La desigualdad está matando la Unión Europea

Texto: Javier G. Jorrín Carlos Barragán Nacho Alarcón Javier Brandoli Óscar Valero
Formato: Pablo L. Learte Laura Martín Luis Rodríguez

La Unión Europea ha sobrevivido a grandes crisis durante los últimos años. Resistió la recesión de 2008, la oleada de refugiados de 2015 e incluso la fragmentación de uno de sus miembros con el Brexit. Los pilares del proyecto europeo se han revelado sólidos a los grandes ‘shocks’. Sin embargo, ahora amenazan con venirse abajo ante un enemigo silencioso: la desigualdad. En los países en los que más se ha deteriorado la situación de las clases populares, Grecia, Italia y España, es donde más ha caído el apoyo a la Unión Europea.

El contrato social, base de todo el proyecto común, ha quedado muy deteriorado en la última década. La brecha entre ricos y pobres, o entre norte y sur, no ha dejado de crecer y se ha convertido ya en la mayor preocupación de los arquitectos de Bruselas. Por estas grietas se cuela la frustración y el desencanto que los populismos han sido capaces de capitalizar. En muchos casos, la UE ha sido el chivo expiatorio a quien culpar de todos los problemas internos, generando una gran desafección hacia Europa.

La pobreza, el enemigo de Europa

Relación entre el cambio en el sentimiento favorable hacia la UE y la renta del 25% más pobre

Fuente: Eurostat y Eurobarómetro

Los datos muestran que la desigualdad, derivada de la pobreza, está en la base del euroescepticismo. La evidencia empírica muestra una clara correlación: los países en los que se ha deteriorado el sentimiento europeo son aquellos en los que más ha crecido la pobreza (medida como la participación en la renta del 25% con menos ingresos).

España, Italia y Grecia, cada uno con sus matices, ejemplifican este problema. Los tres países se encuentran en el cuadro inferior izquierda: la participación de los pobres en la renta es inferior al 10% (el promedio de la UE es del 10,7%) y desde 2007 ha caído el apoyo al proyecto europeo. En todos ellos, los ajustes obligados por Europa han contribuido a disminuir la renta disponible de las clases populares después de transferencias.

Por el contrario, el europeísmo se ha asentado en Finlandia, Alemania o Irlanda, donde los niveles de desigualdad se han reducido. Todos ellos se han beneficiado de su pertenencia a la UE para salir de la crisis por dos motivos: la apertura de los mercados con la libre circulación de bienes y la disposición de una moneda barata para exportar, el euro.

No sorprende que Luxemburgo e Irlanda sean los países con mayor apoyo social al proyecto comunitario, superando el 80%. Pertenecer a la UE les sale muy rentable. Ambos se han convertido en dos paraísos de baja fiscalidad para las multinacionales con presencia en Europa, algo que sería imposible si no formasen parte de la UE. Para lograrlo, necesitan disponer de la libre circulación de capitales y la exención de tributación para los dividendos entre filiales y matriz.

Para Luxemburgo o Irlanda, pertenecer a la UE sale muy rentable

La desafección hacia Europa entronca directamente con esta desigualdad creciente entre vecinos. En los últimos años, los líderes de Bruselas han asumido que la viabilidad de la Unión Europea ya no depende de garantizar el pago de la deuda a los acreedores. Si no se logra extender el bienestar a todos los ciudadanos, no quedará proyecto que defender.

El europeísmo cae donde hay más desigualdad

Relación entre el cambio en el sentimiento hacia la UE y el cambio de renta del 25% más pobre

Fuente: Eurostat y Eurobarómetro
Capítulo 1

El gran miedo de Bruselas

Cuando estalló la crisis ‘subprime’ Bruselas priorizó la deuda sobre los ciudadanos, lo que generó una profunda herida que está lejos de cicatrizar. Los líderes de la UE han reflexionado mucho desde entonces y ahora hay consenso sobre los errores cometidos. “La experiencia de la troika ha sido mala y eso se ha entendido”, explica Federico Steinberg, investigador del Real Instituto Elcano.

En Bruselas hay consenso sobre los fallos cometidos: la troika fue un error

Pero ¿por qué se gestionó así? “Se ha improvisado mucho durante la crisis del euro porque no sabíamos cómo reaccionar”, subraya Steinberg, apuntando a un “euro incompleto” como la fuente original de los problemas. La gestión de la crisis fue tan dolorosa porque no existían los mecanismos para afrontar los desequilibrios de forma automatizada, algo que está ganando peso en la agenda comunitaria como un presupuesto de la Eurozona con función estabilizadora, un Banco Central Europeo con una caja de herramientas más amplia y una Unión Bancaria completa.

