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"que toquen algo, pero bajito"

Freno a los 'cuentapropistas': Cuba pone en pausa su economía privada

Esta semana, el Gobierno cubano ha decidido suspender el otorgamiento de licencias para numerosos pequeños sectores económicos. El temor a perder el control subyace tras la medida

Un grupo de personas espera en el exterior de un paladar en La Habana, el 1 de agosto de 2017. (Reuters)

Un popular cortometraje clásico de animación, que casi todo el mundo en Cuba ha visto en algún momento, relata las manifestaciones contra la llegada de un nuevo embajador norteamericano, a comienzos del siglo XX. Ante las protestas, se deshace el recibimiento, y menudean las piedras, los disparos y los arrestos. Es entonces que a alguien se le ocurre preguntarle al jefe de la Policía qué hacer con la orquesta que había sido convocada para la celebración ya malograda. La respuesta del funcionario -como sucede con muchos dibujos animados nacionales- forma ya parte del léxico cotidiano: “Que toquen algo, pero bajito”.

“Bajito” puede significar en Cuba muchas cosas, pero sobre todo no rebasar determinados límites. Decidir cuáles es competencia exclusiva del aparato burocrático que conduce el país desde hace casi sesenta años. Por eso, a nadie sorprendió que este martes una edición extraordinaria de la Gaceta Oficial de la República anunciara la suspensión del otorgamiento de licencias para numerosas actividades del trabajo por cuenta propia, nombre con el que se designa al sector privado. Era la consecuencia “lógica” de las críticas que sobre el tema había lanzado el presidente Raúl Castro a mediados de julio, en el último período de sesiones de la Asamblea Nacional.

En esencia, el paquete de medidas establece la “congelación” del otorgamiento de patentes para 28 áreas económicas, que van desde la gestión de cafeterías de alimentos ligeros y restaurantes (más conocidos como paladares), hasta pequeños negocios como los de fregadores y engrasadores de autos o los profesores de idiomas. Llama la atención que en ese grupo de prohibiciones se incluyen varias actividades relacionadas con uno de los problemas más acuciantes del país, la vivienda. De acuerdo con estadísticas oficiales, el 60% de los 3.5 millones de inmuebles con que cuenta la isla se encuentran en regular o mal estado; para atender las necesidades de su población son necesarias unas 880.000 nuevas casas, cifra que a los ritmos actuales de construcción no se alcanzará en menos de cuarenta años. Sin embargo, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) pone en pausa las solicitudes de nuevos arrendadores de viviendas o habitaciones, y de aquellos que pretendan incorporarse a los “servicios de construcción, reparación y mantenimiento de inmuebles”.

Otras disposiciones complementarias cierran definitivamente la puerta a las labores de vendedor de productos agropecuarios, “carretillero o vendedor de productos agrícolas en forma ambulatoria”, “comprador vendedor de discos” y “operador de equipos de recreación”. “Todo forma parte de un proceso sistemático de revisión y perfeccionamiento, encaminado a corregir deficiencias”, consideró en una entrevista para Granma, el periódico del Partido Comunista, la viceministra primera de Trabajo, Marta Elena Feitó. Ni la directiva, ni la nota publicada por el rotativo anticipan plazos para el fin de la moratoria.

Cuba cerró el primer semestre de 2017 con unas 556.000 personas incorporadas al trabajo por cuenta propia, la inmensa mayoría en negocios familiares, o pequeñas empresas y cooperativas.De acuerdo con las declaraciones repetidas desde el 2011, la aspiración gubernamental es que esa cifra se cuadruplique para 2030, hasta constituir poco menos de la mitad de la población económicamente activa. En términos de sus aportes al Producto Interno Bruto, las previsiones apuntan a un grado de participación similar o incluso superior.

Un conductor de bicitaxi se corta el pelo en una barbería privada en La Habana, el 1 de agosto de 2017. (Reuters)

¿Sector en crecimiento o amenaza?

Su evolución no ha estado libre de obstáculos. Hace solo unos meses la Central de Trabajadores de Cuba (la única federación sindical autorizada por el Estado) reconocía no haber sido capaz de lidiar con todos los problemas que se derivaban de “la inseguridad laboral, y la ausencia de contratos y vacaciones”, habituales entre los empleados cuentapropistas. Tampoco, a más de un lustro de su “ampliación”, el sector ha podido recibir beneficios como la creación de un mercado mayorista del cual abastecerse o la autorización para exportar sus bienes y servicios. La ausencia del primero ha hecho florecer el robo y la corrupción con el objetivo de suplir las necesidades de los nuevos emprendimientos; el no contar con el segundo ha motivado el éxodo de muchos profesionales que hubieran podido desarrollar su trabajo sin abandonar la Isla.

“Con el cuentapropismo ha existido siempre una relación de amor-odio. La dirección del país evita otorgarle el calificativo de 'reformas' a las medidas que se han venido tomando desde 2007, las cuales en el lenguaje oficial son definidas como 'Actualización del Modelo Económico Cubano'. Entre ellas está la apertura al trabajo por cuenta propia de forma masiva”, señala un funcionario del nivel central en el MTSS, antes de recordar que en algunos círculos decisorios cualquier alusión a “un proceso reformista se considera un nexo directo con la Perestroika y los acontecimientos que condujeron a la desaparición de la Unión Soviética”.

“El momento que vive nuestro socialismo exige de nosotros extremo celo en todo lo que hacemos, con el único fin de fortalecerlo y mejorarlo, nunca para destruirlo ni crear las bases para el capitalismo y el imperio de las leyes del mercado”, considera Ramón Labaniño, uno de los agentes de inteligencia liberados por la administración Obama en diciembre de 2014, al comienzo del Deshielo. La advertencia la plantea en su prólogo a un libro editado recientemente en la isla, "El socialismo traicionado", de dos historiadores norteamericanos que defienden una premisa tan singular como preocupante para la dirección política de La Habana: la Unión Soviética se desplomó por la traición de una parte de su dirigencia y los efectos del incontrolado crecimiento del sector privado.

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Ignacio Isla. La Habana

Si bien no existen análisis confiables sobre el fenómeno, las periódicas campañas policiales, y de la Oficina Nacional de la Administración Tributaria y la Contraloría General de la República, han puesto en evidencia las magnitudes que puede alcanzar el conflicto. Solo en octubre pasado el gobierno de la ciudad de La Habana cursó advertencias a 129 de los 135 titulares de restaurantes privados inscriptos en su demarcación. Las razones para hacerlo iban desde “el consumo y el expendio de drogas en sus locales, hasta el blanqueo de dinero”, según declaraba la vicepresidente del Consejo de la Administración Provincial, Isabel Hamze. Una de las medidas derivadas del proceso fue la suspensión local del otorgamiento nuevas licencias. Aquel “anticipo” se ha convertido ahora en una normativa nacional.

Junto con la repatriación de emigrados y sus recursos, las remesas desde el exterior han constituido una de las principales fuentes de financiación para el fomento de nuevos negocios privados en la isla, aunque muchos evitan declararlas debido a que “legalmente el Gobierno no autoriza a invertirlas”, detalla en su libro "Voces de cambio en Cuba", el catedrático Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito en Economía y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh. La indagación apunta a otras vías de acopio para engrosar el capital inicial de esos emprendimientos, tales como la ayuda familiar (44% de los encuestados), y de amigos y conocidos (20%). A todas luces, son demasiados “puntos ciegos” para una estructura de poder que desde 1959 se habituó a tener en sus manos todas las riendas, empezando por las económicas. En esas circunstancias, tocar más alto de lo previsto puede ser un ‘pecado’ intolerable.

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Raúl Castro
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