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Probamos el Samsung Galaxy S8: no lo dudes, este es el mejor Android del 2017

Tiene algunas mínimas pegas (Bixby, el escáner de iris y el de huellas dactilares) que no empañan el teléfono que va a marcar el estándar que seguirá el resto de la industria

Samsung Galaxy S8. (Enrique Villarino)

Samsung ha vuelto y lo ha hecho por la puerta grande. No hay discusión alguna: el Galaxy S8 es uno de los mejores teléfonos del año y, si no lo arregla el próximo Google Pixel, sin duda el mejor Android de 2017. No sólo eso, es un terminal que va a marcar tendencia y que muestra el camino a seguir a los fabricantes de telefonía en los próximos años. A nadie se le escapa que el próximo iPhone tendrá unas líneas muy similares a las presentadas por Samsung: una pantalla enorme, un rendimiento excepcional y una cámara fuera de serie. ¿Defectos? Los tiene, pero no consiguen empañar la experiencia final.

Un vistazo al Samsung Galaxy S8, en vídeo:

El Galaxy S8 es un teléfono que te entra por los ojos pero te gana cuando lo tienes en la mano. Los responsables de Samsung ya lo comentaron cuando desvelaron el teléfono, a puerta cerrada, a finales del pasado mes de marzo: "Queremos que sea un terminal que la gente vea por la calle y sienta la necesidad de poseer". No ha habido persona que se haya cruzado estos días con él y que no haya mostrado una mueca de sorpresa ante sus formas y, sobre todo, su pantalla.

Hemos probado un modelo S8+, cuyo panel se va a las 6,2 pulgadas y que, junto a un iPhone 7 Plus (con 5,5"), es un poco más largo pero más estrecho. Esta disposición se traduce en un teléfono que permite llegar al otro extremo del terminal con una mano y con comodidad y que estiliza el acabado ya que el diseño final es más alargado que de costumbre, al estilo de lo que ya hemos visto en el LG G6.

El único problema que presentan este tipo de pantallas, y al que más nos vale acostumbrarnos, es la imposibilidad de alcanzar la zona superior. En el caso del Galaxy S8+, este problema es más acentuado. Por eso, en líneas generales, el modelo 'pequeño', cuya pantalla es de 5,8 pulgadas, es probablemente la opción más sensata para la mayoría: ofrece un panel superior al de muchos otros terminales pero en un tamaño muy compacto.

Otro punto a favor del S8 reside en la curvatura de la pantalla. El concepto es el mismo que el fabricante coreano ya incluyó en los modelos Edge del S6 y S7 aunque esta vez la han modificado ligeramente. La curvatura no es tan pronunciada y esto se traduce, de buenas a primeras, en que es más complicado activar la pantalla por error cuando se está cogiendo con algún dedo cerca de los bordes. Según los ingenieros de Samsung, la medida también estaba destinada a mejorar el agarre aunque uno siempre tiene la sensación, con estos terminales, de que en cualquier momento se te pueden caer de las manos.

Otro punto importante del S8 está situado bajo la famosa pantalla. El botón home ha desaparecido y, vista la solución tomada por Samsung, parece una decisión inevitable que el resto de fabricantes acabará adoptando en esa lucha desesperada por eliminar cualquier marco en el frontal de la pantalla. Lo interesante es que la decisión es todo un acierto: el botón sigue estando ahí, aunque integrado en la pantalla, y al pulsarlo recibes un 'feedback' al estilo del iPhone 7. Durante estos días de pruebas no nos ha sido necesario buscarlo con la vista porque después de tantos años de uso es una acción tan cotidiana y automatizada como el 'pin' de nuestra tarjeta de crédito.

Aunque a Europa no ha llegado el modelo con Snapdragon 835, el Exynos Octacore 8895 se ha revelado como un procesador con mejor rendimiento en la mayoría de pruebas de rendimiento a las que se ha sometido al teléfono. Lo que sí que parece que varía es la vida de la batería en función del procesador que tenga el móvil y, de nuevo, los compradores españoles están de enhorabuena: las pruebas técnicas realizadas hasta la fecha certifican que los teléfonos con Exynos pueden alargar la vida útil hasta una hora más que aquellos que cuentan con Snapdragon aunque es importante señalar un punto: el 'benchmark' al que le hemos sometido en Teknautas le deja sólo por debajo de un rival, el iPhone 7.

En lo relativo a la batería, estamos ante otro teléfono que aporta buenas noticias: con un día de uso continuado (WhatsApp, redes sociales, fotografías, navegación), la carga todavía estaba algo por debajo del 30%. Habida cuenta de los problemas que ha tenido Samsung en este aspecto en los últimos meses, no estamos ante una mejora radical respecto a lo visto en otros productos de la competencia, pero Samsung no podía jugársela. Mantener la configuración vista en los dos modelos del S7 parece una opción más que adecuada.

