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BUSCA SER EL GRAN REFERENTE DEL SIGLO XXI

La doble estrategia de China: diplomacia atractiva y un ejército cada vez más fuerte

Al mismo tiempo que las reuniones al más alto nivel y la diplomacia juegan su papel en la cumbre del G20, Pekín prepara un plan para ganarse el respeto, por la fuerza, en la arena internacional

Soldados del Ejército de Liberación Popular durante un entrenamiento en Tianshui, en la provincia de Gansu, en enero de 2016 (Reuters).

Hangzhou, localidad de unos nueve millones de habitantes, es el fiel reflejo de la forma en la que China quiere funcionar a la hora de alcanzar sus metas. Situada a menos de 200 kilómetros de Shanghai, la ciudad ha trabajado durante el último año para mostrar al mundo la imagen de urbe moderna, ecológica y organizada con la que el país asiático quiere ser identificado. Cierre de fábricas en los días previos a la cumbre del G20 para reducir los niveles de contaminación, demolición de zonas antiguas, renovación de calles y avenidas y dar vacaciones a gran parte de la población para descongestionar la ciudad son algunas de las medidas llevadas a cabo en la metrópolis para convencer al mundo de que China sabe cómo transformarse para seguir creciendo y, si la dejan, guiar al resto de países por esa senda de progreso.

“Los avances que, en lo económico, ha alcanzado China en los últimos 20 o 30 años son indiscutibles. Sin embargo, el discurso mantenido hasta ahora, que responde a cualquier crítica con la bandera del desarrollo económico y la armonía social, ha quedado obsoleto. El país es ahora un actor de relevancia en el escenario internacional y con la responsabilidad que eso conlleva ha de empezar a actuar”, asegura a este diario Chen Huanzi, economista y profesora de la Universidad de Wuhan.

La crisis financiera global puso de manifiesto en China que el modelo económico mantenido hasta el momento por las potencias occidentales no era infalible. Desde el Ejecutivo, vieron esta coyuntura como una oportunidad de pasar de ser un actor secundario, aunque importante, de la economía mundial, a uno principal con influencia y capacidad de tomar decisiones. Varios factores como las elecciones en Estados Unidos, el Brexit, la crisis migratoria en Europa o la recesión que han vivido o viven varias economías del Viejo Continente han hecho que China acelere el paso para, en Hangzhou, culminar una estrategia que empezó con la crisis financiera de 2008.

“El Gobierno chino es muy efectivo a la hora de crear eslóganes atractivos, pero estos, por lo general, solo funcionan dentro del país. En esta cumbre se ha utilizado el lema 'Hacia una economía mundial innovadora, vigorosa, interconectada e inclusiva' pero esto son sólo palabras sin significado, a menos que el país lleve a cabo una reestructuración profunda de su economía”, afirma Chen.

Vladimir Putin junto al presidente chino Xi Jinping durante la apertura del G20 en Hangzhou. (Reuters)

Reforzando el orgullo patriótico

Según varios expertos, la desaparición de los monopolios gubernamentales, que controlan grandes sectores de la economía china, y la entrada paulatina de la iniciativa privada y la inversión extranjera son factores necesarios para que el país comience a ganarse una credibilidad de la que ahora carece. “China quiere estar en el grupo de países con poder de decisión pero pretende hacerlo sin cumplir con las normas que ahora rigen la economía mundial. Los demás países ven a China como un actor que aún no es digno de confianza y Pekín no quiere 'jugar' con las reglas vigentes, ya que eso acarrearía un riesgo político a nivel doméstico. Una mayor libertad económica podría interferir en el mayor valor del ejecutivo, el poder político”, explica la economista.

Para lograr ese estatus de 'líder', Pekín se ha centrado en dos estrategias. La primera es reforzar el orgullo nacional y avivar el espíritu patriótico de sus habitantes, algo que se ha hecho con notable éxito. La segunda, más difícil, es legitimar la posición del país en diferentes cuestiones a través del apoyo de otras naciones, y es aquí donde la diplomacia y la comunicación chinas parecen estar fallando.

