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los sondeos, por ahora, a su favor

Macron, el candidato 'americano': una legión de voluntarios para luchar por el Elíseo

El peso de la campaña de Macron recae casi íntegramente en voluntarios. Son ellos quienes han logrado que en poco más de un año un movimiento ciudadano luche por el Elíseo

Seguidores de Macron durante un acto de campaña en Saint-Herblain, cerca de Nantes. (Reuters)

Independientemente del resultado que arroje este domingo la primera vuelta de las elecciones francesas, Emmanuel Macron -exbanquero, exministro socialista y natural de la a menudo olvidada región de Picardía- ya ha dejado su huella en la carrera por llegar al Elíseo.

En poco más de un año ha logrado lo impensable: que su movimiento ciudadano “En Marcha” pasara de recibir propuestas de los franceses para mejorar el país -algo más parecido a una encuesta de grandes proporciones- y de ser diana del sarcasmo de los expertos más comprometidos con la manera tradicional francesa de hacer política, a poder hacerse con la presidencia. Las encuestas, de momento, soplan a su favor.

[Así se 'venden' los candidatos franceses]

No obstante, el ascenso meteórico de Macron no es tan sorprendente si se sale del marco establecido por las maquinarias de campaña del Partido Socialista, Los Republicanos o incluso del Frente Nacional. Y, sobre todo, del de los avasalladores esquemas políticos de París.

Primer candidato 'a la americana' de Francia

El primer pilar del ascenso de Macron es la diferencia radical de su campaña con las “maquinarias de guerra” partidistas antes mencionadas. Inspirado, según reconoce, por las campañas de demócratas y republicanos en Estados Unidos, “En Marcha” está articulando una movilización social comparable en volumen a la de la constitución del primer Podemos.

En la pequeña sede del movimiento en el centro de Lyón, donde no rechazan la comparación con la formación de Pablo Iglesias, el entusiasmo por el candidato es más que evidente. Desde este local reducido y con apenas mobiliario, aunque bien organizado, se provee el ‘avituallamiento’ de propaganda electoral no solo de la provincia de Ródano-Alpes, sino de gran parte del sureste de Francia. Al entrar, a nadie se le escapan las tres banderas francesas y tres de la UE que cuelgan del techo.

Jafar, en la treintena y con una barba que roza el estilo islamista, espera pacientemente sentado en un sofá de Ikea para cargar su coche de folletos. Esta tarde, cuenta, van a desplazarse al metro de Vaux-en-Velin, un barrio popular al noreste de la ciudad con gran número de musulmanes franceses, para tratar de captar votantes, aunque, puntualiza, sobre todo “a escuchar lo que tengan que decir”.

“Es la primera vez en mi vida que voto a favor de alguien”, confiesa, “en 2012 muchos votamos contra Sarkozy y contra Le Pen, pero ahora estoy convencido”. Se muestra orgulloso de que las últimas encuestas hayan conseguido reforzar el voto de Macron, que ahora mantiene una fidelidad cercana a la de los votantes del Frente Nacional (un 70% de los votantes de Macron están seguros de su voto por el 78% de los de Le Pen).

El peso de la campaña electoral de "En Marcha" recae casi íntegramente en voluntarios como Jafar o como Batiste, de 23 años, que relata cómo empezó a ir “unas horas a la semana” para echar una mano, pero que la dinámica le acabó atrapando hasta dedicarle “casi íntegramente” todo su tiempo libre. “Es muy cansado, pero es muy gratificante”, concluye. Este joven de verbo suelto y actitud relajada es uno de los responsables de que todos los pequeños comités -delegaciones en barrios o en pueblos, a veces compuestas por una sola persona- tengan el material que necesitan.

En Marcha se financia hasta ahora con donaciones particulares, con las que han recaudado 6,5 millones de euros, a los que se suman los 8 millones que Macron ha aportado con un préstamo personal. La media de donación por persona es de 250 euros o menos.

La mayor parte de estos voluntarios son hombres-orquesta: organizan y se embarcan en acciones de promoción del candidato. Amandine, de 18 años, se prepara para ir a hacer un puerta a puerta a Tassin, en la periferia de la ciudad. Asegura que lo más importante es “escuchar a la gente”. Ante cierta incredulidad inicial de algunos de sus compañeros, la joven lyonesa confirma que hay votantes incluso procedentes del Frente Nacional que se han unido a algunas de las discusiones que los activistas plantean en los barrios.

Armelle, de 55 años y la más veterana del local, tiene una explicación para esto: “Cada persona llega a En Marcha por razones distintas, las afinidades políticas dan igual”. Afirma que es normal “que lleguen de todos los partidos” porque las ideas del movimiento no están predefinidas sino que “parten de la población” y de las discusiones y mesas redondas que organizan en sus sedes. “Muchos votantes del Frente Nacional apoyan a ese partido porque da respuestas a problemas que preocupan a la gente” que muchas veces el resto de partidos evitan abordar, dice Armelle. Ella cree que uno de los secretos de En Marcha es que no evita ningún asunto, y que sus soluciones más centristas pueden atraer a gente del entorno del FN que no quieren soluciones radicales.

"Cuando Macron sea presidente"

“Cuando Macron sea presidente”, dice con seguridad Armelle, “ya veremos qué pasa”. Uno de los grandes retos de En Marcha tras las presidenciales será existencial: si el movimiento se convierte de algún modo en partido para afrontar las inminentes legislativas de junio. Y con Macron en el Elíseo las circunstancias serán, lógicamente, más fáciles.

Así que si hay que usar técnicas de la vieja política, en esta recta final a los macronistas no les va a temblar el pulso. Esta semana el equipo de En Marcha difundirá un mensaje pregrabado de Macron de un minuto y medio animando a ir a votar el domingo a unos seis millones de franceses. El Elíseo bien vale saltarse los propios métodos.

Las provincias y el 'fenómeno Macron'

El éxito de Macron también está íntimamente conectado con un político de provincias, precisamente del Partido Socialista, del ala centrista de la formación, y del que siempre se rumoreó que saltaría a la arena nacional: el alcalde de Lyon, Gérard Collomb.

La ciudad de Lyon, situada en el sureste del país, cerca de los Alpes y tercera urbe francesa, con su espíritu contenido de influencia suiza y su ambiente permeable a los negocios, podría encarnar en cierto modo el carácter de Macron y el socioliberalismo de su programa. Más allá de las metáforas es el alcalde Collomb, factótum casi intocable de la ciudad -es primer edil desde 2001- y mentor del candidato, el que ha mantenido esta llama viva para que Macron la lleve a la presidencia.

Collomb ha conseguido durante su carrera a la vez ser un 'barón' del PS y al mismo tiempo un díscolo -o un derechista, según la línea más dura de los socialistas-. Por ello, su apoyo declarado a Macron tuvo tanto a más peso -sobre todo a la hora de apaciguar a los 'lobos' que calificaban al líder de “En Marcha” de traidor al PS- que el de el ex primer ministro Manuel Valls.

El alcalde lyonés tenía las maneras de un Macron "avant la lettre" y su éxito incontestable en la ciudad anticipaba la carrera ascendente del político centrista, una persona con más ambición.

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