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GRAN DERROTA DE SOCIALISTAS Y REPUBLICANOS

Francia vota por la renovación: Le Pen y Macron lucharán por el Elíseo

El seísmo anunciado se confirma: Francia elimina del escenario a las dos fuerzas que han ocupado el poder durante los últimos 60 años. Macron y Le Pen se disputarán la final el 7 de mayo

Emmanuel Macron, líder del movimiento En Marcha, celebra los resultados en París. (Reuters)

El seísmo anunciado se ha confirmado: Francia vota por la renovación y elimina del escenario a las dos fuerzas que han ocupado el poder durante los últimos 60 años. Las encuestas, por una vez, no se han equivocado. Emmanuel Macron y Marine Le Pen se disputarán la final el próximo 7 de mayo, después de haber logrado un 23,86% y un 21,45%, respectivamente, con el 97% de los votos escrutados.

[Mapa de resultados por regiones de las Elecciones en Francia]

El más joven de los candidatos, el político sin partido, el exministro del Gobierno socialista, el exbanquero de Rothschild, el representante del extremo centro que lanzó su movimiento hace apenas un año, ha ganado su apuesta. El líder de En Marche tiene motivos para sentirse optimista de cara a la segunda vuelta. Las dos llamadas fuerzas de gobierno, socialistas y centro derecha, no dudaron un segundo en pedir el voto para el recién llegado a la escena política francesa.

Benoît Hamon, el candidato socialista hundido en las urnas, reconocía la sanción histórica que su partido ha recibido. Anoche anunciaba enseguida a sus militantes que había que cerrar el paso a Le Pen votando por Emmanuel Macron, "incluso aunque no es de izquierdas", dijo, para finalizar añadiendo que hacía la diferencia entre "un adversario y un enemigo de la República".

Los Republicanos de François Fillon tampoco esperaron mucho para enjugar sus lágrimas y proyectarse hacia el futuro. Menos de 15 minutos después del anuncio de los resultados, los principales 'barones' del centroderecha llamaban a "no votar por Marine Le Pen", los unos, a "votar por Macron", los otros, mostrando así la división interna.

El centro derecha quiere pasar página cuanto antes de su fracaso y empezar a prepararse para las legislativas de junio, pero hasta entonces puede que corra la sangre entre hermanos. Fillon, a quien sus compañeros no esperaron antes de reaccionar, confirmó más tarde el sentir de los derrotados de la derecha y anunciaba que había que cerrar el paso al FN votando por Macron.

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Socialistas y Republicanos son los grandes derrotados, pero Macron es para ellos, además de la barrera contra el nacional-populismo, un mal menor. Desde que los militantes socialistas eligieron a Benoît Hamon como su favorito, comenzó la estampida de los socialdemócratas y social liberales del partido, aterrados por la victoria de uno de los cabecillas de la guerrilla interna que el presidente Hollande ha tenido que soportar.

El ex primer ministro Manuel Valls, derrotado en las primarias, fue de los primeros en abandonar a su excompañero y llamar a votar por Macron. Tras él han desfilado militantes y, sobre todo, votantes que ven en el jefe de En Marche a un político mucho más cercano al socialismo reformista que Hamon. Ponían así freno a los sueños de un 'corbynismo' a la francesa. Las urnas les han dado la razón.

El resultado de Hamon es un auténtico desastre para el Partido Socialista y le deja muy tocado incluso para pensar en las legislativas. Si la línea Hamon se mantiene, los acuerdos con Macron en la futura Asamblea serán difíciles. En el congreso socialista de noviembre, si se celebra, volverán a brillar las navajas.

[Siga en directo los últimos detalles sobre las elecciones francesas de 2017]

Marine Le Pen puede sentirse satisfecha. Ha resistido las remontadas de Fillon y de Jean-Luc Mélenchon. Jugará una gran final, como su padre en 2002, pero con una diferencia: todos los sondeos muestran que el 7 de mayo obtendrá un apoyo mucho mayor del obtenido en la primera vuelta.

El mejor rival para Le Pen

Para Le Pen, Macron es el mejor rival. Contra Fillon hubiera tenido que disputarse un voto conservador; contra Mélenchon, se habría disputado el voto obrero, el antieuropeo y el antiatlantista. Contra Macron su programa se adapta mejor, según sus postulados: el pueblo contra las élites; protección contra la globalización; la nación contra la Unión Europea, y, como muestran los resultados, las urbes contra las zonas periurbanas y rurales.

Para Le Pen, Macron es el mejor rival. Contra Fillon se disputaría un voto conservador; contra Mélenchon, el voto obrero y el antieuropeo

Le Pen cuenta con que los votantes socialistas y conservadores desatiendan a sus aparatos. Piensa que muchos ciudadanos que han optado por Mélenchon preferirán respaldarla antes que votar al "candidato de las finanzas", al pergeñador de las leyes de liberalización de la economía que Hollande no se atrevió a aplicar. Pero lo tendrá difícil.

Emmanuel Macron está considerado como el candidato de los 'bobos' ('bourgeois-bohemes'), de los intelectuales, de los medios, de los jóvenes con altos estudios y de los banqueros. Tiene dos semanas para ganarse a los obreros, a los empleados, a los comerciantes, a los artesanos, a los parados jóvenes y maduros. Levantar un muro contra Le Pen no es ya un argumento suficiente para ganarse la adhesión. Le Pen hace mucho tiempo que no da miedo a los desesperados y a los desencantados con el sistema.

Europa respira a medias. El único candidato que no ocultaba la bandera azul en sus mítines se perfila como el favorito para ocupar el Elíseo. Con Fillon ahogado por sus escándalos, Bruselas y Berlín habían votado ya por Macron.

El europeísmo es uno de los pocos argumentos que Macron sostiene sin ambigüedad. El resto de su programa es más vago y sera difícil que se defina en las dos semanas que le separan de su meta. Sabe que jugando a la defensiva, a contener los ataques de Le Pen, puede llevarse la victoria.

De momento, el político francés que sus partidarios comparan con Obama sigue diferenciándose en las formas. Hizo aplaudir a todos sus rivales. Puede parecer estúpido, pero en un país crispado y dividido más que nunca, la deportividad y el respeto a las ideas contrarias es también un signo de cambio.

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