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En qué se parecen Susana Díaz y Margaret Thatcher: dos feministas sin saberlo

Las feministas del PSOE insisten en que, aunque la dirigente no forme parte de su movimiento, es muy importante su ascenso a la secretaría general para seguir avanzando

La presidenta de la Junta de Andalucía y candidata a secretaria general del PSOE, Susana Díaz, el pasado fin de semana en Las Palmas. (EFE)

Cuando Meryl Streep defendía el papel de Margaret Thatcher en ‘La dama de Hierro’ le llovieron críticas por su exaltación feminista de la primera ministra británica. “Era una feminista, nos guste o no, y llegar a la cúspide del club de los conservadores merece un reconocimiento”, defendió la actriz de izquierdas sobre la protagonista que le brindó su tercer Oscar. La primera ministra siempre despreció a ese movimiento. “Algunas de nosotras estábamos haciendo las cosas muy bien mucho antes de que el movimiento feminista siquiera hubiera sido concebido”, proclamó desafiante ante las preguntas de la prensa estadounidense. Pero quisiera o no, Thatcher lidió, soportó y esquivó los prejuicios de décadas, desde los años cincuenta hasta finales de los ochenta, en las filas del partido conservador y en la vida en general, y se convirtió en un símbolo.

Salvando todas las distancias posibles, Susana Díaz genera en muchas mujeres un rechazo o un apoyo casi tan radical como el amor o el odio que suscitaba Thatcher entre sus congéneres. En su carrera hacia la secretaría general del PSOE, un grupo de socialistas ha puesto en marcha una web, La hora de las mujeres, que abraza la necesidad de que una mujer llegue a la secretaría general del partido 140 años después de su fundación. “Ella es una de las nuestras”, resalta este movimiento, “a pesar de que es una de esas mujeres que se han beneficiado de los logros de nuestra democracia”. Algunas de las que ahora impulsan este movimiento no estuvieron con Carme Chacón sino con Alfredo Pérez Rubalcaba.

Honesta en el tema

La presidenta andaluza hasta ahora no abrazaba el feminismo en sus discursos políticos y rara vez usaba esa palabra. Lo hizo en la celebración del décimo aniversario de la ley de igualdad en Andalucía, un día después de presentarse como candidata en Madrid: “Feminismo es igualdad. Hace falta mucho más feminismo porque hace falta mucha más igualdad”. Llamó la atención. Ella tiene siempre presente la lucha contra la violencia de género, pide un pacto de Estado contra el terrorismo machista, promete una lucha firme contra la discriminación salarial de las mujeres, pero jamás se declara feminista. “Ella habla de las mujeres, pero no del feminismo”, señalan desde su círculo.

En su último acto en Sevilla, avanzó algo más. Habló del PSOE como "un partido feminista", así se retrata en la última ponencia política, "que entienda de una vez por todas que nos están matando". "Quiero romper un techo de cristal", defendió, "y quiero ser también la primera presidenta del Gobierno de España". Para ello, pidió que hombres y mujeres "vayan de la mano, cómplices". Todo esto es nuevo en su discurso. Escrito expresamente para las primarias. "Le han preparado 'papeles' sobre feminismo y está leyendo y avanzando en esa materia", explican desde su equipo.

Díaz tampoco disimula ante un sector clásico de socialistas que sí abraza el feminismo militante. Aunque subiera al atril de su presentación a Matilde Fernández, que dejó claro que las mujeres no van a dejar que le “toquen un pelito”, fue ella misma quien proclamó: “No quiero que me votéis por el hecho de ser mujer, sino porque compartís conmigo un proyecto de igualdad”.

“En ese sentido siempre ha sido muy honesta. A lo largo de su trayectoria entiende que nunca ha estado en el movimiento feminista, al que algunas mujeres han dedicado su vida entera, pero eso no significa que no reconozca, cada vez más, el trabajo que ellas han hecho”, explica la presidenta del PSOE-A, Micaela Navarro. “Más de una vez ha dicho públicamente que nunca ha estado militando en los movimientos feministas, pero ahora cuando tiene la oportunidad ha avisado de que como secretaria general la igualdad será una prioridad en su agenda política y eso es lo que importa”, defiende la también diputada por Jaén.

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“Como presidenta del Gobierno andaluz ha cumplido con la dependencia y con la igualdad en sus Presupuestos, no hay mejor aval que esa trayectoria”, defiende Navarro. “Creo que sería negativo que se hubiera apoyado en el hecho de ser mujer y no lo ha hecho”, defiende con firmeza. La presidenta del PSOE andaluz no cree que parta en desventaja respecto a sus compañeros varones ni tampoco con ventaja: “Lo determinante es su compromiso con la igualdad”, recalca.

