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CASI LA MITAD TIENE ANTECEDENTES PENALES

"Luchan por dinero, no por religión": los mercenarios balcánicos de la yihad

El islam no juega un papel fundamental. Por el contrario, muchos de los yihadistas balcánicos que viajan a Siria tienen lazos con grupos criminales o son coaccionadas por estos, y les motiva el dinero

Un agente de policía vigila la entrada al pueblo de Gornja Maoca, en Bosnia, decorada con una pintada del Estado Islámico, en febrero de 2015. (Reuters)

Nusret Imamovic ha vivido varias vidas, todas ellas inquietantes, siempre marcadas por el radicalismo. De origen bosnio, este clérigo wahabí -una de las corrientes más fundamentalistas del islam- se forjó tras las guerras balcánicas que llevaron a la disolución de Yugoslavia, convirtiéndose en uno de los principales referentes ideológicos del extremismo islámico de la región. Desde hace ya dos años, se encuentra en Siria, implicado en el yihadismo que allí lucha por imponerse, según las últimas informaciones de las fuerzas de seguridad.

Aunque su historia refleja un extremismo singular, perfiles como el de Imamovic alarman cada vez más a las cancillerías de medio planeta. Tanto que, desde septiembre de 2014, su nombre está en la lista de terroristas que confecciona periódicamente el Departamento de Estado de Estados Unidos. Y que, ya en noviembre de ese año, se puso en marcha la primera misión oficial de Washington en los Balcanes para rastrear allí a presuntos yihadistas que operan y reclutan para organizaciones como el Estado Islámico (ISIS) y el Frente al-Nusra.

Más aún después de los atentados de París. El problema es que, como advierten los expertos, el radicalismo de matriz islámica en los países de la antigua Yugoslavia y Albania no preocupa solo por la posición estratégica de esta región, una zona que es antecámara geográfica de Europa y cruce de varios tráficos ilegales, sino también por el arraigo que este particular extremismo tiene en un área que todavía no ha superado completamente la tensión interétnica.

Un extremismo arraigado

David Kovacic, investigador del instituto serbio East-West Bridge y del Sciences Po de París, lo describe como “un fundamentalismo cuya primera hornada se remonta a la época de los cruentos enfrentamientos ocurridos durante la disgregación de Yugoslavia en los noventa”. Algo que inquieta a los observadores, “en particular en Kosovo y Macedonia”, donde hay todavía sociedades frágiles y sistemas de prevención inadecuados, explica a El Confidencial.

Otro es el caso de Bosnia, receptora de muyahidines durante el último conflicto armado (1992-95) -algunos de los cuales ya habían sido guerrilleros durante la guerra de Afganistán (1978-1992)-, y que ahora también exporta extremistas a Oriente Medio, como señalan varios informes, entre ellos del International Center for Counter-Terrorism y de la ONG bosnia The Atlantic Initiative. Otras fuentes, como la hoy extinta Misión de Policía de la Unión Europea en Bosnia y Herzegovina, señalaban ya en 2010 la existencia de “3.000 potenciales terroristas” tan solo en ese país.

De ahí que no falten incluso macabros puntos en común entre los que operaban en Bosnia durante la guerra y los extremistas que actúan ahora en Siria e Irak. Un ejemplo es precisamente el batallón de muyahidines, el cual, incorporado en el ejército bosnio en 1993 -bajo el mando del general Enver Hadzihasanovic, quien por ello fue encarcelado en La Haya-, tenía fama de ser uno de los más cruentos, responsable de centenares de ejecuciones sumarias, terribles actos de tortura e incluso decapitaciones. Casi un 'déjà vu', en síntesis, si se piensa en el Estado Islámico.

Más yihadistas que Francia

No hay, por supuesto, datos definitivos sobre cuántos ciudadanos de Albania y de los países exyugoslavos han viajado a Siria e Irak. Ni de cuántos han muerto, desaparecido o siguen vivos. No obstante, sí hay algunas estimaciones acreditadas, como las del centro de estudios estadounidense Combating Terrorism Center (CTC), que sigue el fenómeno con informes periódicos.

Según esta fuente, desde 2012, las personas de origen albanés -es decir, provenientes de Kosovo, Albania y Macedonia- que han viajado hacia esas guerras suman al menos 500, de las cuales 300 son de Kosovo, de acuerdo con lo también confirmado por el Ministerio de Interior de ese país. Algo que es un récord absoluto, al producir Kosovo, en proporción al número de habitantes de cada país, incluso más yihadistas que Francia, el Estado de la Unión Europea con el dato más alto.

