Loading...
Comentarios

-

Ha habido un error al recuperar los mensajes
Cargando mensajes...
Ha habido un error al recuperar los mensajes
Es noticia
  1. Mundo

moscú y pekín critican las maniobras conjuntas

El misil de Corea del Norte divide al mundo: Rusia y China culpan a EEUU

Crecen las voces que creen que ni las sanciones ni una acción militar son opciones viables, y optan por la negociación. Y en eso, ni Washington ni Pyongyang están ayudando a quienes abren puentes

Las Fuerzas de Autodefensa de Japón participan en un ejercicio militar en respuesta al lanzamiento de Corea del Norte, el 29 de agosto de 2017. (Reuters)

El lanzamiento por parte de Corea del Norte de un misil por encima del territorio de Japón amenaza con crispar aún más una situación ya de por sí muy tensa, ante la condena aparentemente unánime de la comunidad internacional y las advertencias veladas de EEUU sobre un posible recurso a la fuerza. Pero a pesar de que la decisión norcoreana está siendo denunciada por prácticamente todos los actores de relevancia, Rusia y China han roto filas para criticar también a Estados Unidos por no contribuir a la distensión, sino al contrario.

El viceministro de Exteriores ruso, Sergei Ryabkov, ha llegado al punto de acusar a Washington de haber provocado con sus acciones al régimen norcoreano para que lanzase el misil, al haber insistido en la celebración de los ejercicios militares Ulchi Freedom Guardian conjuntamente con Corea del Sur, lo que ha calificado de “patrón de escalada”. “Consideramos que estos ejercicios conjuntos celebrados de todas formas, si bien en un modo más ligero comparado con la agenda inicial, tuvieron un impacto a la hora de provocar a Pyongyang para llevar a cabo el nuevo lanzamiento. Estamos muy preocupados por estos sucesos en general”, declaró ayer Ryabkov, según la agencia Itar-Tass.

En el mismo sentido se ha expresado Hua Chunying, la portavoz del ministerio de Exteriores chino, que ayer pidió “a todas las partes” que evitasen las provocaciones, y ha pedido a Seúl y Washington que cancelasen las maniobras. “Esperamos que las partes relevantes puedan considerar cómo podemos suavizar la situación en la península y generar paz y estabilidad”, afirmó. “El tiempo ha demostrado que la presión y las sanciones no pueden resolver la raíz del problema”, aseguró también, indicando que la única manera de acabar con ello es abordar las preocupaciones de seguridad legítimas a través del diálogo.

Pekín y Moscú parecen compartir la opinión de que el nuevo programa de sanciones no servirá para modificar el comportamiento del régimen norcoreano, y que es hora de adoptar nuevos enfoques. “Si nos guiamos por cómo los compañeros de Estados Unidos y otros países occidentales han actuado en el pasado, entonces desde luego que podemos esperar nuevos pasos hacia el endurecimiento de las sanciones, pero eso no resolverá el problema. Ya es obvio para todo el mundo que los recursos para influir sobre Corea del Norte con sanciones se han agotado”, dijo ayer Ryabkov. Y ahí, EEUU, según su punto de vista, no está ayudando.

Aunque Rusia y China se oponen por principio a la proliferación nuclear, ambos países están furiosos por las recientes sanciones impuestas por la Administración Trump contra individuos y entidades de esos países por su presunta cooperación con el programa nuclear de Pyongyang. En el caso chino, la inclusión en la lista negra se produce a pesar de que Pekín aceptó prohibir la importación de varios productos norcoreanos, que se espera que reduzcan los ingresos del país en unos mil millones de dólares, aproximadamente un tercio del total anual. Ir más allá -por ejemplo, imponiendo restricciones a las exportaciones energéticas a Corea del Norte desde el resto del mundo- supondría desestabilizar peligrosamente al régimen, considera China, lo que podría provocar respuestas indeseadas. De hecho, tal y como recuerda Patrick Wintour, editor diplomático del diario The Guardian, la visión en Moscú y Pekín es que "Corea del Norte sabe que no puede ganar una carrera de armamento nuclear, y las repetidas pruebas de lanzamiento de misiles están pensadas para que se retomen las conversaciones de paz".