En su entorno sí que sostienen que Susana Díaz es atacada con argumentos machistas y clasistas. Ella se reivindica como andaluza y de “la casta de los fontaneros”, pero no como feminista. Cuando sus rivales enfatizan ese retrato duro, de ‘killer’ política y de ambiciosa y soberbia, se suceden los argumentos de sus partidarios dejando claro que eso no ocurriría si fuese un hombre. Al revés, ese retrato de mujer perversa se tornaría en el de un líder capaz y firme. “La autoridad en la mujer es un defecto. Una mujer con autoridad es mandona, y cuando es hombre es decidido”, se ha quejado Díaz. Sus adversarios, fuera y dentro del partido, la acusan de un exceso de populismo que le lleva en ocasiones a sacar rédito de su género.

Solo hombres

La dirigente andaluza no tiene a mujeres fuertes en el núcleo duro de su equipo y se rodea de un gabinete muy masculino. Demasiado, lamentan algunas mujeres en el PSOE, que critican que la asesoren continuamente advirtiendo de que electoralmente no le interesa abrazar el feminismo o pueda perjudicarla. En una de las últimas polémicas de su partido, el debate sobre la regulación de los vientres de alquiler, ella fue de las que, en contra de las feministas, pidieron que se dejara una puerta abierta a este debate pese al rechazo inicial a la gestación subrogada. “Está rodeada de un 'lobby' gay muy potente”, señalan como explicación algunas feministas del partido. También se desmarcó de la ley del aborto y no amparó que las chicas menores de edad puedan ejercer este derecho sin informar antes a sus padres. Entre sus pretorianas, socialistas de su generación y amigas desde las Juventudes, Verónica Pérez, Ana Isabel Jiménez, Cristina Cabezón... cumplen su mismo perfil. Pelean por la igualdad pero evitan definirse como feministas.

Su maternidad, a debate

Antes de ser madre, Susana Díaz era preguntada en muchas entrevistas. Aseguraba en privado que le molestaba que le preguntaran algo que no tenían que responder sus compañeros varones, pero a la vez participaba del juego con respuestas como: “Espero que la cigüeña pare en el Barrio León y tengamos posibilidad de coincidir los dos, cosa que hasta ahora no ha sido posible”, dijo antes de quedarse embarazada y ya como presidenta.

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De su vida privada, Susana Díaz ha utilizado en sus discursos públicos tanto su papel como hija como su papel como madre. Cuando anunció su embarazo, reclamó que este no interfiriera en su esfera pública. A muchos periodistas les pidió que respetaran su embarazo como si se tratara de un hombre, pero fue ella quien en su primer mitin de la campaña de las andaluzas proclamó: “Quiero mirar a los ojos a mi hijo y decirle que hemos dejado una Andalucía mejor”.

Después, recorrió las ocho provincias recibiendo regalos para su futuro bebé, con mujeres que le preguntaban por sus antojos y le regalaban dulces o abuelas que se presentaban a pie de escalerilla del autobús electoral para enseñarle a sus nietos y pedirle que los cogiera mientras ella se deshacía en arrumacos y los fotógrafos disparaban sus cámaras. Se hizo una campaña intensísima sin que el embarazo fuera un obstáculo, todo lo contrario. “No es una enfermedad”, repetía entonces.

Vigilada en su baja maternal

Después, fue vigilada para ver si cumplía con su baja maternal, algo que no había hecho la vicepresidenta del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, y que ahora nadie le ha pedido a Alberto Núñez Feijóo. Sus amigas políticas, sobre todo Verónica Pérez, secretaria general del PSOE de Sevilla, le advirtieron de que debía disfrutar de ese permiso como ejemplo de un derecho conquistado que aún muchas mujeres no pueden ejercer sin que les perjudique en sus puestos de trabajo. Ella lo cumplió, aunque desde que pasó la cuarentena pasaba horas al teléfono y visitaba a hurtadillas su despacho en San Telmo.

Durante semanas, su hijo acudía al Parlamento andaluz de forma privada sin que nadie lo viera para que ella pudiera estar con él en ‘las horas muertas’ de los plenos. Jamás lo exhibió como hizo, con muchas críticas de las socialistas, por cierto, la diputada de Podemos Carolina Bescansa. Públicamente ha acudido a votar con una de sus sobrinas, pero no con su hijo, que sí que suele asistir entre bambalinas a muchos de sus actos. El pasado día 26 estuvo en Madrid, jugando entre las piernas de los 'popes' del socialismo sin que se difundiera ni una foto, que las hay, de ese momento histórico. Pasarán a formar parte del álbum privado familiar, indican fuentes próximas a Díaz.

