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ES BARATO Y ACCESIBLE... ¿PERO SIRVE DE ALGO?

Trump y los jinetes de la hidroxicloroquina: el 'fármaco milagro' de la derecha populista

La hidroxicloroquina ha regresado al debate público alentado por la decisión de Trump de tomarlo como profilaxis. Pero esto ya no es un debate médico sino, más bien, otra guerra cultural

(Montaje: EC)

¿En qué se parece la Casa Blanca a las castas más desfavorecidas de la India? En ambos sitios, sus miembros se están auto-medicando con hidroxicloroquina de forma preventiva para no pillar el coronavirus.

Tras un periodo de perfil bajo, esta semana el medicamento ha regresado por la puerta grande. Fue a principios de marzo cuando las autoridades sanitarias de todo el mundo publicaron mensajes pidiendo a la gente que no hiciera acopio de este medicamento —un derivado de la cloroquina que en los últimos años se ha venido usando como antimalárico y para remediar la artritis— tras un tuit del presidente estadounidense Donald Trump apuntando a las bondades del fármaco. Ahora el debate vuelve a estar sobre la mesa tras el anuncio este lunes de que Donald Trump está tomando una píldora diaria de hidroxicloroquina como profiláctico para prevenir una posible infección por coronavirus.

"Creo que es bueno. He oído muchas historias positivas al respecto. Y si no es bueno, ya os lo diré. Mal no me va a hacer", ha afirmado el presidente estadounidense en rueda de prensa este lunes desde la Casa Blanca.

En la comunidad médica, el uso de los derivados de cloroquina como tratamiento del covid-19 comenzó fuerte tras las noticias llegadas desde China acerca de su eficacia, pero pronto fue decayendo. Más tarde se recomendaba sólo a pacientes leves para evitar una posible progresión del virus pero nunca a casos severos, dado que no parecía aportar muchos beneficios clínicos que compensaran los efectos adversos que el fármaco parece presentar, especialmente en la proliferación de arritmias. Por último, la principal utilidad del fármaco en esta pandemia parece estar en la profilaxis, es decir, administrarlo a dosis bajas entre la población de riesgo (por ejemplo, trabajadores sanitarios) para reducir la posibilidad de que el virus penetre en sus células. Si atendemos a las palabras de Trump, el presidente habría estado tomando hidroxicloroquina precisamente durante cerca de semana y media, más o menos el tiempo desde que se detectaron varios casos positivos de coronavirus entre el personal del Ala Oeste de la Casa Blanca, incluido su ayuda de cámara.

El anuncio ha servido de carnaza para la prensa, como Trump ha admitido: "Estaba esperando a ver cómo ibais a abrir los ojos cuando lo dijera"

Sin embargo, la maniobra de Trump ha sido todo menos inocente. El anuncio ha servido también de carnaza para la prensa, tal y como el propio presidente ha admitido: "Estaba esperando a ver cómo ibais a abrir los ojos cuando lo dijera".

Por supuesto han —hemos— mordido el anzuelo; la prensa estadounidense en particular y medios internacionales en general se han llevado las manos a la cabeza, reiterando lo peligroso de las afirmaciones de Trump, lo cual solo ha servido para aumentar la adhesión desde la bancada más conservadora de la sociedad estadounidense, que ven nuevamente un ejemplo de cómo la "prensa del sistema" pretende ocultar la información "realmente importante" y "simplemente atacar a Trump".

De la promesa al milagro

¿Por qué un debate tan aparentemente técnico como la eficacia de un medicamento ha saltado de esta manera a la arena pública en Estados Unidos? Sin duda la polarización ha tenido mucho que ver, así como el desdén hacia las élites que incluía a la Agencia del Medicamento de Estados Unidos, la FDA. De repente la hidroxicloroquina se elevó como el 'fármaco milagro' contra el covid-19, barato, conocido durante décadas y fácilmente accesible frente a las complicadas investigaciones que se llevaban a cabo para demostrar la eficacia del remdesivir, el tocilizumab y otros compuestos.

