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agentes fueron agredidos el pasado domingo de resurecciÓn

20 años, una casa y un Porsche: el gran negocio del hachís en La Línea

La Guardia Civil y la Policía se encuentran desbordadas en la costa gaditana por culpa del narcotráfico. Un plan especial para la zona ayudaría a buscar una solución "muy complicada"

Efectivos de la Policía en un registro que se saldó el pasado jueves con un par de detenciones en La Línea (Jesús Domínguez).

–Mira, mira, ¡allí hay movida!– le dice el guardia civil que va de copiloto en el coche del compañero.

La Línea de la Concepción, 11.30 horas del pasado jueves. Tres furgones de la Policía Nacional están aparcados en un descampado en la zona de la Campana de la playa de Levante.

–¡Uf, uf, vámonos, vámonos! Estos lo han reventado.

No quieren meterse en el trabajo de los policías. Se respetan, pero no se inmiscuyen. En la zona vuela un helicóptero. Sale media docena de policías y se llevan a varios detenidos que salen de una nave. Atraviesan todo el Paseo Marítimo hasta la Residencia de Tiempo Libre, dan la vuelta por la avenida de Estepona y aparcan en el polígono industrial Zabal. Estas redadas de patrullas especiales especializadas en la lucha contra el narcotráfico, de la que fue testigo El Confidencial, son cada vez más frecuentes. Pero el contrabando de hachís y de tabaco no cesa en la zona. Todo lo contrario. Va a más.

En la comandancia de Algeciras, que engloba a media docena de municipios de la comarca del Campo de Gibraltar, no trabajan más de 1.100 agentes

Con una pareja de guardias civiles, miembros de la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) recorre este diario el área conflictiva, donde el pasado Domingo de Resurrección agentes de la Policía y la Guardia Civil fueron agredidos por un centenar de vecinos de La Línea en la playa de la Atunera, epicentro del foco de este gran negocio de tráfico de estupefacientes en sus 12 kilómetros de costa.

Apenas hay 50 guardias civiles desplazados en La Línea. En la comandancia de Algeciras, que engloba a media docena de municipios de la comarca del Campo de Gibraltar, no trabajan más de 1.100 agentes. Para cubrir las necesidades mínimas debería haber al menos otros 300 guardias más. “Por mucho que tengamos el SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior) para las embarcaciones de narcotráfico o la inmigración ilegal si luego no tenemos personal en tierra que se puede interceptar, difícilmente podríamos llegar el servicio a buen fin”, admite el agente.

Azota el temporal

La ruta arranca en la calle Gibraltar. Hay que salir del bar donde sirven churros de varios estilos y gustos. Sospechas y miradas. Los guardias, que por supuesto visten de paisano, tenían dudas sobre el hombre que escuchaba la conversación en la mesa de al lado. Ya en el vehículo, oscuro, japonés, pero no lujoso, en la zona de Santa Bárbara, en la playa de Levante, el temporal azota con intensidad.

No parece que el tiempo sea el propicio para que naveguen las embarcaciones. Error. Risas. “¡Qué va! Estos días son los que más le gustan a ellos. Nuestras patrulleras son rígidas y así no podemos salir”. Los narcos no tienen problema. Sus embarcaciones son flexibles. Suelen medir entre 14 y 16 metros de eslora, van equipadas con tres motores de 300 caballos cada una de ellas y pueden llegar a cargar hasta 3.000 kilos de hachís. Con una potencia de al menos 900 caballos resulta imposible para la Guardia Civil detener a los contrabandistas.

En la zona de pescadores no existe frontera entre el mar (cada vez más embravecido), la playa y las pequeñas casas. Muchos de ellos se dedican al trapicheo con el contrabando en la frontera con Gibraltar. Llega una embarcación y la descargan un grupo de 15 personas en apenas dos minutos.

Los GRS (Grupos de Reserva y Seguridad) de la Guardia Civil se desplazaron a La Línea en la década de los noventa. Han vuelto a la zona

En el paso de cebra aparece un grupo de “collitas", los encargados de vigilar a los cuerpos de seguridad. Falsa alarma. “No, estos no; estos están jubilados”. La zona de la Atunara empieza donde está la ermita. El puerto está frente al bar Las Cañas donde apedrearon a los guardias civiles. Ley del silencio. Nadie habla. Cuando un miembro de esta pareja de guardias civiles llegó a la comandancia de Algeciras en 1996 no podían conducir por la zona los coches de patrulla porque las piedras ‘volaban’. Han pasado 17 años de este siglo y se ha producido una vuelta a la década de los noventa cuando tuvieron que desplazarse a La Línea un nutrido grupo de los GRS (Grupos de Reserva y Seguridad) de la Guardia Civil, en guerra continua en la playa con los narcotraficantes.

