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ambos líderes dicen que es "una necesidad"

¿Hacia una escalada nuclear? Por qué Trump y Putin hablan ahora de rearme

En un plazo de 48 horas, la doctrina de no proliferación parece haber saltado por los aires. Pero mientras las razones del presidente ruso están claras, las del estadounidense son menos obvias

Una lanzadera de misiles nucleares RS-24 Yars durante el ensayo para un desfile militar en Moscú, el 7 de mayo de 2016 (EFE)

“Estados Unidos deben fortalecer y expandir enormemente sus capacidades nucleares hasta que llegue el momento en el que el mundo recupere la razón respecto a las armas nucleares”. El tuit de Donald Trump, ayer por la tarde, ha desconcertado a la mayoría de los analistas, que no saben cómo tomarse el que el presidente electo abogue tan abiertamente por revertir la que ha sido la política de todas las administraciones estadounidenses desde hace cuatro décadas respecto a la necesidad de un desarme nuclear progresivo.

Horas antes, el presidente ruso Vladímir Putin, en un discurso de fin de año, se había expresado en términos similares: “Rusia debe fortalecer el potencial militar de las fuerzas nucleares estratégicas, especialmente con complejos de misiles que puedan penetrar de forma fiable cualquier sistema de defensa de misiles existente o planificado”. Unas palabras que han sido interpretadas como una referencia clara a una de las obsesiones de Putin: el despliegue del famoso sistema antimisiles en los alrededores de Rusia, especialmente en países de la antigua órbita soviética y hoy parte de la OTAN, un proyecto promovido por el Gobierno de George W. Bush y que Obama no persiguió activamente, pero que nunca ha desaparecido totalmente del horizonte. Su discurso tuvo lugar apenas 24 horas después de que Rusia realizase una prueba satisfactoria del misil PL-19 Nudol, que los servicios de inteligencia creen que se trata de un arma antisatélite pensada para destruir las comunicaciones del mundo occidental en caso de un enfrentamiento entre potencias.

Esta misma mañana, durante la conferencia anual con la prensa, Putin ha asegurado que las acciones de Rusia son una simple respuesta a las de Estados Unidos. "No violamos nada. Estamos en línea con nuestras obligaciones, así como en el número de nuestras cabezas nucleares", ha dicho. "Si alguien está estimulando una carrera de armamento nuclear, no somos nosotros", ha añadido, asegurando que el motivo por el que países como EEUU y el Reino Unido están ansiosos por mejorar sus arsenales se debe a la eficiencia del sistema ruso.

Pero mientras el líder ruso tiene una razón clara para expresarse así –lleva haciendo comentarios similares, de un modo u otro, desde 2007-, los motivos de Trump no están tan claros. Pero si algo está demostrando el presidente electo desde las elecciones es que sus aparentes exabruptos son por lo general mucho menos espontáneos de lo que parecen.

En este caso, puede tratarse de una mera respuesta a los comentarios de Putin, un intento de afirmar públicamente su voluntad de plantarle cara a Rusia, tras las acusaciones de connivencia entre ambos líderes (si bien el presidente ruso ha vuelto a negar esta mañana ante la prensa que el Kremlin haya hackeado las elecciones estadounidenses de noviembre, repitiendo los argumentos de Trump). O puede tratarse de una recuperación de la “teoría del loco”, enunciada por Richard Nixon durante las negociaciones de paz con Vietnam del Norte, cuando le dijo a su asistente H. R. Haldeman que quería que los norvietnamitas creyesen que EEUU había “alcanzado un punto en el que estaban dispuestos a cualquier cosa para acabar con la guerra”, incluyendo el uso de armas nucleares contra Hanoi. Desde entonces, esta formulación ha pasado a formar parte de la doctrina de las relaciones internacionales.

Vladímir Putin durante su encuentro anual con la prensa en Moscú, el 23 de diciembre de 2016 (Reuters)

La idea parece gustarle a Trump, que en varias ocasiones, durante la campaña, declaró: “Como nación, debemos ser impredecibles”. En cualquier caso, el director de comunicaciones de Trump, Jason Miller, se ha apresurado a afirmar que el presidente electo se refería “a la amenaza de proliferación nuclear y a la necesidad crítica de prevenirla, particularmente entre organizaciones terroristas y regímenes inestables y parias”. También subrayó que anteriormente Trump “ha enfatizado la necesidad de mejorar y modernizar nuestras capacidades disuasorias como una forma vital de lograr la paz a través de la fortaleza”. Una afirmación que es cierta solo a medias, puesto que el entonces candidato republicano se contradijo repetidamente sobre la cuestión, abogando en algunos momentos por renovar el arsenal nuclear de EEUU y en otros criticando la expansión del armamento nuclear en el mundo. Puestas en conjunto, sus declaraciones apuntan a que Trump parece pensar: "Mientras los demás tengan bombas atómicas, nosotros tenemos que tener más y mejores".

La despreocupación de Trump

Las críticas no se han hecho esperar. Derek Johnson, director ejecutivo de Global Zero, una organización que promueve la eliminación de las armas nucleares, asegura que Trump está llamando a “una nueva carrera de armas nucleares” de forma irresponsable. “El uso de incluso una sola arma nuclear, en cualquier parte del mundo, sería un desastre humanitario, medioambiental y económico global. Una escalada nuclear en EEUU y Rusia solo hace dicho escenario más probable”, ha declarado al diario “New York Times”.

Joe Cirincione, presidente de Fondo Ploughshares sobre seguridad, “este podría ser el final del proceso de control armamentístico que ha reducido el arsenal de la Guerra Fría en un 80 por ciento”. El ex congresista John Tierney, que dirige el Centro para el Control de Armas y la No Proliferación, ha declarado: “Es peligroso que el presidente electo use solamente 140 caracteres para anunciar un cambio radical en la política de armamento nuclear de EEUU, que es matizada, compleja, y afecta a cada persona del planeta”.

Donald Trump, secundado por el general Michael Flynn (Reuters)

Pero la despreocupación de Trump sobre la cuestión pone los pelos de punta a muchos expertos. Durante la campaña sugirió que se debería permitir a Japón y Corea del Sur que adquiriesen armamento nuclear y se defendiesen solos de la amenaza norcoreana, como una forma de reducir el gasto militar estadounidense en el extranjero. “Si pelean [con Corea del Norte], sabes, sería una cosa terrible. Terrible… Pero si lo hacen, lo hacen”, aseguró en un evento de campaña en Wisconsin el pasado abril. No solo eso: según el veterano comentarista de la MSNBC Joe Scarborough, un experto internacional mantuvo un encuentro con Trump para tratar la cuestión de las armas nucleares, en el que éste preguntó repetidamente: "Si las tenemos, ¿por qué no podemos usarlas?".

Pero si de verdad Trump opta por perseguir el rearme, echará por tierra de forma definitiva los esfuerzos de Barack Obama, quien en 2010 logró que EEUU y Rusia firmasen el llamado tratado START-III, que estipula que para 2018 ambos países deben poseer no más de 1.550 armas nucleares estratégicas. Durante el cénit de la Guerra Fría, el número conjunto de cabezas nucleares superaba las 30.000. Actualmente, ambos países poseen alrededor de 7.000 cada uno.

Ya en 1945, los responsables del Proyecto Manhattan que desarrollaron la primera bomba atómica –infinitamente menos potente que las actuales- concluyeron que bastarían “entre 10 y 100” armas nucleares para acabar con la vida en la tierra. Que Trump y Putin hablen a favor del rearme son, sin duda, malas noticias.

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