Loading...
Comentarios

-

Ha habido un error al recuperar los mensajes
Cargando mensajes...
Ha habido un error al recuperar los mensajes
Es noticia
  1. Mundo

"inmigrantes turcos de derechas le votan"

Razones con cierto sentido común para votar a Wilders (o al menos tomarle en serio)

El perfil del votante de Wilders va más allá del clásico 'angry white man'. Inmigrantes turcos de derechas le apoyan. Se suman a otras minorías convencidas por su mensaje antimulsulmán

Una mujer musulmana vota en un colegio electoral instalado en una mezquita de Ámsterdam. (Reuters)

Murat, un turco-neerlandés de 37 años, no vio el debate del lunes entre el primer ministro holandés, Mark Rutte, y el candidato Geert Wilders porque tenía algo mejor que hacer: jugar al fútbol con sus amigos holandeses de ascendencia europea. Y, en lo posible, no hablar de política.

Su tienda de Ámsterdam es frecuentada por turistas y ello quizás se deba, en su mayor parte, a que luce un amplio surtido de camisetas y otros artículos de consumo cuyo eje central es la bicicleta, un símbolo ya devenido en distintivo nacional de Holanda. Vehículos de dos ruedas con tulipanes en el cesto, con el trasfondo de canales o adornados con plantas de marihuana... Murat lo tiene todo.

Lo que no tiene previsto es dar su voto en el referéndum constitucional de abril en Turquía, aunque pueda hacerlo. Y sí en cambio en las elecciones de este miércoles en Holanda, donde se siente un ciudadano más. “Los que tienen raíces fuera votan más que los holandeses de toda la vida”, apunta. A través del cauce democrático que ofrece el voto, “los extranjeros aquí pueden elegir a sus propios representantes”.

En Ámsterdam, hay una porción importante de la población que cree que demasiados inmigrantes tienen trato preferencial con los subsidios

Al menos, en los Países Bajos queda esa esperanza el día después, asegura. Y, en cambio, en Turquía “la tensión no tiene fin”, asevera Murat, que habla un turco fluido y que, como muchos de sus compatriotas, se niega a dar el apellido por temor a represalias —aun estando su país de origen tan lejos—. Y eso que tampoco confía demasiado en su país de elección y afirma que “el sistema se quedará igual, no puedes cambiarlo en Holanda”.

Las miradas se dirigen por ello hacia Geert Wilders, el líder del llamado Partido de la Libertad (PVV), aunque a varios entrevistados aquí en Ámsterdam más que una formación política al uso se les antoja un movimiento bien difuso o incluso una secta política. Las opiniones varían acerca de esta figura que vive en semirreclusión y protegida por amplias medidas de seguridad. Para algunos, se trata de un líder carismático que habla desde el corazón y da voz a los hombres blancos enfadados. Para otros, en cambio, se trata de un pérfido y maquiavélico pragmático. Otros preferirían verle en el psiquiatra.

“Todo el mundo pensaba que los seguidores de Wilders son idiotas de las clases bajas, pero resulta que algunos de ellos están muy bien educados y están de acuerdo con Wilders, no por lo que está haciendo sino por las agravios de la mayor parte de la gente que le apoya”, apunta el académico de elevada planta, profesor W. W. Mijnhardt, que no cesa de andar —esa era su condición para la entrevista— mientras contesta preguntas.

“En los suburbios de Ámsterdam, el problema es que hay una porción importante de la población que piensa que hay demasiados inmigrantes que tienen trato preferencial con el alojamiento, con los subsidios. Gente que está perdiendo su trabajo porque está llegando obra de mano barata. Realmente entiendo sus agravios, pero lo que de verdad me disgusta de nuestros políticos es que no han tomado en serio a estas personas”, explica Mijnhardt. Si lo siguen haciendo, advierte, las cosas irán a peor.

Hay turcos de derechas que votan a Wilders porque les gustan las calles 'limpias', ya que tienen pequeñas tiendas... y les gusta su poder

Mijnhardt es un experto en la historia cultural de 1650 a 1850, y si algo ha aprendido de sus estudios que se pueda extrapolar a la actualidad política holandesa, es la necesidad del diálogo. “La perspectiva holandesa es que el compromiso es extremadamente aburrido, muy raramente atractivo, y es la mejor cosa que tenemos”, constata Mijnhardt, ya sentado. “Los holandeses nos hemos acostumbrado a tener compromisos políticos a más tardar en el siglo XVI, en cierto sentido está en nuestros genes. La gran mayoría de los holandeses no son aptos para el radicalismo”, concluye.

Si no se llega a ese consenso o compromiso sobre las tablas de la política económica y se consigue integrar a los damnificados, las consecuencias serán devastadoras, advierten analistas como Mijnhardt. Baste recordar que la fiebre especuladora que desató el culto al tulipán —especialmente en torno a semillas exóticas del tipo Viceroy— en Holanda en el siglo XVII terminó en un contundente colapso de los mercados.

En todo caso, el perfil del votante de Wilders va más allá del clásico 'angry white man' que se queda en casa al no contar con un empleo estable con sus pantuflas y su cerveza caducada insultando a los políticos que salen en la televisión. “Hay inmigrantes turcos de derechas que cuentan con nacionalidad holandesa que votan a Wilders porque les gustan las calles 'limpias', ya que tienen pequeñas tiendas... y les gusta su poder”, apunta en esta línea el director de cine Eddy Terstall.

“Después está la comunidad de Surinam, que cuenta con unas 300.000 personas aquí", añade —Wilders cuenta con un enorme apoyo por parte de los indostánicos (con ascendencia india) entre ellos—. Asimismo, “las fricciones entre marroquíes y antillanos” hacen aumentar los votos de las minorías holandesas hacia Wilders por ser antimusulmán. “Por regla general, el holandés de raíces caribeñas votará en mayor porcentaje a Wilders que el holandés de raíces europeas”, dice el cineasta pelirrojo para ejemplificar la complejidad del escenario.

Ver comentarios
Geert Wilders Inmigración
El redactor recomienda