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La eficacia de la dictadura

Las lecciones que España tiene que aprender de China en la crisis del coronavirus

La OMS ha alabado al Partido Comunista por su gestión de la crisis sanitaria. Ahora, en China se ve con estupor que el resto del mundo no aprenda de su experiencia

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. (EFE)

“Me sorprende el descontrol que hay en Europa. Parece que ni las Autoridades ni la gente se toma en serio la amenaza del coronavirus”. Así de rotundo se manifiesta Chen Shufeng, un joven de Shanghái que, como muchos otros empleados en la capital económica de China, lleva varias semanas trabajando desde casa y siguiendo al minuto las noticias sobre la propagación del SARS-CoV-2 por el mundo. “La Organización Mundial de la Salud ha aplaudido las medidas que ha tomado China, pero parece que en el extranjero todo es un caos y por eso los casos nuevos que se registran cada día en el resto del mundo superan a los nuestros”, dispara.

Efectivamente, desde el pasado día 26, se registran más contagios fuera de China que dentro. Y la OMS aplaude a Pekín. “La experiencia de China con el Covid-19, y el trabajo que está haciendo para hacerle frente, es algo de lo que el mundo debe aprender”, ha afirmado la organización. “Debemos agradecer lo que ha hecho China porque sus drásticas medidas nos han dado más tiempo para prepararnos”, añadió Bruce Aylward, uno de los especialistas de la OMS que ha visitado China. Los científicos que lo acompañaron hasta Wuhan, epicentro de la epidemia, coincidieron en señalar que el descenso en el número de casos registrados en el gigante asiático es real y no una invención de la propaganda comunista.

“Miles de personas no se han infectado por las medidas implementadas”, sentenció Aylward. No obstante, la OMS reconoce que esas restricciones no tienen por qué funcionar en todo el mundo. En cualquier caso, ¿qué ha hecho China que no se está haciendo en otros países?

Una operaria realiza controles de temperatura en el aeeropuerto de Pekín. (Reuters)

1. Tomarse en serio el peligro

El coronavirus no es la gripe común. Su capacidad para infectar a las personas es notablemente superior —en torno al doble, según diferentes estudios—, lo mismo que su tasa de mortalidad —entre cinco y 40 veces más, dependiendo del lugar y de la cepa de la influenza—. Pero, sobre todo, el peligro del SARS-CoV-2 reside en su capacidad para agotar los recursos médicos del sistema sanitario. Si la gripe ya colapsa a menudo los servicios de Urgencias, el coronavirus puede provocar un caos mayor, ya que un número importante de infectados —entre el 10% y el 15%— acaba ingresando en la UCI. Sin duda, el cuidado que reciben allí es vital para rebajar la mortalidad.

“Simplemente, no hay suficientes camas ni personal. Eso no solo afecta a los infectados, también a quienes sufren otras enfermedades y no reciben la atención que requieren. Por eso, China no ha desdeñado el peligro que supone el coronavirus en ningún momento”, comenta un médico del Hospital de Ruijin, en Shanghái, uno de los más prestigiosos de la ciudad. “Para controlar la epidemia, nos hemos visto obligados a reducir el tiempo que dedicamos al tratamiento de enfermos crónicos. Afortunadamente, estamos tratando de desarrollar herramientas digitales para ofrecer servicio a domicilio siempre que sea posible”, apunta la portavoz de la Comisión de Sanidad de Shanghái, Zheng Jin.

2. Más vale prevenir que curar

Después de haber reconocido el peligro que supone el coronavirus, donde China ha marcado realmente la diferencia con el resto del mundo ha sido en las medidas que ha puesto en marcha para contener la epidemia. Empezando desde la cuarentena impuesta a todos los ciudadanos de la provincia de Hubei y a un buen número de quienes se han movido por el país y el extranjero —en total, casi 60 millones de personas, más que la población de Italia—, hasta el cierre de comercios, fábricas, e instituciones públicas.

Wuhan, durante la cuarentena de la ciudad. (Reuters)

En definitiva: desde que el Gobierno declaró el cierre a cal y canto de Wuhan el pasado 23 de enero, la segunda potencia mundial ha priorizado la salud de sus ciudadanos sobre los efectos de sus drásticas medidas en la economía. “También se puede pensar que ha preferido concentrar el impacto económico en el primer trimestre, asegurarse de que acaba con el virus, y evitar así que el daño sea mayor y se alargue en el tiempo”, opina el vicepresidente de la Cámara de Comercio Europea en China, Carlo Diego D’Andrea.

En cualquier caso, China va a pagar caras las consecuencias. El crecimiento económico, que ya se encontraba en mínimos de las últimas tres décadas, puede incluso terminar siendo negativo en el primer trimestre. Sería la primera vez que eso sucede desde que se fundó la República Popular, y las consecuencias se van a sentir en todo el mundo: instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial ya han advertido de que el coronavirus puede dar al traste con la recuperación global.

