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Macron tiene otras prioridades

Francia, el eslabón débil del pulso entre Marruecos y España

Las autoridades y la opinión pública francesas marcan ciertas distancias con Rabat en la crisis de Ceuta. Una situación incómoda para París que no quiere perder a la niñita de sus ojos en el Magreb ni distanciarse de España y Alemania

El presidente Emmanuel Macron y el rey Mohamed VI en 2018. (Reuters)

¿Y qué dice Francia? Este es uno de los grandes interrogantes de la crisis diplomática y migratoria entre Marruecos y España. Las autoridades y la diplomacia gala se encuentran en una situación especialmente incómoda en la disputa, en la que otro socio de los franceses como Alemania ha adoptado una posición dura contra las autoridades marroquíes por su pulso migratorio y la situación en el Sáhara Occidental.

Tras el estallido de esta crisis a mediados de mayo, con la llegada de unos 10.000 migrantes marroquíes al enclave español —muchos de ellos menores de edad no acompañados—, las declaraciones de dirigentes franceses han sido examinadas con lupa. Desde el periodo colonial hasta el presente, la relación entre Marruecos y España no se entiende sin Francia. El conflicto sobre Perejil en 2002 estuvo marcado por el apoyo de París a Rabat en su breve ocupación del islote español. Esto imposibilitó un apoyo común de la UE hacia los intereses españoles, que prefirió contar con Estados Unidos como principal intermediario. Casi 20 años después, ¿la situación ha experimentado un giro copernicano?

Rabat cuenta ahora con el apoyo de Washington como su gran baza para presionar a los países europeos sobre el Sáhara, mientras que Bruselas se ha solidarizado de manera cristalina con Madrid. Incluso el Parlamento Europeo aprobó la semana pasada una resolución muy crítica con la acción de las autoridades marroquíes, un hecho poco habitual. Un escenario en el que Francia no se siente a gusto. Sus autoridades no desean en ningún caso que Marruecos se convierta en un aliado hostil, que aprovecha su condición de portero migratorio para establecer un pulso duradero con la UE. Pero tampoco puede desentenderse de los intereses de España o Alemania.

“Apoyamos a España”

Tras la llegada multitudinaria de jóvenes migrantes a Ceuta, el Gobierno francés se “solidarizó” con el Gobierno de Pedro Sánchez. “Aportamos una solidaridad completa a España, ya que la entrada en el territorio español es una entrada a Europa, y proteger las fronteras de España significa proteger las fronteras de Europa”, aseguró el secretario de Estado francés de Asuntos Europeos, Clément Beaune. “No se trata de una crisis migratoria europea, sino de un incidente. Un momento difícil, y apoyamos a España”, añadió en una entrevista para BFM TV.

"Ha llegado el momento de abandonar una visión naif sobre Marruecos"

Estas declaraciones resultaron en parte sorprendentes, ya que marcaban ciertas distancias por parte de las autoridades galas respecto a Marruecos. “Ha llegado el momento de abandonar una visión naif sobre Marruecos. El reino dispone sin duda de unas cualidades preciosas (…). Pero su capital diplomático ha escondido durante demasiado tiempo ante las cancillerías la realidad de un poder inmerso en una preocupante regresión autoritaria”, afirmó el diario 'Le Monde' en un duro editorial, en el que comparó la intervención marroquí con la Turquía de Erdogan. Unas críticas muy poco habituales en la prensa en Francia, donde reside la comunidad de marroquíes más importante del Viejo Continente.

El historiador francés Pierre Vermeren, especialista sobre Marruecos, recuerda que la dimensión europea de esta disputa trastoca cualquier afinidad histórica de las élites francesas hacia Rabat: “Como miembro de la UE, Francia sufre las consecuencias políticas de esta crisis. Marruecos intentó presionar a España, pero en realidad lo hizo sobre todos los países europeos”. Según explica a El Confidencial este profesor de la Universidad Sorbona I, “las autoridades francesas no pueden apoyar a Marruecos como hicieron con la crisis de Perejil, porque las circunstancias nacionales y europeas han cambiado”, en referencia a la importancia que la cuestión migratoria tiene tanto a nivel continental como nacional.