La pobreza se concentra en el Este y el Sur

Riesgo de pobreza en los países (franja alta)

Fuente: Eurostat y Eurobarómetro

Faltaría otro ingrediente esencial: más unidad política. “Necesitamos desmentir la creencia de que una unión económica y monetaria puede funcionar sin una unión política”, explica Thomas Händel, presidente de la comisión de Empleo y Asuntos Sociales del Parlamento Europeo.

Sin embargo, no todo depende de Europa. “Para bien o para mal muchas de estas políticas que podrían paliar las brechas no son políticas europeas, sino políticas nacionales”, explica Steinberg. “Aquí la clave es que Bruselas siempre manda noticias de ajustes, pero nunca manda buenas noticias como invertir en educación, protección social o I+D”, apunta el investigador.

Capítulo 2

La paradoja de la desigualdad española

España se convirtió en la excepción del Sur de Europa al resistir el auge del sentimiento antieuropeo pese a la crisis económica, mostrando cómo las dinámicas internas pueden catalizar las frustraciones que de otra forma se dirigen a Bruselas. El europeísmo se resintió levemente. En parte, se debe a que el debate territorial se ha centrado en cuestiones internas: es más rentable políticamente Cataluña, que Bruselas, consideran los analistas.

Sin embargo, la transformación del mercado de trabajo amenaza este equilibrio. Los niveles de pobreza se han disparado con la crisis hasta el punto de que tener un empleo ya no garantiza un buen nivel de vida. La proliferación de contratos precarios -temporales o a tiempo parcial- ha generado una bolsa de más de dos millones de trabajadores que no llegan al salario mínimo interprofesional (SMI) al final de mes.

La proliferación del empleo precario

Evolución de los diferentes tipos de contrato; índice con base 100 en 2002

Indefinido a tiempo completo Indefinido a tiempo parcial Temporal a tiempo completo Temporal a tiempo parcial
Fuente: INE

Desde el año 2002, el número de empleos temporales a tiempo completo casi se ha triplicado, mientras que el empleo temporal a tiempo parcial -el de peor calidad de todos- ha crecido un 82%. Por el contrario, el número de trabajadores con contrato fijo a tiempo completo apenas ha aumentado un 20%.

En España ya hay más de 2,6 millones de trabajadores con un contrato a tiempo parcial, de los que el 80% no llega a ser mileurista, según datos de la más reciente EPA. Más de la mitad, 1,5 millones de trabajadores, no superan los 715 euros al mes y el fraude de las horas extra sin remunerar se suele concentrar en este tipo de contratos.

Esta precarización del empleo ha dado pie al fenómeno de los trabajadores pobres. El problema de los ‘empleos basura’ no es tanto la remuneración por hora sino la intensidad de trabajo. Esta paradoja de la desigualdad -tener un trabajo pero seguir en la pobreza- está generando nuevos caladeros de indignación y frustración que recogen los movimientos populistas.

Los trabajadores a tiempo parcial no llegan al SMI

Porcentaje de trabajadores en cada decil de renta

Tiempo completo Tiempo parcial
Fuente: Eurostat y Eurobarómetro

Un ciudadano que sufra estas condiciones puede percibir que no tiene capacidad de influir en el sistema y huir a los extremos del espectro político, según considera Pepe Fernández-Albertos, investigador del CSIC y autor de ‘Antisistema: desigualdad y precariado político’. Esto, en menor o mayor medida, ha ocurrido con Donald Trump en Estados Unidos y con los movimientos populistas en otras partes de Europa.

Durante la crisis, el 15M y Podemos articularon esa frustración con su discurso ‘anti-establishment’. En sus primeros compases en 2014, Podemos era euroescéptico, hablaba de abandonar el euro y atacaba sin piedad a Bruselas. Cinco años más tarde ha suavizado su discurso, consciente de que los votantes más afectados por la crisis todavía mantienen su voto a los partidos tradicionales o prefieren la abstención a los extremos.

En España hay dos millones de trabajadores a tiempo parcial que no llegan a mileuristas

Algo parecido ha ocurrido con Vox. El partido de Santiago Abascal ve con buenos ojos la alianza ultranacionalista del italiano Matteo Salvini en Europa, pero rechaza hacerse fotos con ellos porque sabe que le podría restar votos en casa. En España, criticar a la UE no moviliza al electorado, sobre todo si eres de derechas. Vox ha jugado sobre seguro centrando sus crítica en la inmigración y la cuestión territorial.