Especialmente en Estados Unidos, grupos de derecha populista apoyaron rápidamente esta tesis, pese a que las investigaciones que se estaban llevando a cabo en todo el mundo no parecían encontrar ese punto de apoyo evidencial para recomendar la hidroxicloroquina como tratamiento de referencia contra la enfermedad. En una mezcla de desprecio por la gravedad 'real' de la pandemia, críticas al 'sistema' que impedía que se probaran posibles tratamientos en pacientes con la rapidez que ellos demandaban y en ocasiones un anhelo por encontrar una 'cura rápida' que minimice el debate sobre los primeros errores en la gestión de la pandemia, Fox News, la cadena televisiva fetiche de los seguidores de Trump, se subieron a una ola que llegó hasta Bolsonaro en Brasil.

Solo en marzo, un análisis de 'Media Matters' recoge que la cadena Fox promovió la hidroxicloroquina y la cloroquina como cura del coronavirus en más de 100 ocasiones durante apenas tres días. Sin embargo, las menciones al fármaco cayeron en picado a partir de mediados de abril. Sin embargo, en este nuevo episodio con la hidroxicloroquina como profilaxis, la cadena no ha tardado en salir de ese letargo informativo para posicionarse de nuevo al respecto.

Laura Ingraham promociona el fármaco en Fox News (Media Matters)

Marc Siegel, invitado habitual, apuntó a que los medios de comunicación iban a "politizar" el asunto, mientras que Sean Hannity, uno de los presentadores estrella de la cadena, afirmó que era "predecible que los medios de comunicación de masas hiperventilaran", y que era un ejemplo más de "la interminable campaña de relaciones públicas que están librando" contra la hidroxicloroquina.

Los apóstoles de la hidroxicloroquina

La conversión de la hidroxicloroquina en la "medicina milagro" de la derecha estadounidense se ha construido por el camino con tres personajes peculiares del mundo de la medicina y del panorama mediático conservador: Zev Zelenko, médico de familia en una localidad remota del estado de Nueva York que hasta hace unos meses era desconocido, el experto francés en enfermedades infecciosas francés Didier Raoult y el doctor fetiche de la cadena Fox, Mehmet Oz.

Era todavía marzo cuando el doctor Vladimir Zelenko, de 46 años y afincado en Kiryas Joel (Nueva York) afirmaba estar tratando a sus pacientes con un cóctel de medicamentos que habría impedido que la mayoría de ellos desarrollaran síntomas. Zelenko, que en aquel momento tenía un altavoz mediático reducido, colgó su receta en Facebook y Youtube: hidroxicloroquina, un antibiótico llamado azitromicina y zinc, que es el suplemento que Trump también ha afirmado estar utilizando como profiláctico. Los vídeos fueron más tarde eliminados por las propias plataformas, al igual que uno publicado por Bolsonaro en el que describía las bondades de un tratamiento similar.

El testigo de Zelenko fue recogido pronto por los medios de derechas estadounidenses en un momento en el que el discurso público de EEUU se estaba centrando en los primeros errores y retrasos en la gestión de la pandemia por parte de la Administración Trump. La vacuna parecía lejana y Nueva York tenía que cavar fosas para los cadáveres sin reclamar. La irrupción de una presunta y prometedora cura, que limitaría además la necesidad de los cierres económicos, fue abrazada por las voces más conservadoras, frente a aquellos que recomendaban prudencia y la necesidad de supeditar la prescripción del fármaco a los resultados de los estudios controlados.

Una de las claves por las que este fármaco ha tenido tanto éxito entre el público más afín a Trump es que encaja con un lema corto: 'Take a pill'

El nombre de Zelenko y su cóctel de fármacos empezaron a aparecer en Fox News de la mano del propio Hannity. Mark Meadows, alto funcionario de la Casa Blanca, estuvo en comunicación con Zelenko para hablar sobre el tratamiento, según la prensa de EEUU. Y Rudolph W. Giuliani, el abogado personal de Trump, lo elogió en una entrevista por "pensar en soluciones, al igual que el presidente".

Esta es una de las claves por las que la prescripción de este fármaco ha tenido tanto éxito entre el público más afín a las ideas de Trump: una solución concreta y factible, que encaja además con un lema corto, 'take a pill', en contraposición con la lentitud de los confinamientos, los largos procesos de experimentación con vacunas... en definitiva, con la frustración de convivir con el virus durante un plazo indeterminado, pero largo.

Según un reportaje del 'New York Times', Zelenko, quien se reconoce partidario de Trump, ha llegado a recibir llamadas tanto de la Casa Blanca como de otros gobiernos extranjeros, incluido Israel. La suerte tanto para el Zelenko como para la Fox es que no era sólo un médico de provincias quien presentaba la hidroxicloroquina como una cura contra el coronavirus, sino un inmunólogo que en Francia estaba siendo tratado como una estrella del rock.