Macron prioriza la reconciliación con Argelia

El hecho de que en Ceuta se desatara una verdadera crisis migratoria supondría toda una pesadilla para Emmanuel Macron y su ejecutivo, un año antes de las próximas presidenciales, probablemente marcadas por el asecho de la ultraderecha lepenista. “Ya no hay la misma confianza que en el pasado entre Francia y Marruecos”, sostiene Vermeren, autor del libro 'Le Marroc. Un royaume de paradoxes en 100 questions'. Aunque el joven presidente considere al reino marroquí un aliado clave en la lucha contra el terrorismo, la inmigración y el tráfico de drogas, sus vínculos con el rey Mohamed VI no son comparables a la relación fraternal que mantenía con el conservador Jacques Chirac.

José María Aznar cuenta en uno de sus libros de memorias que el verdadero “hermano mayor” de Mohamed VI no era el rey Juan Carlos, sino Chirac. Este idilio entre París y Rabat se mantuvo durante la presidencia del también conservador Nicolas Sarkozy, pero se deterioró con el socialista François Hollande. Las autoridades marroquíes suspendieron su cooperación judicial con las francesas a lo largo del 2014, después de que la justicia gala aceptara una denuncia por “tortura” contra el jefe de los servicios del contraespionaje marroquí, Abdelatif Hamuchi. “Las autoridades francesas no desean para nada que se repita una crisis de este estilo”, recuerda Vermeren.

Según este historiador, “Macron es percibido en Rabat como un sucesor de Hollande”, de quien fue uno de sus principales colaboradores en el Elíseo. Como su predecesor socialista, el joven dirigente ha hecho de la reconciliación con Argelia una de sus prioridades. En concreto, apuesta por cicatrizar las heridas aún presentes sobre la guerra de 1954-62 en las sociedades francesa y argelina a través de gestos memoriales. Sin embargo, esta iniciativa le obliga a mostrarse conciliador con el régimen argelino y a ponerse de perfil en dosieres tan sensibles como el del Sáhara, que alimenta la guerra fría entre Argel y Rabat.

Los eurodiputados franceses protegen a Rabat

“Tras la retirada en Malí, Argelia y Marruecos son aliados fundamentales para la seguridad en la zona del Sahel. Francia no puede prescindir de ninguno de ellos, especialmente de Marruecos, que, a diferencia de Argelia, inmersa en una crisis política, representa un polo de estabilidad en la región”, defiende por su parte la politóloga Khadija Mohsen-Finan, especialista del Magreb, refiriéndose al anuncio de que las tropas francesas pondrán punto final a la operación Barkhane. En la crisis de Ceuta, “Francia se encuentra en una posición intermedia. No puede dar la espalda a Madrid, pero tampoco adoptar una posición tan dura como Alemania, que prácticamente rompió sus relaciones con Rabat por el Sáhara”, añade esta profesora de la Sorbona en París e integrante de la revista 'Orient XXI' a este diario.

La voluntad de la clase política gala de no tensar en exceso la cuerda con el reino marroquí quedó en evidencia en el reciente debate en el Parlamento Europeo. De los 79 eurodiputados franceses, 64 votaron en contra o se abstuvieron en la votación sobre la resolución crítica con Marruecos, aprobada por una amplia mayoría. “Es esencial que el diálogo entre la UE y Marruecos no consista solo en señalar a Marruecos por la cuestión migratoria”, dijo al diario digital 'Mediapart' la eurodiputada Nathalie Loiseau. Como la mayoría de los representantes del partido de Macron, votó en contra del texto, a pesar de haber sido impulsado por Jordi Cañas, eurodiputado de Ciudadanos, que forma parte del mismo grupo de los liberales europeos, Renew Europe.

De hecho, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian, mantuvo un tono conciliador con Rabat: “Marruecos es un socio imprescindible en materia de cooperación en el Sahel, de lucha contra el terrorismo y la inmigración clandestina”. Este experimentado ministro se ofreció para calmar las tensiones enquistadas entre las autoridades marroquíes y españolas, aunque aún no ha revelado cómo la hará. Contactados por el Confidencial, diplomáticos franceses y representantes galos próximos al reino marroquí prefirieron no hacer declaraciones. Un silencio revelador de la incomodidad con la que se vive esta crisis en Francia.

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