¿Sería una solución incrementar las unidades de GRS? “No, no lo es. Metes aquí a una persona de Madrid y el compañero, que viene con la mejor intención del mundo, no se sabe los huecos ni las calles…”. Aportan una cifra: “El 80 o 85% de la población de La Línea vive directa o indirectamente del narco”. Encinas no está de acuerdo: “Hombre, tanto no diría yo. No todo el mundo toca la droga. No podemos estigmatizar. En La Línea hay mucha gente que trabaja honradamente. Lo que sí es cierto que un gran número, si no es con el narco, trabajan con el contrabando”, indica José Encinas, secretario general de AUGC en la provincia de Cádiz.

Hay datos que explican la estrecha relación de los linenses (o al menos gran parte de los que residen aquí) con la droga. En cada alijo participan unas 200 personas, de las que 50 están repartidas por todo el núcleo urbano con un móvil con tarjeta prepago avisando dónde está la patrulla. ¿Qué se tarda desde la playa de Poniente, la más próxima a la frontera, junto al Palacio de Congresos y el Club Náutico, a la playa de Levante? “A toda velocidad y poniendo en riesgo la vida de todo el mundo se tardan 15 minutos en atravesar todo el pueblo. Y ese es el tiempo en el que descargan una embarcación. Es tan fácil como eso”.

Diseminado con piscina con forma de corazón en la zona de Zabal bajo. (Google Maps).

En la zona de Tonelero y el camino de Sobrevela llegan los narcos. Introducen la mercancía por el camino de la Rana, la parte baja del polígono Zabal en el que existen cientos de parcelas fuera de ordenación urbanística. Ahí se encuentran las ‘guarderías’, como las denominan las fuerzas de seguridad, el lugar donde alojan las mercancías y coches robados. También hay chalés con piscinas con forma de corazón. Es un diseminado en suelo rústico.

Y, claro, para efectuar una redada debe haber una orden judicial. Y tienen que existir indicios y no es nada fácil. “Lo que necesitamos más es un aumento del 40% de equipos de investigación, que son los que verdaderamente pueden descabezar a este tipo de operaciones ilegales. El problema es localizar a los cabecillas. Cuando interceptas un alijo detienes a un piloto o un cargador, pero no al jefe”, explican.

Dos hombres de mediana edad llegan de la playa. “Con el Levante que hace hoy no creo que lleguen de tomar el sol, ¿verdad? Ahí los tienes”. Pueden ser ‘busquimanos’, los que buscan droga en la playa para revenderla. Los guardias civiles explican el ‘modus operandi’: fondean droga en el mar. Algunas veces la colocan a 50 metros de la costa, con unos pesos bajo el agua, y ‘bichean’ no sea que el temporal haya roto algún amarre y la droga desaparezca.

Valla rota entre La Línea y Gibraltar utilizada por los contrabandistas. (Jesús Domínguez)

La Línea cuenta con 72.000 habitantes según el padrón municipal. Según el INE son 64.000. Hay gibraltareños que se empadronan para la tarjeta sanitaria, trabajar en el Peñón y votar en las elecciones municipales. La economía sumergida es muy potente. El 35% de desempleo es el más bajo desde 2008. De los 9.000 parados inscritos en el INEM el 45% no ha terminado los estudios primarios. En el municipio también hay 3.852 analfabetos funcionales.

Ahora ha descendido el número de delitos. Apenas hay altercados ni disturbios sociales. “Hay mucha gente que sobrevive o vive demasiado bien con el contrabando de tabaco y el narcotráfico. Si no fuera por la delincuencia estaríamos en unos niveles brutales”, dicen.

Hay una patrulla para 6 posibles puntos de entrada de la droga y cuando llega los agentes a penas les da tiempo a ver las huellas en la playa

Vuelta a la Atunara en esta costa del alijo donde proliferan embarcaciones pequeñas, de fondo plano, denominadas por la Guardia Civil ‘La Lata’ o ‘El piojito’, de unos 60 caballos. Son muy difíciles de interceptar. Están toda la noche yendo de un sitio a otro. Hay una patrulla para seis posibles puntos de entrada de la droga. Cuando llegan los agentes apenas les da tiempo para ver las huellas en la playa…

Junto al club de petanca Santa Bárbara y el campo de fútbol donde juega la Real Balompédica Linense, fundada en 1912, se encuentra la valla con Gibraltar. Está rota. Los contrabandistas entran por el agujero o tiran las cajas por encima de la alambrada. Y lo hacen de madrugada o a plena luz del día. Suelen aprovechar los cambios de turno de la Guardia Civil: seis de la mañana, dos de la tarde y diez de la noche. “Saben nuestros horarios, pero los cambiamos para intentar pillarles por sorpresa”.

1.200 euros en el bolsillo

¿Qué pasaría si de repente se envían a La Línea a 200 agentes y durante una semana los narcotraficantes se quedaran sin poder ‘trabajar’? “Pues que se liaría la de Dios. Al segundo día que no metan un alijo te aparecerían seis embarcaciones en Tarifa o en otra parte del litoral gaditano”, asegura uno de los guardias civiles mientras su compañero recibe una llamada telefónica en el móvil. Parece un jefe. “Me alegro de escucharte. ¡A la orden! Quería confirmar si…”. ¿Entonces no hay solución alternativa? ¿Qué le ofreces a un chico de 20 años que tiene casa, un Porsche Cayenne en la puerta y 1.200 euros en el bolsillo? ¡Hostias, yo 1.200 no los veo ni cuando cobro la nómina! ¿Qué puesto de trabajo le vas a dar? Es una pena. Y lo que te digo no es exagerado. Tengo compañeros que piensan que lo pueden arreglar y no es posible…”.

