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LARGA Y LUCRATIVA TRAVESÍA POR EL DESIERTO

Las claves del regreso de Varufakis para 'democratizar' Europa

¿Qué planea para esta vuelta a la arena pública? El exministro de Finanzas siente que su lucha sigue viva. La izquierda europea todavía tiene fe. Los griegos, en cambio, no quieren saber nada de él

El exministro griego de Finanzas Yanis Varufakis, durante un evento en Londres, el 21 de noviembre de 2015. (Reuters)

¿Proyecto ambicioso o demasiado ambicioso? El exministro motero parece que cabalga de nuevo... para sorpresa de casi nadie. Él mismo había insinuado tras su dimisión que su lengua afilada no quedaría aparcada mucho tiempo. Habrá que esperar un poco, al 9 de febrero, para que Yanis Varufakis presente en Berlín su nueva plataforma: Movimiento por la Democracia Europea 2025 o DiEM 25, de la que poco más se sabe salvo que será encabezada por él mismo: ¿qué planea para esta vuelta a la arena pública? ¿Creación de partidos nacionales, de una red paneuropea, de ambos? ¿Qué tipo de iniciativas y de qué calado para la opinión pública continental?

El líder griego ha esbozado que su nueva plataforma estará más allá de los partidos nacionales tratando de salir del “caparazón” estatal -aunque algunas fuentes apuntan a que podría ‘asociarse’ a formaciones concretas como Podemos en España o a otros líderes como Ada Colau- y que tratará de luchar contra la "falta de democracia" en las instituciones europeas. Declaración de principios potente aunque sin pistas sobre lo concreto.

Muy cuidadosamente elegidos, eso sí, los simbolismos: Varufakis organizará el acto de presentación en un teatro de Berlín Este llamado Volksbühne -escenario del pueblo, en alemán-, hogar de lo más arriesgado de la escena germana.

Su regreso pasa sin pena ni gloria en Grecia

Varufakis ya no es tan seguido en su propia tierra, ni de lejos tan popular como antes. Fundamentalmente fue su gestión, basada en la confrontación, en cierta arrogancia y sin lograr ningún fruto, lo que minó profundamente -y quizás irreparablemente- su credibilidad.

Parece increíble al recordarlo, pero hace apenas un año -principios de enero de 2015, antes de las primeras elecciones generales- nadie ajeno a los ámbitos implicados políticamente o fuera de Grecia sabía quién era Yanis Varufakis. Y en poco tiempo, especialmente en los medios de comunicación, a los que proporcionaba titular tras titular, era imposible ignorarle.

Hoy en día su trayectoria desde su toma de posesión como ministro no despierta más que indiferencia entre la población helena. En los cinco meses que pasó como ministro de Finanzas de Grecia -en los que esta caminó muy cerca de quedarse fuera del euro- saboreó las mieles de la popularidad, se hizo conocido como azote de la troika y fue ensalzado a los cielos de la izquierda europea, a falta de contrapunto al discurso rigorista de Alemania. Poco a poco fue cayendo en desgracia hasta que el 6 de julio, atacado por todos los frentes y con su país sufriendo la humillación de un 'corralito' que aún continúa, dimitió repudiado por muchos sectores del partido gobernante Syriza. El 13 de julio, Tsipras claudicaba definitivamente ante los acreedores y se llegaba a un acuerdo.

Varufakis siente que su lucha sigue viva. La izquierda europea sigue teniendo fe. Los griegos no quieren saber nada de él. No solamente es el mal recuerdo. Su carácter combativo ya no encaja con el espíritu reinante en el país: el de resignación ante la claudicación del Gobierno y de los bandazos que este ha pegado en los últimos meses, desmantelando más si cabe los últimos recodos del Estado del bienestar. Varufakis ha mantenido 'su estrella' fuera de estas fronteras, es decir, entre quienes no lo han tenido como gobernante.

En Grecia, desde la firma del nuevo memorando, los asuntos más urgentes han tomado el día a día y las peleas intestinas no dejan lugar para un proyecto a nivel tan idealista como el suyo. Todos los partidos del arco político están inmersos en las disputas por las reformas de Syriza, la última, la de las pensiones. El Ejecutivo está concentrado simultáneamente en tapar sus propias debilidades y en apagar fuegos internos; la oposición, inoperante, no encuentra la manera de criticar acertadamente o de tener proyecto alternativo. Por supuesto, ninguno de ellos quiere poner a Varufakis de nuevo en juego. Es el exministro el que se aleja de la realidad nacional griega para irse a lo paneuropeo... pero es que hace ya tiempo que Grecia se había alejado de él.

Larga y lucrativa travesía por el desierto

Ha estado en segundo plano, pero no pasivo. Varufakis, méritos académicos aparte, ha sabido rentabilizar su gran popularidad como cara visible del desafío a la troika. Esta le ha llevado a recorrer Europa entera dando charlas y participando en coloquios, un lucrativo 'tour' en el que, además, ha difundido su mensaje.

Al principio pareció, de hecho, demasiado lucrativo. El diario heleno 'Protothema' destapó hace unos meses que la oficina de representación del exministro había pedido a un periodista que se había hecho pasar por un organizador de ventos 60.000 euros por intervención y viaje en primera. En este caso, el exministro reaccionó rápido denunciando un complot de la troika y publicando en su blog las conferencias y ‘sueldos’ cobrados en las mismas. En la mayoría de ellas (las llamadas intervenciones ‘políticas’) simplemente le abonaban los gastos de transporte. Salvo en la Bienal de Moscú, en el Born Centre en Barcelona y en una charla en el propio teatro Volksbühne de Berlín, donde percibió 1.000, 1.700 y 500 euros respectivamente. En septiembre y octubre percibió 24.000 y 28.000 euros, por una aparición en RAI3 y en la conferencia anual del fondo de inversión Abraaj en Singapur, ambas justificadas por Varufakis por el loable objetivo de mantener su “independencia económica”.

Entre tanto, Varufakis ha estado también desde julio defendiendo en numerosas entrevistas su papel en esos cinco meses al frente de las finanzas helenas. Ha hablado detalladamente de las reuniones del Eurogrupo en las que él iba a “hablar de economía” y el resto de ministros le miraban con cara de póquer; ha denunciado un supuesto diálogo en el que, ante la insistencia de Schaüble de que no se podían cambiar los términos de los memorandos, Varufakis respondió con un “igual sería mejor que no celebráramos elecciones”, ante lo que la sala quedó en un silencio aquiescente. Todas estas historias siempre dentro de su versión, claro. Lo que no ha hecho ha sido autocrítica de su paso por el Gobierno, salvo quizá por haber sido demasiado ingenuo. “Sabemos que tienes razón, pero te pasaremos por encima”, ha asegurado sin cesar que le insinuaron los líderes europeos. ¿Conseguirá en esta segunda intentona algo diferente? El propio Marx decía que la historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa.

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