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Opacidad, enchufismo y discriminación: mujeres de la estiba en pie de guerra

El puerto de Algeciras se ha convertido en el único de la Unión Europea donde no hay mujeres en una plantilla de más de 2.000 trabajadores. Ni Gobierno ni Junta mueven ficha

Puerto de Algeciras. (EFE)

Raquel Saavedra hablaba con su madre hace dos años y decidió buscar qué ocurría en otros lugares de España. Para ella, como para el resto de su familia, que la estiba del Puerto de Algeciras fuera “cosa de hombres” era algo normal: “Nos hemos criado con eso”. Pero no lo es. Ya no. En Valencia o Málaga, hace años que hay mujeres. El de Algeciras se ha convertido en el único puerto de la Unión Europea donde no hay estibadoras. Este fue el comienzo. Montó una plataforma en Facebook y en pocos días reparó en el interés social que despertaba el tema. Hoy forman la Asociación de Mujeres Estibadoras en Algeciras, suman 230 inscritas y no piensan parar de luchar hasta que se ponga fin a esta discriminación.

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El asunto está ya en manos de la defensora del pueblo, Soledad Becerril, del Instituto Andaluz de la Mujer y ha llegado al Parlamento andaluz, donde PSOE y PP se han abstenido, al exigir al consejo de administración del Puerto de Algeciras que plante cara a la sociedad encargada de la estiba. La iniciativa de IU, aprobada en la comisión de Fomento de la Cámara, pide a la Junta de Andalucía que lleve al consejo de administración de la Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras la situación de discriminación de género que sufren las mujeres estibadoras, y que se tomen las medidas que se consideren oportunas para que la Sociedad de Estiba y Desestiba del Puerto de Algeciras SA, concesionaria del servicio, elimine de inmediato las trabas que están impidiendo la incorporación de mujeres al trabajo portuario. Es un trabajo clave, se trata de cargar y descargar inmensos contenedores de los barcos, colocar la carga sin riesgos, hacer frente a pesadas mercancías... Ellas están convencidas de poder hacerlo. O, al menos, quieren intentarlo.

La opacidad de la sociedad anónima de Algeciras responsable de la estiba y desestiba en el puerto es muy llamativa, casi alarmante, y eso que se trata de uno de los puertos más importantes del mundo. Según la autoridad portuaria de Algeciras, se acaba de batir un récord de actividad, con más de 100 millones de toneladas, según datos del primer trimestre del año. Sobre esta sociedad nadie sabe nada, o eso han relatado todas las autoridades consultadas por El Confidencial. No hay interlocutores, ni un teléfono donde dirigirse; el departamento de Recursos Humanos es inaccesible, no responden correos electrónicos y la web corporativa tiene acceso restringido. Es como si de repente cualquiera que se interesara sobre los procesos de selección de estos trabajadores se diera de bruces contra un muro imposible de cruzar o sortear. Las pocas veces que esta sociedad anónima ha respondido, se ha limitado a asegurar que su selección escoge “a los mejores”, sosteniendo que nunca una mujer ha intentado optar a uno de sus puestos de trabajo.

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La UE exige cambios inmediatos

La reivindicación de estas mujeres del Campo de Gibraltar ante una discriminación que puede ser de libro topa con una realidad legal y administrativa muy compleja y un sector en pie de guerra, que se siente amenazado. Una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de hace un año ya ha tumbado el régimen que existe en España y obliga a liberalizar la estiba. El Gobierno español se enfrenta a multas millonarias. Ha sido una misión imposible para todos los ejecutivos que hasta ahora lo han intentado. La huelga en los puertos es una amenaza que hasta ahora siempre ha surtido efecto y ha impedido cualquier cambio. El fallo de Luxemburgo obliga a cambiar las condiciones laborales de uno de los sectores más protegidos de España, aunque nadie duda de la dureza y la peligrosidad de este trabajo.

La sentencia, que llega tras una denuncia de la Comisión Europea, desmonta el actual modelo de estiba, muy criticado por los empresarios por ser excesivamente proteccionista. Hoy en día, las empresas del sector no pueden contratar libremente a sus trabajadores. Están obligadas a adquirir una participación en el capital de sociedades anónimas de gestión de estibadores portuarios (Sagep), que son las que se encargan de facilitar la mano de obra necesaria según las condiciones fijadas en un acuerdo marco. La Sagep actúa como una especie de bolsa de trabajadores con condiciones innegociables. En el caso de Algeciras, no así en otros puertos de España, vetada además a las mujeres. El Ministerio de Fomento estaba negociando un borrador de decreto para regular la estiba y hace solo un mes, el presidente de la Asociación Nacional de Empresas Estibadoras y Consignatarias de Buques (Anesco), Joaquim Coello, dejó claro que las cosas tienen que cambiar y hay que cumplir la sentencia de la UE.

