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Francesc Boix, el 'fotógrafo del horror' que inmortalizó la Guerra Civil desde dentro

Conocido como los ojos de Mauthasen, las fotografías que tomó Francesc Boix en el campo de concentración nazi sirvieron en los juicios de Nuremberg para acreditar el

 

Conocido como los ojos de Mauthasen, las fotografías que tomó Francesc Boix en el campo de concentración nazi sirvieron en los juicios de Nuremberg para acreditar el horror. El comunista y reportero barcelonés salvó, junto a un grupo de presos españoles y la austriaca Anna Pointner, de la destrucción los negativos que relataron la barbarie y el infierno del Holocausto con los que se inculparon a varios mandos nazis. Destinado en el departamento fotográfico de identificación, burló la orden de eliminar todo material gráfico de la red de campos austriacos y ocultó 20.000 negativos, de los que apenas un millar han salido a la luz.

Pero Boix fue mucho más que el fotógrafo de Mauthasen. Boix también fue el fotógrafo desconocido de la Guerra Civil española. Igual que pasó con la ya célebre maleta mexicana de Robert Capa, hace poco más de tres años aparecieron en Perpiñán un conjunto de negativos que resultaron ser imágenes de la vida diaria en los frentes del Ebro y el Segre tomadas por un joven soldado republicano entre 1937 y 1939, con apenas 17 años. Now Books edita ahora 'Los primeros disparos de Francesc Boix', un libro que reúne parte del llamado Fondo Argeles.

Se desconoce cómo se ha preservado este conjunto de negativos. En 1993 aparecieron en los circuitos comerciales de anticuarios y coleccionistas. La Asociación Cultural Fotoconnexió se enteró de que iban a ser subastados por internet y avisó a la Comisión de Dignidad, que consiguió adquirirlos a través del micromecenazgo pagando 7.500 euros. Hoy las fotografías están en el Archivo Nacional de Cataluña. 

Analizando estas cerca de 1.380 imágenes se pudo comprobar a través de varios testimonios que fueron tomadas por Boix, "el fotógrafo de la 30ª División". Entre el conjunto de negativos, guardados en tres cajas de metal y madera, había unas 600 imágenes de Barcelona tomadas entre 1931 y 1935 por su padre, Bartomeu Boix, y casi 800 de la guerra del joven Francesc. Junto a la edición del libro (en catalán a cargo de Ara Llibres), una exposición ha mostrado por primera vez el material en Lleida y ahora viajará al Photomuseum de Zarautz y a Tortosa.

De la mano de Jaume Gibarau, comisario primero de la 143ª Brigada Mixta y la 30ª División del Ejército Popular Republicano, Boix ofrece en estas imágenes una mirada íntima de la guerra desde dentro. Hay actos oficiales y desfiles, pero también trincheras, momentos de relax, maniobras y muchos retratos de jóvenes que tuvieron que enrolarse en el frente. Se trata, pues, de un relevante hallazgo que documenta la contienda española y que, además, ayuda a completar la biografía del 'fotógrafo del horror'.

Boix con 17 años formaba parte de la 30ª División y con 19 años se exilió a Francia donde estuvo en los campos de Vernet de Arieja y Septfonds. De ahí, junto a otros combatientes republicanos, fue destinado a la 28ª Compañía de Trabajadores Extranjeros y, tras pasar por varios centros de detención, el 27 de enero de 1941, como unos 7.000 republicanos catalanes y españoles distribuidos por los campos de exterminio (murieron el 67% ), llegó a Mauthausen. El 5.185 fue destinado por las SS al Departamento de Identificación y, aprovechando su trabajo en el laboratorio fotográfico, salvó de la destrucción los negativos decisivos que demostraron el infierno de los campos junto a otros compatriotas como el fotógrafo Antoni García Alonso y varios presos que llevaban las instantáneas a Pointer para que los escondiera en un muro. Salvaron 20.000 de las 60.000 fotos, entre también estaban las de la liberación que Boix había tomado con su Leica. Unas imágenes que cambiaron el rumbo de los juicios de Nurenberg en la mañana del 28 de enero de 1946 y que permitieron identificar a algunos de los responsables del Holocausto. 

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