En muchos casos la religión no juega un papel fundamental. Muchas de estas personas tienen lazos con organizaciones criminales, o son coaccionadas y luchan por dinero

Estudios basados en yihadistas que han muerto o han sido detenidos indican además que el prototipo de combatiente originario de Albania responde a una persona de 30 años de edad de promedio, mientras que en el caso de los albaneses étnicos de Macedonia y Kosovo, en general, se trata de individuos de entre los 21 y 25 años. Esta franja de edad es también la más sujeta a operaciones de reclutamiento destinadas a actos violentos, según esas mismas fuentes.

Un ejemplo es el caso del joven kosovar Lavdrim Muhaxheri, quien ha sido considerado muerto varias veces, pero sigue apareciendo en vídeos de ejecuciones en Siria. Originario de Kacanik, en Kosovo, Muhaxheri acabó en el punto de mira de una operación antiterrorista llevada a cabo por la policía de Brescia (norte de Italia), que llevó a la detención de otros cuatro kosovares. Según las autoridades italianas, que desde hace casi dos años colaboran activamente con las policías balcánicas, Muhaxheri es hoy uno de los jefes más cruentos del ISIS y el cabecilla de los reclutadores balcánicos. Su nombre también está en la lista del Departamento de Estado de EEUU.

Los combatientes de Bosnia que fueron a Siria o Irak, en cambio, sumarían otros 300, de acuerdo con International Centre for the Study of Radicalisation and Political Violence (ICSR), que colabora con la ONU. Se trata, en su mayoría, de personas que han frecuentado las comunidades salafistas de Gornja Maoča, Ošve y Dubnica, y hay presencia de al menos dos generaciones diferentes. El primer grupo son exmiembros del ya mencionado batallón El-Mujahid, mientras que el segundo está integrado por jóvenes con problemas de identidad y, sobre todo, sin esperanzas de construirse un futuro mejor en Bosnia.

"Luchan por dinero, no por religión"

Albert Rakipi, director del Centro Albanés para los Estudios Internacionales (AIIS) de Tirana, subraya que en Siria también combate mucha gente relacionada con el mundo criminal de la región. “En muchos casos, encontramos que la religión no juega un papel fundamental. Por el contrario, muchas de estas personas tienen lazos con organizaciones criminales, o son coaccionadas por estas, y luchan por dinero”, explicó a este diario Rakipi.

Una circunstancia que, según un informe realizado por Shpend Kursani, del Kosovar Centre for Security Studies, es el caso de Kosovo. “El 40% de los que han viajado a Siria tenía una serie de antecedentes penales antes de viajar”, se lee en el documento. En esta misma línea, también ONG bosnias afirman que dos tercios de los bosnios que viajaron a Siria habían cometido delitos antes de tomar esa decisión. En este contexto, cabe recordar que países como Kosovo y Bosnia se encuentran de forma casi sempiterna azotados por graves crisis económicas y, a menudo, viven enredados en serios conflictos políticos, que refuerzan también las organizaciones criminales que operan en la zona.

El 40% de los que han viajado a Siria tenía una serie antecedentes penales antes de lanzarse a la yihad

Aunque en los últimos dos años la práctica totalidad de los países exyugoslavos y Albania han hecho un esfuerzo legislativo para castigar a los ciudadanos que viajan para hacer la yihad, todavía falta una coordinación más eficaz entre las policías de la región y las europeas. Ni siquiera existe una base de datos con nombres y apellidos de los yihadistas conocidos que ayude a prevenir el fenómeno. Algo que, cuanto menos, dificultaría sus desplazamientos, ya que la mayoría ha viajado en avión hasta Turquía y, de ahí, a Siria e Irak.

De ahí que, en su último viaje en los Balcanes, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, fue claro. "Todos tenemos que trabajar más en ese sentido (contra el ISIS)", afirmó en Pristina, la capital de Kosovo, el pasado 2 de diciembre. Y es que también está el problema de la diáspora. Es decir, de todos esos ciudadanos balcánicos que se fueron durante o después de la guerra de los noventa.

Algunos antecedentes no son, en absoluto, felices. Un testimonio muy triste fue el de dos adolescentes austriacas de origen serbiobosnio, Samra Kesinović y Sabina Selimović. Ambas huyeron a Siria para casarse con yihadistas y hoy posiblemente están muertas, según recientes noticias no confirmadas.

Otro elemento a tener en consideración, según la ONG The Atlantic Iniciative, es que muchos bosnios están dando señales de que no quieren regresar a su país de origen. Ello se debe a que en la actualidad son miembros "de plantilla” de batallones del ISIS y han aceptado quemar sus documentos de identidad, como pide el grupo ultrarradical. Por el contrario, el fenómeno yihadista afecta muy poco a Serbia y Croacia.

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