Cámara: un sabor agridulce

Estamos ante una óptica prácticamente calcada a la del S7 que nos deja un sabor agridulce: no supone un importante salto sobre su predecesora y, sin embargo, sigue siendo una de las mejores cámaras del mercado. Desde un punto de vista de 'hardware', existen pocas diferencias entre la cámara del S8 y la del S7. La trasera monta un sensor de 12MP, tiene una apertura focal f1.7 y estabilizador óptico. La delantera sí que presenta alguna novedad: de los 5MP que tenía el S7 pasamos a 8MP y la misma apertura que en la montura trasera.

A pesar de contar con prácticamente los mismos componentes, Samsung asegura que ha integrado mejoras por 'software' para que el resultado final de las imágenes sea el mejor posible. ¿Cómo? Captando varias imágenes cada vez que pulsamos el disparador y recogiendo lo mejor de cada una.

Si nos fijamos en el 'software', el Galaxy S8 ha incorporado algunas funciones pensadas para que el usuario pueda utilizarla con una sola mano. Por ejemplo, deslizar el dedo a izquierda y derecha mientras pulsamos el disparador regula el zoom mientras que hacerlo hacia arriba o hacia abajo en cualquier lugar de la pantalla alterna entre la cámara delantera y la trasera.

También podemos regular la luz que capta el sensor una vez hemos enfocado el elemento de la imagen que queremos resaltar, una opción presente en la gran mayoría de móviles del mercado.

Mover el dedo hacia la derecha abre el menú en el que se pueden escoger los diversos modos mientras que hacerlo hacia la izquierda despliega los diferentes filtros que se pueden aplicar.

No acaban ahí las novedades ya que Samsung ha añadido su propia colección de 'stickers' para que el usuario no deba acudir a Snapchat o a Facebook para embellecer sus imágenes o los selfies que comparta con familia y amigos. Los hay desde los tradicionales que alteran nuestro aspecto hasta los sellos que añaden alguna palabra concreta a nuestras capturas.

El S8 frente al iPhone 7 Plus

Hemos probado el Galaxy S8 en una serie de escenarios muy concretos. Hemos tomado la clásica imagen de la fachada del edificio donde se encuentra El Confidencial, una macro, otra toma con elementos en primer y segundo plano para ver cómo trabaja la distancia focal, e instantáneas captadas en condiciones de baja luminosidad.

Uno de los aspectos que más saltan a la vista es la diferencia en los blancos y en la viveza de los colores. En el primer aspecto, el Galaxy S8 nos ha dado la sensación de ofrecer mejores resultados mientras que en el segundo el iPhone otorga tonos más neutros mientras que el terminal de Samsung satura más las imágenes. Un ejemplo lo tenemos bajo estas líneas.

En cambio, los blancos del iPhone 7 Plus son algo más amarillentos y los verdes de los árboles más apagados.

Otro ejemplo de esta diferencia en el tratamiento de los blancos lo tenemos en las siguientes imágenes. Hay que fijarse en el techo, donde el Samsung capta un blanco más blanco.

El del iPhone 7 Plus ofrece una versión algo más amarillenta.

Captando elementos en diferentes planos no hemos notado diferencias notables. Puede que el Galaxy S8 haga un mejor trabajo gracias a esa labor de realzar los colores.

En el caso del iPhone no hay una diferencia notable aunque sus colores más planos logran que el contraste de los elementos de la imagen no tenga tanta fuerza.

Donde sí que hemos observado un salto de calidad es a la hora de aplicar el macro y fotografiar un objeto, en este caso unas hojas, muy de cerca. Y el Galaxy S8, pese a contar con una óptica de hace un año, sigue siendo un teléfono muy robusto como lo demuestra este ejemplo.

La comparación es especialmente significativa si tenemos en cuenta que el iPhone cuenta con una cámara dual y con una tecnología que le debería permitir jugar mejor con esa profundidad de campo a la hora de realzar objetos en primer plano.

La prueba de fuego llega con la puesta de sol. Y ahí nos hemos llevado una sorpresa. Esperábamos que el Galaxy S8 siguiera siendo una de las referencias en el ámbito de la telefonía móvil y dejara al iPhone en mal lugar y el teléfono de Apple ha salido muy airoso. Tanto, que en este apartado es el Galaxy el teléfono que ofrece tonos más amarillentos.

El iPhone 7 Plus ofrece unos tonos más naturales, no tan amarillos. Las imágenes nocturnas siempre han sido uno de los puntos débiles de Apple pero en esta ocasión el teléfono diseñado en Cupertino sale más que bien parado.


