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icono para matemáticos y mujeres

Mucho más que matemáticas: lo que el mundo pierde con la muerte de Mirzakhani

Matemáticos valoran para Teknautas la carrera de la investigadora iraní fallecida el pasado sábado: su medalla Fields aportó tanto a enriquecer la ciencia como a mejorar la sociedad.

Maryam Mirzakhani en el campus de la universidad californiana (Stanford)

El sábado nos dejó Maryam Mirzakhani, la matemática iraní que en 2014 se convirtió en la primera mujer en ganar una prestigiosa medalla Fields, un premio habitualmente destinado a hombres blancos y procedentes de un país occidental.

Los obituarios ofrecieron algunas pinceladas biográficas sobre su infancia en Irán o sus años en las universidades de Harvard (Cambridge, Massachussets) o Stanford (Palo Alto, California), lugar cerca del cual exhaló su último aliento tras sufrir una recaída del cáncer de mama metastático que ya había alcanzado su médula osea.

El 13 de agosto de 2014, durante la celebración del Congreso Internacional de Matemáticos en Seúl (Corea del Sur), su nombre fue elevado a los altares al ser condecorada con la máxima distinción que un matemático puede recibir. Cerca de Mirzakhani, a la que acompañaban su marido y su hija pequeña a la ceremonia, estaba aquel día en primera fila Manuel de León, investigador del CSIC y fundador del Instituto de Ciencias matemáticas (ICMAT).

Mirzakhani brilló en el estudio de las llamadas superficies de Riemann, que incluyen objetos como esferas con varios agujeros o el célebre 'toro'

"Estaba todavía en el comité ejecutivo de la Unión Matemática Internacional cuando fue el congreso donde se le concedió la medalla, yo la conocí allí", cuenta De León a Teknautas. El día anterior, el matemático español se había enterado por Ingrid Daubechies, la entonces presidenta de la UMI, que un año antes Mirzakhani había sido diagnosticada con la enfermedad. "Nos dijo que iban a intentar que la presión mediática no fuese muy grande, porque siendo la primera mujer y además iraní, el anuncio iba a tener muchísima repercusión", recuerda.

Por estas razones, ese día, la nueva medallista Fields no atendió a los medios ni ofreció una conferencia. Sin embargo, su estrellato y el cambio que estaba promoviendo dentro y fuera de su país natal ya eran irreversibles.

Su aportación a la ciencia

Mirzakhani brilló en un campo de las matemáticas con mucha actividad en los últimos años, en el estudio de las llamadas superficies de Riemann, que incluyen por ejemplo objetos como esferas con varios agujeros o el célebre toro, que es una superficie similar a la de un donut o a un neumático hinchado.

"Era una persona que inicialmente quería ser escritora y heredó la pasión por la ciencia de uno de sus hermanos", explica Manuel de León, "tenía una gran capacidad creativa como se aprecia en esas imágenes que hay de ella, en el suelo, haciendo dibujos de superficies". Para el matemático español, "las contribuciones de Mirzakhani son muy teóricas, de geometría algebraica y diferencial, intereses también conectados con problemas de física teórica como el modelo estándar o la teoría de cuerdas".

"El perfil de Maryam era interdisciplinar dentro de las matemáticas, ella no sólo hacía topología, también hacía cosas más complejas donde se mezclaban la topología con la geometría o el análisis, es decir, era una mujer, que como todos los grandes en matemáticas, reúnen varios campos", explica la matemática Marta Macho Stadler, profesora de Geometría y Topología en la Universidad del País Vasco. "Cuando ganó la medalla Fields ella decía que era casi como un juego, revelaba que era lenta y que dibujar garabatos le ayudaba a entender mejor las cosas. Lo decía de una manera tan humana y tan humilde que parecía estar haciendo cosas irrelevantes, pero era algo realmente complejo".

Su aportación a la sociedad

Pese a haber coincidido fugazmente con ella, De León quedó impresionado con su aspecto. "Casi la estoy viendo ahí delante, tenía una apariencia muy menuda, mucho más de la impresión que da en las fotos, con unos ojos muy grandes y una gran fuerza interior, era muy alegre".

Desgraciadamente, sus momentos de máxima exposición pública coincidieron con los más amargos de su tratamiento contra el cáncer. Era un icono y un ejemplo, pero apenas se dejó ver en estos tres últimos años. "Ella tenía un perfil muy del tipo de personas que hacen grandes avances en matemáticas, esa especie de timidez y ganas de que, cuando te dan un premio, aparten rápido el foco", dice Macho, "para muchos investigadores, estos premios tan mediáticos son casi una losa".

La matemática iraní dando clase en Stanford.

Pero lo cierto es que, para muchas jóvenes estudiantes, no hacía falta que apareciera en escena. Su ejemplo ya era bastante. "Para las matemáticas con las que mantengo el contacto habitualmente la medalla a Mirzakhani supuso una liberación, un decir: nosotras también estamos ahí", dice De León, "la pena es que su enfermedad le impidiera dar más conferencias, porque habría tenido una influencia muy grande y habría sido un revulsivo aún mayor, para el mundo matemático y para las mujeres".

Estos dos últimos días, medios como The Guardian recogían que los periódicos iraníes habían roto un tabú al mostrar en sus portadas a Mirzakhani sin el hiyab. En realidad, esto no es algo novedoso. Ya en 2014, medios locales y de control estatal, como la agencia ISNA, dieron la noticia de la medalla Fields mostrando a la matemática sin velo. El orgullo patriótico por el premio había pesado más que la discriminación contra las mujeres impuesta desde la instauración de la república islámica.

"Era una gran genio y la noticia de su muerte ha sido un jarro de agua fría, una mujer joven, con una hija y toda la vida por delante", resume Macho Stadler, "queda su ejemplo y ojalá en 2018 le den otra medalla Fields a una o más mujeres".

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