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explosión de los partidos verdes

El verde es el nuevo rojo: el futuro (y presente) de la izquierda europea

Los resultados electorales en Alemania, Luxemburg Holanda y Bélgica apuntan a una nueva tendencia: la consolidación de las formaciones como alternativa política en el continente

Los líderes del Partido Verde, Henrike Hahn, Robert Habeck y Anton Hofreiter, celebran los resultados de las elecciones en Baviera, el 14 de octubre de 2018. (Reuters)

Las elecciones bávaras han puesto de relieve el alza de Los Verdes. Con un discurso de centro-izquierda moderado, netamente proeuropeo y abierto a la inmigración, el partido ha doblado sus apoyos y se ha convertido en segunda fuerza en el parlamento de un Land históricamente conservador. Pero no es una excepción. Quizá, el primer destello de una tendencia. Porque las encuestas le sonríen desde hace meses en toda Alemania. Y hay más. En los diferentes comicios celebrados este pasado domingo, las fuerzas ecologistas también firmaron unos resultados sorprendentes en las nacionales de Luxemburgo y en las municipales de Bélgica. Ante el derrumbe generalizado de los socialdemócratas en Europa, ¿son Los Verdes el nuevo referente de la izquierda?

El recuento en Baviera dejó este domingo muchos rostros amargos. Los conservadores y los socialdemócratas tuvieron que encajar graves pérdidas (pese a que los primeros vayan a poder conservar el gobierno con una coalición). Cedieron unos diez puntos porcentuales cada uno. La debacle. Otros avanzaron ligeramente. Algunos crecieron, pero por debajo de sus expectativas. Los únicos que sorprendieron y se sorprendieron de forma contundente fueron Los Verdes (aunque no vayan a cobrarse el premio del gobierno). Lograron un 17,5 por ciento de los votos, frente al 8,6 por ciento de de 2013. La formación ha ganado en las siete mayores ciudades del estado, empezando por Múnich, donde ha cosechado un 30 por ciento de media. "Un resultado histórico", resumió emocionada su cocandidata en Baviera, Katharina Schulze.

Su éxito es una afortunada combinación de factores que ha conectado con los electores. De un lado se han presentado con un programa moderado en lo económico -pero claramente feminista y ecologista-, poniendo contenido a su propósito general de ser "la fuerza líder del centro izquierda". Sus candidatos son jóvenes, cercanos y pragmáticos, lejos de esa arrogancia idealista del sector más izquierdista de Los Verdes. De otra, han sabido defender un programa huérfano en estos momentos en Baviera y, por extensión, en Alemania. Un discurso abiertamente proeuropeo y que sostiene mantener las puertas abiertas a la inmigración. Los partidos de centro-derecha, mientras tanto, amedrentados por el avance de la ultraderecha, habían tratado de copiar sin éxito las recetas de ésta. Los socialdemócratas habían virado hacia la derecha pidiendo orden y seguridad. Incluso La Izquierda se encontraba dividida entre quienes defendían el aperturismo y quienes mostraban sus reticencias, alegando defender a los trabajadores locales.

También han contribuido la erosión del Partido Socialdemócrata (SPD), que a la falta de liderazgo y programa debe sumar el desgaste de seguir en la problemática gran coalición de la canciller. Su derrumbe calca el sufrido por otros partidos de su familia en Francia, Italia, Grecia o Austria. El verano más cálido y seco en 15 años, con una insólita alerta por sequía e incendios forestales incluidos, también han ayudado a poner el énfasis de nuevo en el cambio climático y en sus consecuencias más palpables.

Pero no hay un excepcionalismo bávaro. Desde que los conservadores de Angela Merkel y los socialdemócratas sellaron el pasado marzo un nuevo acuerdo de coalición, Los Verdes no han dejado de crecer en las encuestas (de forma paralela al derrumbe progresivo del SPD). Si en las elecciones de septiembre de 2017 alcanzaron el 8,9 por ciento (apenas medio punto porcentual por encima de los resultados de 2013), los últimos sondeos les sitúan a nivel nacional entre el 15 y el 19 por ciento. La casa Forsa les eleva en su último muestreo a segunda fuerza. En el estado de Hesse, donde se celebran elecciones regionales el 28 de octubre, estarían también entre el 14 y el 18 por ciento, como tercera fuerza, con opciones de mantenerse como socio de gobierno.