Que Samsung decidiera mantener la misma cámara del S7 para el modelo de este año fue un pequeño chasco. Pero los primeros resultados obtenidos con la cámara del nuevo Galaxy son muy satisfactorios. Y lo son porque la óptica del modelo del año anterior era una de las mejores del mercado, lo que le permitía contar con una ventaja de varios cuerpos respecto a sus rivales.

El hecho de tomarse un año casi 'sabático' en este aspecto significa, muy probablemente, que la competencia vaya a igualar estas prestaciones a lo largo del año. Será interesante ver qué consigue Apple con el próximo iPhone o si Google es capaz de mejorar los resultados obtenidos con el Pixel. Hasta ese momento, la del Galaxy seguirá siendo una de las mejores cámaras del mercado aunque es una pensa pensar que el S8 habría sido un teléfono soberbio si el fabricante coreano hubiera decidido mejorar las especificaciones.

El Galaxy tiene su dosis de problemas

Son tres y se pueden enumerar con rapidez: el sensor de iris, el de huellas dactilares y Bixby. El primero de todos es un chasco teniendo en cuenta que esa misma tecnología, en el Galaxy Note 7, funcionaba de manera impecable. En estos días de uso me he encontrado con numerosos problemas a la hora de desbloquear el teléfono con la mirada cuando en el Note 7 era un proceso casi instantáneo.

El sensor, además, registra el mismo problema que ya sufría el Note 7. El proceso es farragoso cuando desbloquearlo con la huella digital es un proceso mucho más ágil y en el que Samsung tendrá que trabajar para lograr que sea, por lo menos, tan fluido como el anterior.

Pasa de los sensores de iris y de huellas, el reconocimiento facial es el mejor método para desbloquear el teléfono

Pero, a diferencia de teléfonos anteriores, Samsung se encuentra con un doble problema a la hora de autenticar al usuario. Si el sensor de iris no puede sacar pecho, poco más puede decir el de huellas dactilares. Al desaparecer el botón home, este sensor se ha ido a la zona trasera del teléfono, al lado de la cámara. La decisión es extraña ya que los sensores traseros siempre han estado en la zona central y dar con él cuesta. Tanto, que al final uno opta por la tercera opción para desbloquear el Galaxy.

El reconocimiento facial es la verdadera joya de la corona en este apartado. Incluso para el que escribe esto, que con gafas suele tener problemas de reconocimiento con algunas tecnologías, la experiencia ha sido impoluta, al estilo de lo veloz que es un iPhone desbloqueando el teléfono mediante Touch ID. Esto sí es el futuro.

No podemos cerrar nuestro repaso a los aspectos negativos sin citar a Bixby. Quizá sea injusto meterle en este saco cuando el asistente de voz todavía no está disponible pero, más allá de que el asistente sólo sirva para algunas funciones (realidad aumentada, escaneo de botellas de vino, compras 'online'), la solución de Samsung no ofrece argumentos de peso que te empujen a utilizarlo con frecuencia.

De hecho, se agradece que el fabricante coreano trate de dar una vuelta de tuerca al concepto (tiene su propio botón dedicado, debajo del control del volumen) pero, después de probarlo en un par de ocasiones, Bixby acaba en el mismo cajón que Siri, Cortana o el asistente de Google.

¿Me lo compro?

Incluso si tienes un Galaxy S6 o S7 (en este último caso es más difícil justificar un nuevo desembolso sólo 13 meses después), la respuesta es clara: el Galaxy S8 es ahora mismo el mejor teléfono Android del mercado. Y acaba de poner el listón muy alto a Apple con el futuro iPhone 8.

Muchos aspectos del terminal son ganadores: la estilizadísima pantalla, la vida de la batería, las decisiones de diseño (como la desaparición del botón home), la inclusión de nuevas tecnologías como el reconocimiento facial que hacen la vida mucho más fácil. Incluso la cámara, que es la misma que en el modelo del año anterior, se sigue comportando como una de las mejores del mercado.

El teléfono, como todos, tiene sus motas de polvo. El traslado del sensor de huellas a la zona trasera es la decisión más controvertida y el sensor de iris no funciona con demasiada precisión. Bixby, un nuevo asistente, parece una de esas ideas que acabarán olvidadas con el paso de los años. Pero la grandeza del Galaxy S8 es que estos errores no son capaces de empañar lo que es un teléfono que va a marcar tendencia.

Las pantallas curvas, la desaparición de los marcos y la reducción del tamaño (que ofrece más espacio útil al usuario) van a ser la tendencia que reine en la industria en los próximos años. Xiaomi y LG ya han apostado por esta idea, aunque ninguno de los dos ha logrado un producto tan redondo como el que hoy nos ocupa y que lanza un duro reto a Apple: el iPhone 8 tiene un listón muy alto que superar. Si lo consigue, la competencia será (aún más) feroz.

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