“La típica postura nacionalista en muchos países europeos se construye en oposición a lo que viene de fuera. Por el contrario, el nacionalismo en España se construye en oposición a los nacionalismos periféricos”, explica Ignacio Jurado, doctor en Ciencias Políticas por la universidad de Oxford. Esto da origen a otra singularidad española: la derecha nacional es más europeísta que la izquierda, al contrario de lo que suele suceder en el resto del continente.

La política no funciona si hay desigualdad

Los países con más paro tienen peor opinión de las políticas de la UE

Fuente: Eurostat y Eurobarómetro

Un movimiento euroescéptico que capitalice los efectos corrosivos de la desigualdad en España tiene ahora más posibilidades de éxito entre la izquierda, que es más crítica con la UE por la percepción “de que es responsable de la austeridad”, según el investigador español. Pero también hay opciones en la derecha, sobre todo si las circunstancias políticas nacionales así lo dictan. Si Vox quisiera abrazar el discurso euroescéptico debería romper el eje ideológico, ensanchar su base del voto y “transversalizarse al estilo Le Pen” en Francia, comenta Jurado.

En España, la derecha nacional es más europeísta que la izquierda

Lo que está claro es que, a pesar del sólido sentimiento europeísta de España, el apoyo a la UE se ha deteriorado desde el estallido de la crisis. El respaldo al proyecto común ha caído del 73% al 68%. Si no logra atajar este problema, España podría acabar siguiendo a Italia en su tortuoso descenso a las profundidades del euroescepticismo.

Capítulo 3

El fin de la ‘dolce vita’ italiana

Ni Italia puede permitirse dejar la Unión Europea (UE) ni la UE puede permitirse un Italexit. Pero esto es política y el éxito electoral de La Lega y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) ha sido aglutinar a una masa social de enfadados que dejaron de creer en los partidos tradicionales y encontraron un enemigo común: la casta. Con ambas formaciones ya en el Gobierno, la única casta electoralmente rentable está en Bruselas.

Italia se ha convertido en el país del euro con menor apoyo a la UE

El euroescepticismo arraiga en una Italia desigual donde las clases medias se empobrecen y se ensanchan las distancias entre ricos y pobres. Mientras tanto, el antieuropeísmo es un sentimiento cada vez más generalizado. Italia, socio fundador de la UE, ha pasado del 88% de votos favorables en 1989 al Tratado de Maastricht, a que solo un 45% de ciudadanos apoyen la actual UE, convirtiéndose en el país del euro que menos respalda el proyecto comunitario.

Italia se ha convertido en el país del euro más euroescéptico

Apoyo de los ciudadanos a que su país esté en la Unión Europea

2007
77%
Holanda 01
76%
Irlanda 02
74%
Luxemburgo 03
73%
España 04
70%
Bélgica 05
67%
Polonia 06
67%
Rumania 07
66%
Dinamarca 08
66%
Estonia 09
65%
Alemania 10
64%
Eslovaquia 11
63%
Lituania 12
58%
Eslovenia 13
57%
UE 14
55%
Bulgaria 15
55%
Grecia 16
55%
Portugal 17
52%
Francia 18
51%
Italia 19
51%
Malta 20
50%
Suecia 21
46%
Rep. Checa 22
44%
Chipre 23
42%
Finlandia 24
39%
Reino Unido 25
37%
Hungría 26
37%
Letonia 27
36%
Austria 28
29%
Croacia 29
2018
01 Luxemburgo
85%
02 Irlanda
81%
03 Holanda
81%
04 Alemania
79%
05 Dinamarca
76%
06 Malta
74%
07 Polonia
70%
08 Estonia
69%
09 España
68%
10 Suecia
68%
11 Bélgica
67%
12 Lituania
67%
13 Portugal
65%
14 Finlandia
61%
15 Hungría
61%
16 Rumanía
60%
17 UE
60%
18 Eslovenia
58%
19 Francia
55%
20 Bulgaria
54%
21 Chipre
52%
22 Letonia
52%
23 Eslovaquia
50%
24 Reino Unido
47%
25 Grecia
45%
26 Austria
45%
27 Italia
39%
28 Croacia
36%
29 Rep. Checa
34%
Fuente: Eurobarómetro

"Pienso que el cambio de actitud hacia la UE refleja la necesidad de descargar la responsabilidad del declive socio-económico. Convencerse de que la culpa es de la UE es más sencillo que admitir que el declive depende de decisiones totalmente nacionales", explica la senadora, exministra de Asuntos Exteriores y Comisaria europea, Emma Bonino.