La segunda potencia mundial ha priorizado la salud de sus ciudadanos sobre los efectos de sus drásticas medidas en la economía

“China ha mostrado gran responsabilidad en la gestión de la crisis sanitaria. Por eso, vemos con preocupación y cierta rabia que el resto del mundo, sobre todo en Europa, no se tomen medidas similares para evitar que el virus se propague y, en el peor de los casos, se haga endémico como la gripe. Entiendo que a los gobiernos democráticos les cueste poner en marcha medidas antipopulares, pero deberían tener visión a más largo plazo”, critica un empresario español con sede en Ningbo que prefiere no dar su nombre.

Así, se ha llegado a una situación cuando menos curiosa: China impone ahora la cuarentena a quienes llegan de países incapaces de controlar sus brotes, entre los que se encuentran países en vías de desarrollo como Irán, pero también otros desarrollados y democráticos como Corea del Sur o Italia. China ya ha detectado varios contagios importados desde allí.

3. Levantar hospitales de campaña

Uno de los momentos en los que China ha maravillado al mundo durante la crisis del coronavirus se ha dado cuando decidió levantar dos hospitales de campaña en solo 10 días. Aunque su calidad es cuestionable y muchos lo ven como un acto propagandístico, han servido para aislar a un buen número de infectados del resto de la población hospitalaria. “Las cuarentenas pueden ser peligrosas para quienes no están contagiados, como se ha demostrado en Japón con la que se decretó en el interior del crucero Diamond Princess. Por eso, lo mejor es establecer instalaciones específicas para quienes dan positivo o presentan los síntomas de la Covid-19”, explica el doctor de Ruijin.

El hospital de Wuhan construido en 12 días.

Ni es sencillo ni resulta barato levantar hospitales de campaña o instalaciones para realizar cuarentenas, pero China está convencida de que son un elemento de gran ayuda. Y los resultados parecen darle la razón. “También pueden servir para proteger mejor al personal sanitario”, añade el médico chino.

4. Utilizar las nuevas tecnologías

Una de las cosas que más sorprendió al inicio de la crisis sanitaria, tanto a chinos como a europeos, fue que en la Unión Europea no se estableciesen siquiera controles a la llegada de quienes aterrizaban en su territorio. En España, al principio, ni siquiera se quería permitir que la Guardia Civil se protegiese con mascarillas, y nunca se estableció un control de temperatura. El Ministerio de Sanidad respondió por Twitter que sigue las recomendaciones de la OMS, algo que no es cierto porque la organización desde el principio recomendó establecer controles. En China, sin embargo, los termómetros de infrarrojos están por doquier, lo mismo que las cámaras térmicas. De hecho, en Chengdu ya patrullan efectivos armados con cascos capaces de detectar la temperatura corporal a cinco metros de distancia.

Un hombre con mascarilla camina por una calle de Shanghái. (Reuters)

Es cierto que no faltan quienes afirman que estas medidas son ineficaces porque el virus tiene un período de incubación de hasta 24 días y se han detectado varios casos asintomáticos que pasarían desapercibidos en un control de temperatura. Pero, aunque no hay estadísticas oficiales, esos termómetros también han servido para identificar a contagiados. “Además, dan confianza a la población, que ve que se están tomando medidas. No se puede dejar a un lado la vertiente psicológica que tiene una situación así”, comenta el médico de Ruijin.

Finalmente, están los nuevos sistemas de control de la población: desde las cámaras de reconocimiento facial, hasta las aplicaciones que rastrean los movimientos y que se han convertido en el pasaporte de los ciudadanos. “Hemos enviado 952 millones de mensajes informando sobre la epidemia, y hemos utilizado las nuevas redes 5G para desarrollar plataformas médicas de largo alcance”, comenta Wang Tianguang, vicesecretario de Comunicaciones del Ayuntamiento de Shanghái. El Gobierno ha hecho hincapié en que el Gran Hermano que ha construido, a menudo con fines represivos, es útil para identificar a la gente que ha podido estar en contacto con infectados. En el mundo democrático, sin embargo, esa cesión de datos privados es difícil de digerir.

5. Transparencia científica

China también ha dado una lección importante no por sus aciertos sino por el principal error que ha cometido. Durante el inicio de la epidemia, las autoridades provinciales de Hubei optaron por barrer al coronavirus debajo de la alfombra, y castigaron a los médicos que dieron la voz de alarma. El fallecimiento de Li Wenliang provocó una crisis política a nivel nacional, y después se ha sabido que los laboratorios que primero identificaron el SARS-CoV-2 fueron obligados a callar y a destruir los documentos. Eso, sin duda, propició la propagación del coronavirus y, sobre todo, retrasó la toma de las medidas que luego sí han tenido éxito en su contención.

Personal sanitario en la ciudad de Xiaogan, en Hubei. (Reuters)

Afortunadamente, los científicos chinos sí que actuaron con mayor celeridad y transparencia en lo que se refiere a la secuenciación genética del coronavirus. Eso ha permitido que los expertos de todo el mundo hayan arrancado investigaciones de todo tipo, incluidas las que pueden dar como resultado una vacuna. Pero tan importante como la transparencia científica es la política: las medidas que se van a tomar deben ser claramente detalladas al público e implementadas con el menor número de discrepancias posibles. “No habría tenido sentido que España controlase la llegada de quienes volaban desde China si no se hacía lo mismo en el resto del espacio Schengen. Debe establecerse un criterio unificado para territorios en los que no hay fronteras”, advierte el médico chino.

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