El coro del Ejército Popular de Corea canta durante el 7º Congreso del Partido en Pyongyang, en mayo de 2016. (Reuters)

¿Son viables unas negociaciones de paz?

"Rusia no cree que haya una opción militar para desnuclearizar Corea del Norte, e insiste en que solo herramientas político-diplomáticas son permisibles. A los líderes en el Kremlin también les irrita la retórica inflamatoria de Trump", señala Georgy Toloraya, ex diplomático ruso y director de investigación del Centro de Estudios Coreanos Contemporáneos del Instituto Ruso de Economía Global y Relaciones Internacionales de Moscú. "Rusia cree que la discusión sobre acuerdos de seguridad en la península coreana debe llevarse a cabo en paralelo con las negociaciones sobre la cuestión nuclear, y que solo un tratado directo entre Washington y Pyongyang, combinado con garantías multilaterales, puede traer una paz y estabilidad duraderas a la región", considera Toloraya en un análisis publicado este martes.

Por eso, parece improbable que los llamamientos a la unidad realizados por varios miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, poco antes del inicio de la reunión de urgencia celebrada ayer, vayan a dar fruto alguno. La embajadora adjunta de Francia, Anne Gueguen, afirmó que es "más crucial que nunca mostrar unidad", actuar de forma "colectiva" y reaccionar "con determinación y firmeza" a las provocaciones de Pyongyang. "Esperemos poder estar unidos en las condenas de las acciones de Corea del Norte, que son completamente inaceptables", declaró por su parte el embajador de Japón ante la ONU, Koro Bessho, a su entrada a la reunión a puerta cerrada. "Japón siente que debemos ejercer más presión, pero hay que debatir cómo hacer eso", agregó el diplomático nipón.

Y mientras tanto, el gran perjudicado es el nuevo presidente surcoreano Moon Jae-in, uno de los más interesados en encontrar una solución pacífica al conflicto y dispuesto a tender una mano a Pyongyang. Un gesto que, por el momento, no ha dado resultado alguno. "Para Kim Jong-un, un Gobierno surcoreano liberal y amistoso es más amenazador que uno conservador hostil. El sistema norcoreano está adaptado a la hostilidad externa, la presión y el aislamiento: aunque el país puede que no vaya sobre ruedas en esas condiciones adversas, el régimen sabe que puede sobrevivir en ellas", indica John Delury, analista del portal especializado 38 North, que señala que la resistencia de Pyongyang al diálogo está resultando enormemente frustrante para Seúl. En estos meses, el régimen norcoreano se ha negado a participar en una propuesta para celebrar de forma conjunta la liberación de Corea frente al ejército japonés, en una cumbre inter-coreana y en un programa de contactos familiares. Sin embargo, resulta esperanzador el hecho de que los medios norcoreanos se hayan abstenido de lanzar ataques personales contra Moon, como sí hicieron contra sus predecesores. Pero, por ahora, ese es el único signo de acercamiento.

Seúl, a priori, tampoco es partidario de incrementar las penalizaciones económicas. Los surcoreanos, además, son conscientes de que forzar las tensiones ha sido siempre una táctica del régimen de los Kim para extraer concesiones de la comunidad internacional, algo que no parece claro para un Departamento de Estado de EEUU en plena desintegración por los agravios del presidente Trump, y que está perdiendo su memoria histórica. Pero a medida que queda claro que no hay mucho más margen para nuevas sanciones -el país, al fin y al cabo, lleva bajo uno u otro tipo de embargo desde 2006- y que éstas no han logrado alterar la conducta de Pyongyang, crecen las voces a favor de una negociación real y con garantías, asumiendo que Corea del Norte es ya una potencia nuclear plena y no hay mucho que se pueda hacer al respecto. La alternativa a estas conversaciones, la opción militar, resulta demasiado terrible.

Ver comentarios
Corea del Sur
El redactor recomienda