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Niños secuestrados por uno de sus padres

Un francés, en huelga de hambre para ver a sus hijos: los 'secuestros' crónicos de Japón

A diferencia de otros países desarrollados, Japón no tiene leyes de custodia compartida. Miles de progenitores se han visto afectados y sin poder ver a sus hijos tras el 'secuestro'

Fichot, con varias mujeres víctimas de 'secuestros' parentales. (Twitter)

Tres años lleva Vincent Fichot sin poder ver a sus hijos. Tres años de cabildear a diputados japoneses, cuatro abogados, una resolución en el Parlamento Europeo y una queja de la ONU. Este 8 de julio, Fichot inició una huelga de hambre, sentado en una esterilla de yoga en la entrada de la estación de Sendagaya, frente al Estadio Olímpico donde se están celebrando los Juegos. Las Olimpiadas y las cámaras como altavoz en su último recurso para poder ver a sus hijos. Este marsellés de 39 años, que ha llegado a reunirse con el mismo presidente francés, Emmanuel Macron, para que abogue por su caso, es solo el último de una larga ristra de afectados por el sistema de custodia única en Japón, inédito en países desarrollados, y los 'secuestros' parentales.

Fichot era el yerno ideal que toda familia desea en su casa: atractivo, educado y familiar, trabajaba de bróker en uno de los principales bancos del país. Después de nueve años de matrimonio con una mujer japonesa, la pareja no pasaba por sus mejores momentos y Fichot decidió pedir un divorcio amistoso, para tratar de aislar a los niños del malestar en el matrimonio. “Unas semanas después, un día regresé del trabajo y la casa estaba vacía”, cuenta Fichot a El Confidencial. Ni rastro de su hijo de tres años ni de su hija de 11 meses. “Llamé al abogado con el que había contactado previamente y me dijo muy tranquilamente que mis hijos habían sido secuestrados por mi mujer y que no los volvería a ver, como si fuera algo normal”.

“Fui a la policía japonesa para denunciar el secuestro y la policía me dijo que no había nada que pudieran hacer: en Japón, es normal que la madre secuestre al niño y niegue cualquier acceso para siempre a los padres”, relata el francés desde su 'campamento' frente al Estadio Olímpico. Fichot dice haber agotado todos los trámites legales para poder ver a sus hijos, y su abogado dice que es un caso perdido. “Lo único que intentamos es negociar algún tipo de acceso que mi mujer rechaza. De hecho, ni siquiera sé si mis hijos están vivos o no”, explica. “Incluso las autoridades francesas piden a las autoridades japonesas que visiten a los niños, que es la norma básica en términos de relación consular entre dos países, y las autoridades japonesas se niegan a prestar cualquier ayuda desde hace tres años”.

Fichot, en su 'campamento' frente al Estadio Olímpico (Josep Solano)

El caso de Fichot pone de nuevo el foco sobre una realidad enquistada en Japón y que afecta, según cifras estimadas por oenegés, a miles de padres o madres: la de los presuntos 'secuestros' de los niños por parte de un progenitor y los oídos sordos de la Justicia japonesa, que ha rechazado una y otra vez las peticiones internacionales por una reforma de su sistema de custodia parental y las acusaciones de violar varios acuerdos internacionales. Los casos de 'secuestros' de hijos de progenitores extranjeros han llegado a Naciones Unidas, el G-20 o el Parlamento Europeo, que en 2020 aprobó una resolución casi unánime (un voto en contra) deplorando la actitud japonesa.

Una legislación que ampara

La Ley de Familia de Japón (de 1947) no permite la patria potestad común ni recoge ningún tipo de derechos de visitas para los hijos después del divorcio, explica el profesor asociado de derecho de familia de la universidad tokiota de Soka, Toshimasa Miyake, a El Confidencial. "La ley considera que, tras divorciarse, es imposible que los dos continúen criando juntos a sus hijos". Miyake reconoce que a pesar de que Japón ha firmado la convención sobre los Derechos del Niño o el convenio de La Haya, “la elaboración de una legislación nacional para proteger los derechos de los niños se ha retrasado”. Además, también admite que en casos como el de Fichot, “los hombres extranjeros tuvieron algunas dificultades procedimentales” respecto a la patria potestad de sus hijos menores de edad. Los derechos de visita ordenados por los tribunales a menudo se ignoran con impunidad y la policía es reacia a involucrarse en lo que entiende como una "disputa familiar".

