EL 'BOOM' DEL TURISMO DE VOLUNTARIADO
¿Pagas para ser voluntario? Quizá las oenegés estén haciendo negocio contigo
Aranzazu no esperaba que un voluntariado le trajera quebraderos de cabeza. Buscar un proyecto le dejó una sensación agridulce: su dinero importaba más que ella
Aranzazu Martínez no esperaba que hacer un voluntariado durante sus vacaciones de verano le trajera tantos quebraderos de cabeza. Desde el primer momento, la búsqueda de un proyecto solidario en un país en desarrollo le dejó una sensación agridulce: su dinero importaba más que ella. “Siempre pedían primero el dinero. Tú pagabas tu avión, la estancia y además te pedían cantidades adicionales por trabajar para ellos gratis”, asegura esta bilbaína. Varias organizaciones internacionales, como UNICEF, lo han denunciado durante los últimos años. El llamado 'volunturismo' o turismo de voluntariado se ha convertido en una fuente de financiación fundamental para organizaciones no gubernamentales, pero también para proyectos fantasma o para empresas que buscan hacer beneficio colocando a estos cooperantes ocasionales.
Camboya, uno de los países en los que Martínez intentó buscar un proyecto, es uno de los dorados de este nuevo negocio. Considerado por Naciones Unidas como uno de los países menos desarrollados del mundo, las organizaciones no gubernamentales comenzaron a instalarse en este pequeño estado asiático a principios de los años 90, con el incipiente proceso de democratización iniciado por la ONU. Su número se ha disparado, sin embargo, desde el año 2000, según datos del Consejo por el Desarrollo de Camboya, y actualmente hay registradas unas 3.500 organizaciones en el país. El aumento ha coincidido, además, con la explosión del turismo que ha vivido Camboya en la última década.
El llamado 'volunturismo' se ha convertido en una fuente de financiación fundamental para organizaciones no gubernamentales, pero también para proyectos fantasma o para empresas que buscan hacer beneficio colocando a estos cooperantes ocasionales
“Es bastante evidente que hay una relación entre el turismo y el incremento de este tipo de organizaciones, especialmente orfanatos”, asegura James Sutherland, responsable de comunicación de Friends-International, una de las ONG que más tiempo lleva trabajando con niños en situaciones de vulnerabilidad en Camboya.
Martínez finalmente desistió en su búsqueda en el país asiático. “Lo intenté durante muchos meses, al principio con mucha ilusión, pero al final me sentí defraudada”, cuenta esta técnico en radiología que se encontró con una situación similar en la mayor parte de los países en los que buscó un proyecto. “Hay incluso agencias de viaje que te gestionan el voluntariado”, afirma. Han sido precisamente estas empresas intermediarias una de las principales responsables del gran incremento de los voluntarios en países en desarrollo. “Buscar voluntarios es una tarea que consume mucho tiempo. (Estas empresas) Son un alivio para muchas ONG, por eso surgieron”, asegura Aleix Creus, uno de los responsables de Estrellas de Camboya, una organización que pone en contacto voluntarios y proyectos solidarios aunque, asegura, sin ánimo de lucro. “Nosotros nunca cobramos nada”, dice Creus.
Una de las principales agencias intermediarias es Projects Abroad. Nacida a principios de los años 90, en la actualidad envía cada año unos 10.000 voluntarios a una treintena de países diferentes. En la misma Camboya, donde una de cada cinco personas vive con menos de un euro diario, ofrecen estancias a partir de 1.500 euros para dos semanas. La mayor parte de los voluntarios dedican sus vacaciones a enseñar idiomas o a cuidar de niños, tareas para las que no se requiere tener ninguna experiencia o titulación.
“Los turistas tienen buenas intenciones y creen que están ayudando, pero en realidad pueden causar daño”, dice Sutherland, quien asegura que el trasiego de voluntarios suele causar inestabilidad emocional en los menores. Otra de las agencias más importantes es Plan My Gap Year (Planea mi año sabático), cuyo nombre hace referencia a unos de los principales clientes de este tipo de viajes, los jóvenes, procedentes mayoritariamente de países anglosajones, que se toman un año libre antes de comenzar los estudios universitarios o al terminarlos.
Eva Martín también tuvo una búsqueda amarga en Camboya. “Yo no quería pagar [a la organización por los gastos de estancia]. Les dije que yo me buscaba el alojamiento”, asegura esta psicóloga infantil que vive en Terrassa. “En el último momento accedí a sus condiciones porque ya tenía los billetes de avión y no quería quedarme sin hacer el voluntariado”, afirma. Una vez en Camboya, Martín se dio cuenta de la gran diferencia que había entre los precios que le había dado la ONG y el coste de vida del país. “[Acepté porque] pensaba que sólo se estaban llevando una pequeña comisión por ocuparse de todo”, dice Martín, quien calcula que la ONG se quedó aproximadamente con la mitad de los 450 dólares que ella había pagado por pasar dos semanas.
Una de las principales agencias es Projects Abroad. Envía cada año unos 10.000 voluntarios a una treintena de países. En Camboya, donde una de cada cinco personas vive con menos de un euro diario, ofrecen estancias a partir de 1.500 euros para dos semanas
En el caso de las agencias de colocación, la diferencia es aún mayor y las ONG apenas reciben un pequeño porcentaje. Projects Abroad desglosa una estimación de las cifras en su página web: tras restar un 23% para ofrecer soporte al voluntario, un 17% en costes operativos, un 22% en los gastos del viaje y un 19% en tareas de comunicación, sólo queda otro 19% que se destina a implementar y controlar los proyectos.
España es de momento un mercado minoritario para este tipo de empresas, que se centran en países de habla inglesa. “No hay un concepto de voluntariado asentado (en España)como en otros lugares, está empezando ahora”, asegura Aleix Creus, de Estrellas de Camboya. “Además, las cifras que piden pueden ser asumibles para un francés o un inglés, pero para un español son muy elevadas”, explica.
Pero el mercado se está expandiendo. Las organizaciones ya no buscan sólo a personas comprometidas que viajan exclusivamente para ayudar, sino a turistas tradicionales que son tentados con pequeños voluntariados en los que pasar unos días de sus vacaciones. “Haz un voluntariado en Camboya a bajo precio”, anuncia un cartel colgado en la pared de uno de los bares del turístico Riverside de Phnom Penh, la capital del pais. “Desde sólo 100 dólares”, destaca el letrero. Anuncios similares recorren cada día las calles de la ciudad en la parte trasera de los tuk-tuks, el medio de transporte más utilizado por los turistas, o pueden encontrarse a menudo en hoteles y restaurantes.
Los más populares son los orfanatos, cuyo número se ha duplicado en los últimos años, a pesar de que el número de huérfanos en el país se ha reducido, denuncia UNICEF. En muchos de ellos, los turistas pueden presentarse sin cita previa y pasar varios días con los menores a cambio de una cuota diaria que suele variar entre los 12 y los 15 euros. “Los turistas traen dinero y puede ser bueno para el desarrollo [del país]”, dice Sutherland, quien advierte también del peligro: “Sin embargo, un alto porcentaje de los centros de menores son en realidad negocios orientados a ganar dinero”.
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