Encinas admite que un plan de empleo del Gobierno ayudaría mucho para ‘jubilar’ al que está empezando en esto del trapicheo, pero que no serviría de nada para que el que está instalado en este modo de vida, donde puede ganar 3.000 euros una noche por transportar la droga o 1.000 euros por dar un chivatazo con el móvil vigilando si viene la patrulla. “Con que trabajen tres noches se sacan el sueldo de un mes. Y aquí vienen los peones, los curritos, los de la escala básica. Los jefes vivirán en la Costa del Sol”.

Con un 30% más de plantilla se podría alcanzar a intervenir un 50% más de mercancía, aunque luego lo intentarían por otras vías

No tienen un cálculo del dinero que puede mover el narco en La Línea. “Una brutalidad, es incuantificable”. Y consideran que con un 30% más de plantilla se podría alcanzar a intervenir un 50% más de mercancía, pero luego lo intentarían por otras vías. Los cuatro o cinco motores fuera borda, los que usan para largo recorrido, pueden alcanzar desde Marruecos o Gibraltar zonas del Levante, Cataluña o incluso Baleares. Otro ‘collita’ aparece. Ya han pasado dos coches vigilando. Controlan los movimientos. El viento con arena se cuela en el interior del coche.

Juan Antonio Delgado fue el portavoz nacional de la AUGC (Asociación Unificada de la Guardia Civil). Ahora es diputado de Podemos por Cádiz, la única provincia española con tres fiscales antidroga. “Nosotros no tenemos un virus gaditano de que seamos narcos. Cuando se abandona institucionalmente a toda la comarca del Campo de Gibraltar, Barbate y Sanlúcar, cuando se hace descaradamente, al final lo que pasa es que se socializa el narcotráfico y no está mal visto. La gente tiene necesidad de pagar la hipoteca…”. “La solución”, indica, “no puede ser un Estado policial”. “Si alguien lo piensa, estamos perdidos. Hacen falta planes de trabajo, formación, empleo y ayudas”.

Palo y zanahoria. Es la combinación que plantea Juan Franco, de 41 años, y alcalde del municipio con el partido independiente "La Línea 100x100". Palo porque es defensor de “medidas represivas contundentes y más medios de las fuerzas y cuerpos de seguridad”. Requiere una implicación de la Fiscalía y judicatura para ser más contundente en las resoluciones judiciales, como la prisión provisional sin fianza decretada contra dos detenidos por la violencia esgrimida contra los guardias civiles el Domingo de Resurrección.

"Las mafias se instalan y pueden caer en caldo de cultivo para las redes yihadistas", remarca el alcalde

“En ocasiones no existe una respuesta tan drástica y acaban en la calle al día siguiente. Entonces se produce una sensación de impunidad y efecto llamada. Las mafias se instalan y pueden caer en caldo de cultivo para las redes yihadistas”, remarca el alcalde. A medio plazo, exige un plan del Estado o de la Junta “porque el Ayuntamiento en sí mismo no puede solucionar los problemas”. “Hace falta una estrategia para no depender de Gibraltar, que nos permita ser autónomos y crear unas condiciones de normalidad respecto a otros territorios”, argumenta. Hay 12.000 linenses que dependen de la economía del Peñón.

Juan Franco, alcalde de La Línea de la Concepción. (Jesús Domínguez)

La Línea tiene una deuda de 150 millones de euros que no se terminará de pagar hasta 2038. El alcalde, que es empleado municipal (tiene plaza de jefe de gestión tributaria y sanciones), gana 53.000 euros y como funcionario cobraba 59.000 euros, dice que ha saneado las cuentas y que incluso para este año prevé un superávit de cinco millones de euros. Tiene esperanzas en una inversión en el puerto de un grupo ruso valorada en 20 millones de euros para acoger cruceros y megayates de 130 metros de eslora. “Será nuestro Guggenheim”, proclama.

"Ni Beirut, ni Medellín"

Atunara no es Beirut. También es un centro gastronómico, donde se come muy bien. Y no todos son narcotraficantes. Mi madre es de allí, el problema es que allí se ha implantado en algunas familias una mafia, con una estructura muy jerarquizada. Hay que reconocer que se han organizado muy bien”.

“¡Esto es para comer!”, le dicen algunos narcos vecinos al alcalde para justificar que como no tienen empleo se dedican al menudeo, al trapicheo, al tráfico de drogas. “Utilizan ese argumento, pero es mentira, aunque esto tampoco es Medellín, ¿eh?”, remata el alcalde tras reconocer: “Aquí hay problemas por todos lados”.

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