Para John Gómez, norteamericano de origen español presidente de la organización no-gubernamental japonesa Kizuna Child-Parent Reunion, el "principio de continuidad" de la jurisprudencia japonesa podría ser el origen de todo el problema. Según explica Gómez, muchos abogados japoneses de divorcio aconsejan a sus clientes hacer cosas que en otros países implicarían inmediatamente la retirada de la custodia de un hijo, como es el secuestro parental, pero que en Japón es prácticamente una estrategia ganadora. “Uno de los cónyuges se lleva a los niños unilateralmente sin el consentimiento del otro progenitor y luego solicitan el divorcio (...) Entonces el juez decide, basándose en el principio de continuidad” que facilita que los niños se queden como están, afirma Gómez. La ley no solo no castiga a un padre que se fugó con un niño, sino que los recompensa: una vez que se establece el nuevo hogar, el tribunal otorga indefectiblemente la custodia al 'secuestrador'. "El sistema judicial japonés otorga fallos positivos al progenitor que vive con los hijos, tanto en casos nacionales o transfronterizos".

"No es una cuestión de género, ni de raza ni de origen: el problema es el sistema"

Los 'secuestros' de los hijos en un matrimonio no solo ocurren con parejas mixtas internacionales, que en realidad representan menos del 5% de los casos totales. A pesar de los tópicos, tampoco es siempre la madre quien 'secuestra' a los hijos. “No es una cuestión de género, ni de raza ni de origen: el problema es el sistema, porque sabes que si no eres el primero que secuestra a los niños, nunca vas a volver a ver a tus hijos, porque la regla en Japón es que el primero que secuestra a los niños tiene todos los derechos”, concluye este padre francés.

“La policía me advirtió de que si me acercaba a mis hijos me detendrían por intento de secuestro, lo cual es increíble teniendo en cuenta que mi mujer secuestró a los niños”, relata Fichot, quien admite que llegó a contratar a un detective para averiguar dónde están los niños. “Si por casualidad estoy cerca de mis hijos y ella llama a la policía, podría ser arrestado”, cuenta amargamente este marsellés. La historia no es una exageración, atendiendo a la hemeroteca: algo similar le sucedió hace apenas un año a Scott McIntyre, un ciudadano australiano en busca de sus hijos, que pasó 45 días en la cárcel por allanamiento tras intentar entrar en un edificio donde presuntamente vivía su exesposa con los hijos.

Gómez, que lleva más de una década dedicado a los 'secuestros' de menores en Japón, estima que actualmente hay tres millones de criaturas que han sido separadas de alguno de sus padres, lo que equivaldría a una media de unos 150.000 niños al año. Como el Gobierno japonés no da este dato, la estimación de Kizuna se hace sobre datos de divorcios y sobre el porcentaje de padres que no están visitando a sus hijos.

La organización que John Gómez preside, Kizuna Child-Parent Reunion, cabildea desde hace más de ocho años para conseguir un cambio efectivo de la legislación japonesa, sobre el que sin embargo no se muestra muy optimista. “He tenido la ocasión de hablar con funcionarios japoneses de muy alto nivel, abogados y miembros del Colegio de Abogados de Japón que se ocupan de asuntos como estos, y las personas con las que hablé afirman que tardarán 100 años en cambiar el derecho de familia japonés”, explica Gómez. Lo cierto es que, al menos públicamente, no hay voluntad política. El propio Emmanuel Macron, que se ha reunido con Fichot, intentó llevar el caso a su entonces homólogo japonés, Shinzo Abe, que rechazó las críticas defendiendo la independencia del sistema judicial japonés.

Ante la situación, continúan dándose casos de 'secuestros' parentales cada día en el país. El Confidencial tuvo la ocasión de hablar con el empresario peruano de origen japonés José Miguel Ywasaki y el economista mexicano de origen español Víctor Burgos, ambos con casos de 'secuestros' parentales a pesar de ser personas de posición acomodada en el país, como también lo era Fichot.

"Cualquiera que tenga corazón entiende el dolor por el que están pasando nuestros hijos"

“Cualquiera que tenga corazón entiende el dolor por el que están pasando nuestros hijos. No estoy aquí para asegurarme de que se respeten los derechos de visita, estoy aquí para asegurarme de que se respeten los mejores intereses y los derechos de mis hijos. La gente entiende que no estoy aquí por mí, estoy aquí para defender los derechos de mis hijos”, defiende el marsellés.

En el momento de cerrar esta edición, Fichot ha puesto ya fin a su huelga de hambre, poco antes de tener que ingresar en el hospital por la rotura de un hueso de la mano en un accidente. “Más allá del sentimiento de fallar a mis hijos, he conocido a tantas personas que los están apoyando que estoy convencido de que juntos pondremos fin a las violaciones de los derechos de nuestros niños cometidas por las autoridades japonesas”, dejó escrito en su último mensaje antes de ingresar en el hospital.

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