Un falso cartel electoral colocado por Greenpeace muestra al líder del Partido Verde en Suecia, Gustav Fridolin, en Estocolmo, el 11 de septiembre de 2018. (Reuters)

Luxemburgo, Bélgica... ¿y más allá?

A nivel nacional se perciben dos factores a añadir a los que les catapultaron en Baviera. El primero es la progresiva moderación del partido, que ha visto como su electorado evolucionaba hacia una joven burguesía acomodada pero consciente de la realidad social y de los problemas medioambientales. De hecho, por primera vez desde su fundación en 1980, sus dos copresidentes, Annalena Baerbock y Robert Habeck, pertenecen al sector moderado, los llamados "realos", por pragmáticos. Hasta ahora siempre se habían repartido la dirección bicéfala con los "fundis", la rama más izquierdista. Pero además, tras las pasadas elecciones generales, mandaron un mensaje que caló bien en la psique alemana. Les llovieron halagos de todos los lados por su disposición a negociar una coalición tan compleja como la que trataron de trabar con los conservadores de Merkel y los liberales. Se valoró su esfuerzo por la estabilidad del país, pese a los sacrificios programáticos que les suponía.

Pero la ola verde podría ir más allá de Alemania. Así lo apuntan las elecciones de este fin de semana, cuyo único denominador común es el avance de esta familia de partidos. No vencieron, pero ganaron posiciones. En Luxemburgo, los dos partidos verdes sumaron el 23 por ciento de los votos, por detrás tan sólo del centro-derecha. En Bélgica, Ecolo-Groen quedó segundo en Bruselas -ganó en cuatro distritos- y podría llegar a hacerse con la alcaldía si se conforma una coalición de izquierdas.

Entre los verdes europeos elevan ya estos hechos a categoría. "Los resultados de estas elecciones confirman la misma tendencia en toda Europa, en la que Los Verdes se consolidan como la alternativa progresista a los partidos tradicionales y a la extrema derecha. Los Verdes han demostrado que es posible ganar con un discurso desacomplejadamente europeísta, acogedor y responsable con los retos ecológicos, económicos y sociales de nuestro tiempo", asegura Florent Marcellesi, eurodiputado de EQUO en el grupo Verdes/ALE.

Pero los expertos coinciden en que es pronto para que los verdes canten victoria. Tendría que extenderse y consolidarse esta tendencia en los próximos comicios en el continente, especialmente en las elecciones europeas, previstas para el próximo mayo. Por el momento hay países donde las fuerzas ecologistas apenas tienen presencia, empezando por Francia e Italia. En las recientes parlamentarias suecas, Los Verdes cayeron del 6,9 por ciento de las papeletas al 4,4 por ciento. Perdieron nueve escaños, para quedar en 16, contribuyendo a los actuales problemas de la coalición de izquierdas para mantener el gobierno.

Además, la historia pide precaución. Los Verdes alemanes ya han probado anteriormente las mieles demoscópicas, para topar después con la dura realidad de las urnas. Entre 2010 y 2011, durante la segunda legislatura de Merkel, la única que la canciller gobernó con los liberales, el partido llegó a superar el 25 por ciento de apoyos en algunas encuestas, puntualmente por encima de los socialdemócratas. Entonces el semanario Der Spiegel titulaba en portada "El nuevo gran partido alemán. ¿De qué son capaces Los Verdes?". Pero aquella burbuja pinchó antes de las siguientes elecciones generales, las de 2013. En esos comicios el partido quedó en el 8,4 por ciento, por debajo del 10,7 % de 2009, su mejor resultado histórico

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