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Una sentencia de Luxemburgo obliga a España a liberalizar el sector de la estiba. Son sociedades anónimas las que se encargan de los trabajadores

En el Puerto de Algeciras, la selección de trabajadores para la estiba es un proceso absolutamente oscuro por el que ninguna Administración responde. “Se compra el silencio, los puestos se heredan de padres a hijos, hay enchufismo y tráfico de influencias”, aseguran desde la asociación de mujeres estibadoras. Tanto la Junta como el Gobierno y la autoridad portuaria sostienen que la Sagep es una sociedad anónima de carácter privado y no se puede interferir en sus condiciones laborales. ¿Pueden discriminar a las mujeres aunque hayan recibido cuantiosas subvenciones públicas en los últimos años? Según las administraciones implicadas, sí, y contra eso habría que acudir a los tribunales con una denuncia. El alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, del PP, que también es senador, se ha negado en estos dos años a sentarse con la plataforma de mujeres estibadoras, lamenta Saavedra.

El director general de Puertos de Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, asegura apoyar la reivindicación de estas mujeres, pero rechaza que este asunto pueda imponerse en el consejo de administración del Puerto de Algeciras, aunque él sea miembro de ese órgano. Desde la Junta de Andalucía, aseguran que es complicado y que sería como si el propietario de un local tratara de inmiscuirse en el negocio de su arrendatario. Otros grupos políticos, como Izquierda Unida, Podemos o UPyD, discrepan de esta lectura. Las mujeres todavía no han acudido a los tribunales, aunque no descartan hacerlo.

30 currículos con alta cualificación entregados

Hace un par de meses, Raquel Saavedra se plantó con 30 currículos de sus compañeras en la oficina de la estiba del Puerto de Algeciras. Entre las candidatas, la mayoría son universitarias o graduadas con ciclo medio, con titulaciones relacionadas con el trabajo en un puerto, desde ingenieras a conductoras de camiones o grúas. “Habría que preguntar cuántos de los trabajadores actuales han presentado su currículo para entrar, y nos asombraríamos. Posiblemente ninguno. Algunos no tienen ni la formación requerida y se les computa por horas trabajadas o bien se les forma al acceder al trabajo”, sostiene la responsable de la asociación. Aun así, se plantó en las oficinas de recursos humanos para entregar sus perfiles laborales. El responsable no pudo atenderla y lo hizo una secretaria. Primero se negó a recoger la documentación de las candidatas, asegurando que no había ninguna convocatoria de empleo abierta. “Cuando las abren, no se informa y nadie se entera, así que quise dejarlos allí para que nos tuvieran en cuenta y fue imposible. Pedí que quedara constancia de que había 30 mujeres interesadas en formar parte del proceso de selección y no pudo ser. Ahora vamos a enviar estos currículos por correo certificado”, explica Saavedra.

"Muchos compañeros estibadores nos apoyan pero nos piden anonimato. Hay miedo. Quienes tienen hijas quisieran verlas trabajando en el puerto"

“Muchos de los compañeros que están dentro nos apoyan, pero nos piden que no desvelemos quiénes son. Hay miedo. La empresa envió un comunicado interno con la orden de que nadie hablara de este tema y nos ignoraran en nuestras protestas. A veces, cuando protestábamos, nos insultaban desde las grúas”, cuenta esta algecireña. Tras la presión ejercida, confían en que en la próxima tanda de contratos entre alguna mujer, pero no las tienen todas consigo. La última vez, hace unos dos años, hubo 400 contratos. Hoy hay una plantilla de 1.879 empleados, 1.500 fijos y el resto eventuales. “¿Que si me ha pasado esto factura en mi vida personal? Claro que sí. Tengo miedo por mis hijos, a mi marido le dicen cosas horribles de mí para humillarlo y hacernos daño, la mitad de mi familia no me habla, incluidos hermanos, primos y primas. Las mujeres somos incluso peores. Creen que pongo en riesgo el trabajo de sus parejas, de sus hijos, y no me dirigen la palabra”, cuenta la mujer que emprendió esta lucha. A su alrededor, aunque las cosas van cambiando, quedan vestigios de una sociedad “primitiva y muy machista”.

“No queremos ningún privilegio. El trabajo de la estiba es muy duro, durísimo. No todos los hombres pueden hacerlo y se les dan otros puestos. ¿Por qué a las mujeres no? Hay muchos compañeros que han colocado a sus yernos pero preferirían que entraran sus hijas. Solo pedimos una oportunidad en igual de condiciones. Habrá mujeres que puedan y otras que no”, insiste Raquel Saavedra. Un hermano de su madre murió trabajando en el puerto, lo arrolló un camión. Ella sabe de los riesgos. Durante años, el puerto fue un lugar maldito, el trabajo que nadie quería. Hoy, en una comarca con récord de paro, la realidad es otra. La remuneración de los estibadores ronda los 1.200 euros de sueldo base cada 15 días, sin pluses, en una jornada diaria de seis horas, aunque en algunos momentos los trabajadores no doblan sino que “hasta triplican” sus horas. “Cualquiera cobra los 3.000 euros al mes. Te jubilas a los 55 años con 2.000 euros mensuales. Nadie duda de los riesgos y de la dureza, pero hay mujeres preparadas para hacerlo. Solo queremos las mismas condiciones, el mismo proceso de selección”, concluye la mujer a quien ahora mucha gente no habla en su ciudad, pero que deja claro que no desistirá hasta ver a una mujer acceder a la estiba. Son un ejército de 200 luchadoras.

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