Según parece, y a pesar de los esfuerzos que, en materia de imagen, China está llevando a cabo, el país ha de equilibrar dos estrategias opuestas, la de sus políticas nacionales y la destinada a lograr un mayor peso en los órganos de poder globales. El país, por ahora, tratar de encontrar la manera de vender su mensaje al mundo.

Un G20 más allá de la economía: temas espinosos

“Durante el G20 debatiremos con los países miembro acerca de una reforma económica estructural, la organización financiera global, la cooperación en materia de energía y lucha contra la corrupción”, declaró en rueda de prensa Li Baodong, viceministro de Asuntos Exteriores chino. A pesar de las declaraciones de Li, parece que la actual situación internacional llevará a los participantes en esta cumbre a tratar sobre otros temas en los que el consenso no está, ni mucho menos, garantizado.

Según un informe del Pentágono, 'la modernización del ejército chino está alcanzado cotas que ponen en serio peligro la ventaja tecnológica de Estados Unidos por mar y aire'

El tema en el que existe una mayor confrontación y que afecta a las dos mayores economías del planeta es el del Mar Meridional de China. El gigante asiático mantiene disputas territoriales con naciones como Vietnam, Filipinas, Malasia o Taiwán. Ante este escenario, Estados Unidos ha mostrado su preocupación por el creciente control de las rutas marítimas en la zona y la cada vez mayor presencia militar china en el área. China, que ha construido varias islas artificiales y, se cree, desplegado equipamiento militar en algunas de ellas, critica a Estados Unidos por 'militarizar' la zona, una acusación que es devuelta por Washington y que ha enrarecido las ya de por sí frágiles relaciones diplomáticas entre ambos países.

Vietnam, Filipinas y el resto de naciones envueltas en esta disputa con China se apoyan en Estados Unidos para elevar una protesta que ha llegado hasta el Tribunal de la Haya, que el pasado mes de julio falló en contra de China al asegurar que "no existe base legal para que China apele a derechos históricos sobre los recursos dentro de las zonas marítimas que están dentro de la línea de los nueve puntos", una frontera imaginaria trazada por Pekín y en la que se engloban el 90% de las aguas de este área. Pekín, como ya había anunciado, rechazó el falló y, en un comunicado publicado por la Televisión Central de China (CCTV) aseguró que los territorios en disputa “son parte del territorio chino desde la antigüedad y el país no dudará en hacer lo necesario para defender su soberanía sobre todas y cada una de las islas y sus aguas adyacentes”.

Estados Unidos, China y el resto de países implicados cruzan acusaciones y declaraciones sobre este tema y, aunque no parece que las tensiones puedan escalar más allá de estos intercambios verbales, Pekín ha decidido acelerar la ejecución de un plan que cuenta con más de dos décadas de vida.

El ejército chino se prepara... ¿para la guerra?

Según un informe del Pentágono, “la modernización del ejército chino está alcanzado cotas que ponen en serio peligro la ventaja tecnológica de Estados Unidos por mar y aire” aunque apunta, “los cambios más importantes se llevan a cabo en las unidades de tierra del Ejército Popular de Liberación (EPL)”.

“Simplificando el proceso, se puede decir que lo que se hace es reducir y reorganizar los cuerpos de tierra mientras se aumentan y modernizan las unidades marítimas y aéreas”, explican desde el EPL, y añaden que el objetivo último es “mejorar la capacidad de respuesta ante hipotéticas amenazas a la seguridad de China, ya sean dentro o fuera de las fronteras del país y siempre bajo las órdenes del Partido Comunista de China y de su líder, Xi Jinping”.

Más allá de los comunicados oficiales, que hacen hincapié en la necesidad de “modernizar una estructura obsoleta y poner fin a las prácticas de corrupción dentro del ejército”, es difícil saber qué se esconde detrás de la renovación del EPL, unas acciones que, no obstante, han puesto en alerta a Estados Unidos y a otros países de la región.