Públicamente lo paseó en la Feria de Abril del pasado año, cuando acudió a una recepción de la Cadena SER con su hijo ataviado de corto en sus brazos. El pequeño alivió la tensión entre la andaluza y un Pedro Sánchez que se había ‘autoinvitado’ a la fiesta.

Especulaciones sobre su vida privada

Ahora se disparan las especulaciones sobre si Díaz vuelve a estar embarazada. Otro tic machista, porque nadie especula sobre si Pedro Sánchez o Patxi López van ser padres de nuevo. Lo niegan en su entorno y forma parte, insisten en su gabinete, de una vida privada que ella presume de llevar como mucho celo.

Un tuit de su portavoz, Miguel Ángel Vázquez, que cada domingo cuelga una poesía y que el día de su presentación en Madrid eligió 'Menos tu vientre todo es confuso', de Miguel Hernández, provocó que algunos periodistas se preguntaran si Díaz estaba embarazada, lo que creó mucho malestar en el equipo de la presidenta de la Junta. Días más tarde, fue ella quien proclamó en una entrevista en la SER sobre su investidura: “Usted recordará que cuando estaba embarazada de siete meses tuve que aguantar tres de bloqueo [político]. Muchos se preguntaron a qué venía esa reflexión. Los suyos dicen que no era más que una referencia temporal, algo que ella tiene ligado en sus recuerdos.

¿Eso es feminista? Sin duda, no. ¿Si lo hubiera dicho un hombre se hubiera penalizado? Posiblemente no tanto como se le ha afeado a ella el comentario. Al revés, como cuando un padre es aplaudido en el trabajo por llevar a su hijo al médico y una madre ni se atreve a decirlo para que no la miren mal.

El feminismo tiene "mala prensa"

“Las feministas en general y las socialistas en particular no hemos sido muchas, y seguramente aún tampoco lo somos. Hemos peleado por que hubiera presencia de mujeres en la política y por que la hubiera también en la vida, cuotas, paridad, listas cremallera. Las mujeres hasta ahora no hemos tenido poder propio sino poder delegado por los hombres, por eso nos alegramos de que una mujer ocupe puestos de responsabilidad”, explica Amparo Rubiales, uno de esos grandes nombres feministas del PSOE. Ella fue la promotora de que el día de la investidura de Susana Díaz, la primera mujer en ser presidenta de la Junta, las mujeres socialistas lucieran con orgullo una pegatina en sus solapas: 'Todas somos presidentas'.

“Nuestro objetivo era conseguir presencia de mujeres y este ya está casi alcanzado, pero nos falta hacer que la política sea feminista y hoy no lo es, ni en la sociedad ni en el PSOE”, prosigue Rubiales. “El feminismo sigue teniendo mucha mala prensa. Susana no es feminista, nunca lo ha sido y nunca ha dicho que lo sea, pero siempre ha respetado y valorado a las que sí lo somos”, añade en la misma línea que su compañera Micaela Navarro.

Concha Caballero, histórica dirigente de Izquierda Unida ya fallecida, lamentó durante años que después de horas de reunión, las decisiones importantes de su partido se tomaran en un grupo reducido de hombres que compartían copas hasta la madrugada y que se reunían al término de la cita oficial en un bar a las espaldas de la sede comunista. Ella explicaba que luchó durante años para cambiar eso. En esas mismas fechas, una joven Susana Díaz hablaba con una periodista, que en ese momento estaba embarazada, y le daba un consejo: “Si quieres saber de verdad lo que va a pasar en el congreso del PSOE, tienes que quedarte la última. Hay que estar ahí”. Ella lo sabía desde muy joven y siempre estuvo ahí, en esos ámbitos de decisión y poder restringidos a los hombres, liderando como ellos.

Dijo Pablo Iglesias de Podemos, indignando a muchos, que la política tiene que tener “estilo de mujer”, dando por hecho que hay roles y atributos, como el de cuidadora, que se asimilan a las mujeres y abogando por “feminizar la política” y “crear comunidad”. Sus palabras para las socialistas fueron “reaccionarias y sexistas”. Susana Díaz desde luego no encarna esos valores asimilados tradicionalmente a lo femenino y su liderazgo sí encarna los valores clásicos del político hombre, pero eso, advierten en sus filas, no significa que no sea capaz de tener un compromiso firme con la agenda feminista.

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