En realidad, Italia lleva en crisis desde los noventa, y para Bonino, la explicación es sencilla: Italia ha obtenido resultados peores simplemente porque tomó peores decisiones. Pero en la calle importan poco las estadísticas. La creencia popular es que el fin de ‘la dolce vita’ es culpa de Europa y del euro, el inicio de todos los males.

Si Italia lleva dos décadas en crisis es porque tomó peores decisiones

"No hay otro país en Europa donde se esté hablando aún del euro. Ni en Grecia ni en Portugal lo hacen. Parece que nos hemos quedado congelados 12 años", opina el analista Federico Fubini, autor del libro "Por qué Italia debe dejar de odiar a Europa".

El argumento migratorio también ha difuminado la idea de Europa. De hecho, ha sido la punta de lanza de Matteo Salvini, que pasó de un discurso territorial, que abogaba por la independencia del próspero norte del mísero sur, a uno de alarmismo migratorio en todo el país.

Hace unos días, en una visita de Salvini a la Puglia, región de ese sur que antes demonizaba, una joven se acercó a él con el pretexto de hacerse un selfie que el político aceptó sonriente. Ella le espetó en la cara: "Salvini, ¿ya no somos paletos de mierda?". Una estampa perfecta para entender el complicado laberinto de la desigualdad italiana.

Capítulo 4

Grecia, amor y odio por el euro

Si hay un país afectado por las políticas europeas es Grecia, un ‘estado fallido’ tras casi una década de hostigamiento procedente de Bruselas. La aparente normalidad en las calles ha dejado amargas huellas de puertas adentro que tardarán mucho en borrarse. Puede que una generación.

El paro se ha estabilizado en torno al 18%, el más alto de la Unión. El problema es que si no es más alto es ‘gracias’ a la emigración de cientos de miles de jóvenes a lugares más prósperos. La fuga de cerebros permite camuflar las cifras de desempleados, pero ha provocado una descapitalización del país que agrava la crisis.

Malos tiempos para los pensionistas griegos

Evolución de la pensión media de jubilación

Eurozona Alemania Grecia España Francia Italia Portugal
Fuente: INE

La situación de las pensiones refleja hasta qué punto la austeridad ha condenado al país. Sus ingresos se han recortado más de una decena de veces desde que empezó la crisis. La media de las pensiones es de 895 euros al mes, pero un 40% de los pensionistas sobreviven con menos de 500 euros. Si no se tienen en cuenta las pensiones por discapacidad y de viudedad, un 30% de ellos vive con apenas 380 euros al mes.

Grecia es el único país europeo en el que la pensión media real (descontada la inflación) es hoy inferior a la de 2009. En España, por ejemplo, se han incrementado un 19%, básicamente porque los nuevos beneficiarios cobran más que los que causan baja. Las pensiones han sido un sustento para la renta de los hogares en el Sur de Europa, pero en Grecia no han tenido ni eso, lo que explica el deterioro de la economía de las familias.

Muchos griegos echan la culpa a la Unión Europea, a sus rescates con condiciones draconianas y a la falta de solidaridad de otros países al acoger refugiados. El férreo control de Bruselas obliga al país a mantener un superávit primario del 3,5% del PIB, algo que no ocurre en ningún otro país del euro. Mientras tanto, la presión sobre las cuentas públicas ahoga a los pensionistas y ha deprimido los servicios públicos.

Grecia es el único país europeo en el que las pensiones son más bajas que en 2009

El resultado es que Grecia pasó en poco años de ser una nación claramente proeuropea a ser más euroescéptica que el Reino Unido. Según el Pew Research Center, el 62% de los griegos ve de manera desfavorable a la UE frente a una media del 37% en los 28 países. Pero ¿por qué Brexit y no Grexit?

La respuesta corta es poco espiritual, pero de mucho peso: el euro. Los griegos, ni en los momentos más intensos del pulso con la troika, se plantearon seriamente abandonar la moneda única. Y aquellos que enarbolaron esta medida como solución a las cuitas de Atenas fueron borrados del mapa electoral. La pregunta que muchos se hacen en Bruselas es si el enfermo de Europa sería capaz de aguantar una segunda sacudida.