“Bajo nuestro punto de vista, todo parece indicar que China está adoptando una posición propia de una situación prebélica, principalmente para hacer saber a otros que está dispuesta a defender su soberanía en los territorios que considera como propios”, afirmó Abraham Denmark, vicesecretario de Defensa de Estados Unidos para el Este de Asia, durante la presentación del informe elaborado por el Pentágono.

Soldados del ELP en una ceremonia de bienvenida en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín. (EFE)

Pasar de lo defensivo a lo ofensivo

Aunque ni los plazos que maneja Pekín ni los objetivos de esta modernización están claros, son varias las voces que apuntan a que, además de las tensiones en el Mar Meridional de China, esto va dirigido a “mantener a raya a Taiwán” y a garantizar la seguridad de las embarcaciones chinas frente a los piratas del Océano Índico, fin para el cual se creó la primera base militar china en el extranjero en Yibuti, en el este de África. “China tiene capacidad para comprar o construir equipamiento de primer nivel, pero debemos centrarnos en los efectivos humanos. Un ejército bien entrenado y con conocimiento es lo que hace útil el armamento de cualquier unidad militar”, afirman desde el EPL.

Esta idea es la que comparten los mandos políticos y militares de China que, desde hace años, se han centrado en atraer a graduados universitarios a filas en detrimento de sus reclutas, el objetivo hasta 2001, jóvenes que no hubieran alcanzado la universidad. “Hubo una apertura gradual y se empezaron a contratar reclutas mejor formados. Para hacer más atractiva la vida en el ejército se les prometían mejores salarios, reducción de impuestos y otra serie de ventajas durante el tiempo que estuvieran en activo y una vez se retiraran. Aquello fue una solución de urgencia para intentar reducir la brecha que nos separaba de Estados Unidos, pero creo que ha dado buen resultado”, explican desde el EPL.

La victoria de Estados Unidos en la guerra del Golfo Pérsico en 1991 y, sobre todo, la demostración de fuerza llevada a cabo por Washington en la conocida como Tercera Crisis de los Misiles del Estrecho de Taiwán, entre los años 1995 y 1996, hicieron ver a China las posibilidades que un ejército moderno y un personal cualificado podían ofrecer. Con los mencionados problemas existentes en el Mar Meridional de China y la victoria en las elecciones presidenciales taiwanesas de Tsai Ing-wen, partidaria de la total independencia de la isla, la situación recuerda a la de mediados de los años 90 y desde Pekín consideran éste el momento en el que China debe, si no en el plano diplomático, hacer una demostración de fuerza en lo militar.

Submarinos y barcos de la Armada china en la celebración del 60º aniversario del ELP. (Reuters)

Según varios analistas, el presupuesto para el Ministerio de Defensa chino osciló entre los 127.000 y los 192.000 millones de euros en 2015 (el de Estados Unidos para ese año superó los 537.000 millones), y con él Pekín busca potenciar el desarrollo de sus misiles balísticos y de crucero, sus submarinos nucleares y mejorar su flota de embarcaciones. Este aumento del gasto, que se espera continúe en los próximos años, ha significado un salto cualitativo en las fuerzas armadas chinas, algo que pusó de manifiesto el contralmirante de la Marina de Estados Unidos Marcus Hitchcock, quien tras las prácticas conjuntas llevadas a cabo por ambos ejércitos en julio de este año, declaró a la revista 'Foreign Policy' sentirse “impresionado por haber encontrado un ejército chino completamente profesional”.

A pesar de este rápido crecimiento, varias voces dentro del EPL recomiendan prudencia y apuntan a que la actual situación, “indudablemente mejor que hace cinco o diez años”, no permite a China equipararse aún con los ejércitos de otras potencias y recomiendan “esperar y seguir trabajando para que la inversión, la captación de talento y las mejoras técnicas puedan empezar a dar sus frutos”.

Hangzhou muestra estos días la cara amable de una China que aspira a convertirse en un referente económico para el mundo. Mientras, el país se prepara para defender lo que considera que es suyo por la vía militar. Un doble juego con el que China busca ser, como muchos han vaticinado, el gran referente del siglo XXI.

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