Mientras instituciones de varios países empezaban con cautela sus estudios sobre el tratamiento, paralelamente, un experto en enfermedades infecciosas de Francia, Didier Raoult presentaba como concluyentes los resultados de un estudio en el que la cloroquina era efectiva contra el Covid-19. Para cuando empezaron a verse las costuras de su trabajo —apartó del estudio a aquellos pacientes más graves, incluido uno que finalmente murió, o publicó el trabajo en una revista dirigida por uno de los coautores del mismo en un plazo de 24 horas— sus ideas ya estaban en el TL de Donald Trump y dando la vuelta al mundo.

Un hombre sostiene un retrato de Didier Raoult, director del University Hospital Institute Mediterranee Infection de Marsella, para celebrar el fin del confinamiento (EPA)

Raoult es lo que en ciencia se conoce como un 'maverick', un perfil polémico y heterodoxo que en ningún momento rehúye la atención a la que se está viendo sometido en los últimos meses o la confrontación pública con otros científicos. Es un inmunólogo prolífico que ha publicado numerosos estudios y a menudo se ha quejado de las "innecesarias trabas" en la experimentación. Le gusta emitir opiniones fuertes en cualquier ámbito, como cuando en 2013 dijo "las predicciones climáticas son absurdas" e incluso expresó su escepticismo sobre el coronavirus en enero de este año: "El mundo se ha vuelto completamente loco. Mueren tres chinos, y se crea una alarma mundial". No es el único: también Zelenko atribuyó inicialmente la pandemia a un "pánico demócrata", en varios post en sus redes sociales.

Sirva todo esto para subrayar el sustrato político y la guerra cultural que esconde el debate de la hidroxicloroquina.

También en marzo, Raoult fue entrevistado por el tercer personaje de la saga, el doctor Mehmet Oz, denominado en algunos medios estadounidenses como el experto sanitario favorito de la Fox. El cardiólogo, que dirige programas de salud con un inconfundible toque televisivo, comentó después la entrevista en el mismo programa de Fox de Sean Hannity, afirmando que Raoult ha "demostrado que podía librarse del virus en seis días en el 100% de los pacientes tratados".

Mehmet Oz, profesor de cirugía en la Universidad de Columbia, interviene en un evento en California (Reuters)

El doctor Oz, director de Medicina Integradora en el centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, se ha convertido en los últimos meses en una presencia regular en la cadena Fox para discutir las posibles opciones de tratamiento del coronavirus. Por supuesto, la hidroxicloroquina se habría convertido en el 'game-changer' o el elemento que le da la vuelta al partido —un término que Trump usó en su célebre tuit— de la pandemia. Según un artículo del NYT, el propio Oz habría presentado estas teorías en conversaciones con miembros de la Administración Trump.

Qué hay de verdad y qué no

Se puede discutir mucho sobre que el fármaco sirva más o menos para pacientes leves de Covid-19, pero las evidencias a día de hoy, 20 de mayo de 2020, de que la hidroxicloroquina sea eficaz como profilaxis para evitar la enfermedad son CERO.

Es verdad que hay actualmente muchos estudios que tratan de evaluar este punto, pero de momento ninguno ha concluído. En España, sin ir más lejos, hay en marcha nueve ensayos clínicos que están probando la hidroxicloroquina como elemento disuasorio para personal sanitario o pacientes.

En España hay en marcha nueve ensayos clínicos que están probando la hidroxicloroquina como profiláctico para personal sanitario o pacientes

Mientras tanto, Estados Unidos sigue aprovisionándose y dispensando el medicamento. El Instituto Goldwater —de carácter libertario— también se ha posicionado defendiendo los beneficios de los derivados de la cloroquina, como parte de su estrategia a las leyes para "el derecho a probar" medicamentos experimentales en pacientes con enfermedades terminales. Después de que algunas administraciones estatales aceptaran que sus médicos prescribieran la droga como posible tratamiento, las prescripciones de hidroxicloroquina crecieron un 80% en marzo comparado con el mismo periodo del año anterior, según la multinacional IQVIA.

Como sucedió con el confuso episodio de la luz ultravioleta y el desinfectante, es difícil una vez más para el público general discernir cuánto hay de verdad y cuánto de exageración, sarcasmo, propaganda o directamente mentira en las palabras de Donald Trump.

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