Elecciones en Turingia y Sajonia
La extrema derecha alemana gana sus primeras elecciones desde la guerra: "Es una llamada de atención"
AfD se impone en el estado federal de Turingia y se queda a las puertas en Sajonia, pero tendrá muy difícil gobernar por el cordón sanitario del resto de partidos políticos
La extrema derecha aprieta en Alemania, pero —de momento— no ahoga. Los pronósticos se cumplieron. El partido euroescéptico y de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD) se hizo con la victoria en Turingia y la rozó en Sajonia, aunque tendrán muy difícil tocar el poder. Mientras, los partidos de la coalición semáforo —Socialdemócratas, Liberales y Verdes— se desploman a un año de las elecciones generales. La ultraderecha sigue en la principal potencia de la Eurozona la tendencia de consolidación y auge que ya vive en Italia, Francia o Países Bajos.
"Es un triunfo histórico", proclamó Alice Weidel, la líder de la formación, después de que los resultados preliminares sitúan a AfD a la cabeza de los resultados en Turingia con el 32,8% de los votos, muy por delante de la Unión Democristiana (CDU), que se alzó con la plata aglutinando el 24,5%. Los alemanes de este Lander dan el triunfo a Björn Höcke, líder más radical de AfD, condenado en dos ocasiones por utilizar símbolos nazis y calificado en 2019 por un tribunal alemán como "fascista".
En la vecina Sajonia, el recuento fue mucho más ajustado, con el 31,9 % para los democristianos y el 30,6 % para los de Weidel. La Alianza BSW de la populus de izquierdas Sahra Wagenknecht se alzó con el bronce en los dos estados del Este en sus primeras elecciones en el país.
Los comicios en Alemania oriental dejan muchas lecturas 34 años después de la reunificación, y una de ellas es la bofetada que suponen para el Gobierno de coalición que lidera Olaf Scholz. Los socialdemócratas encajan un quinto y cuarto puesto, mientras que sus socios de Liberales y Verdes quedarían fuera de los Parlamentos regionales tras no alcanzar el umbral mínimo del 5 % de votos. "Para ser honesto, mi dolor esta noche es marginal comparado con el hecho de que tenemos un profundo punto de inflexión y un partido abiertamente de extrema derecha se ha convertido en la fuerza más fuerte en un parlamento regional por primera vez desde 1949", apuntó el colíder del grupo ecologista, Omid Nouripour, en declaraciones que recogen los medios locales
La sacudida que supone el triunfo por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial de una fuerza de extrema derecha parece que no agitará el tablero nacional a nivel electoral. Algo que sí ocurrió con la anticipación de elecciones a la Asamblea General convocadas por Emmanuel Macron tras la contundente victoria de Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen en las pasadas elecciones europeas de junio. Los índices de popularidad del Ejecutivo de Scholz se encuentran desde hace tiempo en mínimos históricos. Y un adelanto electoral cuando resta poco más de un año para la celebración de las elecciones generales en poco podría beneficiarle.
El alcalde de Berlín, el democristiano Kai Wegner, ha dejado claro en declaraciones al periódico germano Tagesspiegel que lo que ha ocurrido en el este de Alemania es "una llamada de atención que no se puede ignorar". "Quizá la última que recibamos", ha advertido.
El ascenso meteórico de AfD desde su nacimiento en 2013 es incuestionable. En 2017 entró por primera vez en el Bundestag y en 2024 se convirtieron en la segunda fuerza más votada en las elecciones al Parlamento Europeo y lograron su primer triunfo en unas elecciones locales. Su discurso ha tenido durante todo este tiempo un elemento principal: la inmigración. Junto a los fantasmas agitados por el discurso antiinmigración ha jugado un factor importante la difícil situación económica de alta inflación, aumento de los precios de la energía o desaceleración, que han tenido un impacto más punzante en la parte oriental, históricamente más rural y empobrecida.
Aun con todo, es casi descartable que AfD llegue al poder en Turingia y Sajonia, donde todo apunta que se aplicará el cordón sanitario. El líder de la CDU en Sajonia, Michael Kretschmer, ha reconocido que las negociaciones para formar gobierno no serán fáciles, pero ha mostrado confianza en "dar estabilidad" con "mucho diálogo y buena voluntad". Los democristianos han refutado de forma vehemente cualquier pacto con la extrema derecha, vencedora en Turingia. Aquí se abre paso la vía de formar una coalición entre la CDU, los Socialdemócratas y BSW. Sin embargo, Wagenknecht ha dejado claro una línea roja difícil de asumir y que pondrá entre aprietos a sus socios: solo entrará en él si se finaliza el envío de armas a Ucrania y se aboga por una "posición a favor de la diplomacia", que para ella se traduce en forzar negociaciones de paz, incluso si Kiev tiene que pagar un alto precio.
Tendencia en la UE
La extrema derecha en la UE está viviendo su mejor momento de forma de las últimas caídas. Pero también se arriesga a morir de éxito. Durante las elecciones europeas de junio, la derecha radical se hizo con su mejor resultado en unos comicios al Parlamento Europeo. Pero de ellos no salió más cohesionada. Si en la legislatura anterior estaban divididos en dos familias: Conservadores (ECR) e Identidad y Democracia (ID), ahora sus escaños se reparten en tres: el ECR de Giorgia Melonia, los Patriotas de Orban, Le Pen y Vox y los Soberanistas de AfD.
En las últimas elecciones parlamentarias de Francia, Le Pen soñaba con colocar a su delfín, Jordan Bardella, al frente del Ejecutivo galo, pero, de nuevo, el cordón sanitario del resto de fuerzas lo frenó. La derecha radical a lo largo y ancho de la UE no es homogénea. AfD representa al ala más radical, mientras que Meloni es la cara amable, la digerible. Sin embargo, ello no ha evitado que se quede relegada en decisiones importantes como el reparto de puestos de poder en la cúpula europea. Italia fue, precisamente, el primer país fundador que en 2018 estuvo en manos de un gobierno euroescéptico —formado por el Movimiento 5 Estrellas y la Liga—. Seis años después, la extrema derecha gana sus primeras elecciones en Alemania de la postguerra. Para algunos es un "aviso a navegantes", para otros "una llamada de atención" y para otros una señal de que el proyecto europeo tal y como lo conocemos puede estar en serios problemas.