picos se registraban a finales de agosto. Ahora, sin embargo, se registran mucho antes y se alargan en el tiempo. Que las temperaturas veraniegas sigan haciendo acto de presencia bien entrado el otoño ayuda a que el calor del agua no se disipe correctamente y las condiciones para que se produzcan estos hechos siguen vigentes mucho más tiempo.

Por mucho que sea un fenómeno que se provoque en el litoral, esto no significa que las localidades del interior estén a salvo, como ha quedado demostrado en esta ocasión, donde ciudades como Utiel, a casi 100 kilómetros de la costa, han registrado la mayor cantidad de lluvias. Cuando las precipitaciones caen en estos lugares y no junto al mar, el peligro es doble. En localidades costeras, el excedente de agua probablemente acabe evacuándose por sí sola en el mar. Sin embargo, en el interior, especial en zonas en altura sobre el nivel del mar, puede alimentar el cauce de manera muy abrupta, algo que puede provocar crecidas e inundaciones en el resto del transcurso del río.

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