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DONALD TUSK HA AVISADO AL CONSEJO EUROPEO

Irlanda no es Escocia: Bruselas recuerda a Londres que el Ulster sí puede volver a la UE

Si Irlanda del Norte se reunificase con el resto de la isla sería admitida automáticamente en la Unión Europea. Esa es una de las bazas que los negociadores europeos esperan jugar ante el Reino Unido

Vista general del parlamento norirlandés en Stormont, Belfast, en marzo de 2017. (Reuters)

La reunificación de la isla de Irlanda fue un fantasma que se coló en Downing Street tan pronto como se supo el triunfo del Brexit. Al igual que la independencia de Escocia. La gran diferencia es que mientras que Bruselas siempre ha advertido a Edimburgo que, en caso de separación, tendría que ponerse a la cola para volver a ser estado miembro, una potencial “Irlanda Unida” tendría las puertas abiertas de par en par en el bloque comunitario.

Ésta es una de la grandes bazas con las que van a jugar los líderes europeos en la cumbre de este sábado -sin Reino Unido presente-, donde estudiarán la hoja de ruta ante las negociaciones del Brexit. Según publica este viernes el Financial Times, Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, ha enviado a los miembros de la institución una carta en la que deja claro que Irlanda es una de las tres prioridades de la primera fase de las conversaciones del divorcio, junto con los derechos ciudadanos y la factura de salida de Reino Unido. En este sentido, el rotativo señala que los mandatarios europeos reconocerían una eventual “Irlanda unida”, si Irlanda del Norte siguiera el ejemplo de la reunificación alemana en 1990.

Lo cierto es que éste era uno de los grandes temores que circulaban estas semanas por los despachos de Downing Street. El pasado 28 de marzo, The Times filtró una carta firmada por el propio ministro David Davis, ministro del Brexit, en la que reconocía que si Irlanda del Norte optaba por la reunificación tendría la capacidad de unirse a la Unión Europea como parte de la República. En el referendum del Brexit, el 56% de los norirlnadeses votaron a favor de la permanencia en el bloque frente al 44% que apostó por el divorcio.

A diferencia de Escocia, la actual provincia británica no tendría que volver a solicitar la adhesión a la UE, ya que la República de Irlanda es uno de los estados miembros existentes. En la misiva, dirigida a un diputado del SDLP –el partido católico más importante por detrás del Sinn Fein-, Davis escribía: “Si una mayoría de la gente de Irlanda del Norte votara alguna vez para formar parte de una Irlanda unida, Londres se comprometería a que eso sucediera. Y en ese caso, Irlanda del Norte estaría en la posición de convertirse en parte de un estado miembro de la UE, en lugar de buscar unirse a la UE como un nuevo estado independiente”.

Desde el 1 de enero de 1801 y hasta el 6 de diciembre de 1922, Irlanda como unidad perteneció al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. La provincia de Irlanda del Norte se creó tras la partición de la isla en 1921.

El referéndum, una obligación legal

En virtud de los Acuerdos de Viernes Santo de 1998 -con el que se puso fin a casi tres décadas de sangriento conflicto entre católicos y protestantes-, el Gobierno británico tiene la obligación de convocar un referéndum sobre la reunificación de la isla “si hay evidencias que confirman un cambio en la opinión pública sobre su estatuto constitucional”.

La cuestión es: ¿existen ahora evidencias? Ahí está la clave. Y en este sentido no se puede obviar que el Sinn Féin -católico, republicano y partidario de la reunificación de la isla- se convirtió el 4 de marzo en el gran protagonista de las elecciones anticipadas celebradas en la provincia, donde la participación de casi un 65% fue la más alta desde el Acuerdo de Paz de Viernes Santo.

Los republicanos tan sólo se quedaron a 1.168 votos de una victoria histórica. Consiguieron 27 escaños, frente a los 28 del Partido Unionista Democrático (DUP) –protestante, monárquico y favor de la pertenencia británica-, que se quedó por debajo de los 30 asientos que le habían asegurado hasta ahora el derecho a veto en la Asamblea de Belfast para oponerse a cuestiones sociales como el matrimonio homosexual, el aborto o la política lingüística. Se trata de la primera vez que los unionistas no consiguen mayoría absoluta en Stormont, una situación que no sólo refleja un cambio significativo en la sociedad norirlandesa, sino que ha dado impulso a los católicos para retomar su objetivo histórico: acabar con la división entre norte y sur.

Con el Brexit, ninguna de las formaciones políticas quiere ahora el restablecimiento de una frontera estricta con la República de Irlanda, pero tras su triunfo el Sinn Fein ya ha dado un paso más pidiendo la convocatoria del referéndum para la reunificación de la isla. El Acuerdo de Paz obliga a la formación de gobiernos de coalición entre los partidos católicos y protestantes más votados. Con todo, el Sinn Fein ya ha advertido de que no compartirá el poder con el DUP hasta que ambas partes negocien un programa de gobierno radicalmente diferente al anterior. La provincia aún sigue sin Ejecutivo y Londres ha ampliado el plazo de negociaciones hasta el 29 de junio.

Si se tuvieran que convocar de nuevo elecciones anticipadas y los católicos del Sinn Fein consiguieran superar a los protestantes, las posibilidades de celebrar el plebiscito aumentarían. En una encuesta reciente, el 62% se mostró a favor de que Irlanda del Norte permaneciera dentro del Reino Unido, mientras que sólo el 22% quería unirse con la República. Por su parte, los votantes al sur de la frontera están preocupados por el costo que supondría la reunificación. En una encuesta preguntando cómo votarían si el costo de una Irlanda unida tuviera un precio de 9.000 millones de euros por año, un tercio dijo que votaría a favor, mientras que otro tercio se posicionó en contra.

En su carta remitida a Bruselas para la activación del Brexit, la primera ministra británica, Theresa May, recalcó que defenderá la situación especial de Irlanda del Norte para no perjudicar el proceso de paz. En concreto, especificó sus intenciones para que el Ulster tenga una frontera abierta con Irlanda para evitar el restablecimiento de las barreras del pasado.

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