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EL INTERIOR DEL GOBIERNO DE PEDRO SÁNCHEZ

Calviño frenó hasta el último momento la declaración de alarma

La suma de procedencias políticas y personales diferentes hace que el Ejecutivo viva debates intensos que han llegado también a la forma de afrontar la crisis del coronavirus

Primer Consejo de Ministros de la coalición, el pasado 14 de enero en la Moncloa. (EFE)

Los Consejos de Ministros solían ser reuniones muy formales a las que llegaban los asuntos ya discutidos en otras comisiones de rango inferior. Así era hasta ahora que hay un Gobierno de coalición por primera vez en España y, precisamente, es el que debe afrontar la crisis sanitaria más importante y declarar por segunda vez en la historia el estado de alarma.

Obviamente, en los últimos días, la crisis del coronavirus ha cambiado algunas de las pautas de funcionamiento interno del Gobierno, más allá del cumplimiento estricto de la indicación de que Sanidad lidera el proceso, la asumida solidaridad entre los ministros para hacer propuestas y, sobre todo, el convencimiento de todos los ministros de que los acontecimientos han arruinado todos los planes del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Los de comunicación política, los de estrategia y los planes económicos. Toda esa planificación y diseño previos se han venido abajo y estos días se rehace para hacer frente a la crisis del coronavirus.

Varios ministros explican estos días, con pesimismo, que la crisis sanitaria modificará hasta el reparto de competencias por departamentos, que estaba en pleno proceso de ajuste, con tensiones entre ellos. Y, por supuesto, cambiará la estrategia política para improvisar una estrategia de gestión de crisis, que siempre supone un riesgo para cualquier presidente. Añaden que en la última semana prácticamente todos los ministerios respondieron a la llamada de la Moncloa para aportar medidas concretas y hacer frente a los efectos devastadores del coronavirus, pero eso no ha impedido que se haya discutido sobre las decisiones. Y que alguno de los ministros muestre en privado su pesar por el ritmo de toma de decisiones y su malestar por la gestión de la manifestación del 8-M en plena crisis.

Así ha anunciado Pedro Sánchez el estado de alarma

En las medidas para afrontar la crisis ha quedado patente también esa diferencia de criterio. Así, según fuentes del Gobierno, fue la vicepresidenta Nadia Calviño la que frenó hasta el último momento la declaración de estado de alerta. En varias reuniones de ministros que han tenido lugar durante la semana, Calviño insistió en rechazar la medida priorizando las repercusiones económicas que tendrá.

Pablo Iglesias encabezó a los ministros de Unidas Podemos defendiendo la importancia de la comunicación en este caso y la necesidad de ir por delante de la pandemia. Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, fue desautorizada pública y abiertamente cuando impulsó una normativa para empresas, dando muestras de haber comprendido desde muy pronto en qué iba a derivar. Pedro Sánchez se resistió a la declaración de alarma hasta el mismo viernes, aunque en su rueda de prensa del jueves no lo descartó expresamente.

La discusión siguió con los detalles este viernes, en una Comisión Delegada para Asuntos Económicos celebrada tras la comparecencia institucional de Sánchez. Hasta el momento, el Gobierno que hace frente a la enorme crisis sanitaria ha vivido un periodo de ajuste en el que se han dejado ver algunas pautas de funcionamiento que se repiten.

¿Cómo funciona un Gobierno de coalición?

Los actuales ministros cuentan que solo compite en intensidad de debate la Comisión Delegada para Asuntos Económicos. Aseguran que en los consejos del actual Gobierno suelen intervenir casi todos los ministros y después de dos meses se van repitiendo algunas pautas comunes que permiten atribuir diferentes papeles a cada uno, en función de su procedencia política, pero también según su personalidad.

Por ejemplo, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, y el vicepresidente tercero, Pablo Iglesias, además de coincidir casi siempre sobre el fondo de los asuntos, suelen coincidir en intervenciones muy centradas en comunicación política, es decir, en calendarios, en prioridades y en la forma en la que se contarán las medidas a la opinión pública.

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, en el Senado. (EFE)

"¿Eso cómo lo vamos a contar?", ha repetido en varios consejos de ministros Iglesias cuando se discuten cuestiones concretas.

Otro ejemplo: Iglesias intervino en la discusión en un consejo de ministros sobre el "pin parental" promovido por Vox para asegurar que el partido de Santiago Abascal se había equivocado y que el Gobierno debía estirarlo porque le convenía estratégicamente. El líder de Podemos se convierte en esas reuniones en ministro de comunicación política, casi siempre en coincidencia con Sánchez.

La vicepresidente económica, Nadia Calviño, ha mantenido en varias ocasiones la posición ortodoxa que se le suponía. Por ejemplo, respecto a la subida del Salario Mínimo, en la discusión sobre el coronavirus y sobre los desahucios de los alquileres entre otros. Y en el citado debate sobre las consecuencias del estado de alarma.

Iglesias ha chocado en varias ocasiones con ella, en público y en privado, aunque el líder de Podemos ha contado hasta ahora con el apoyo de Sánchez. La última discusión fue sobre los desahucios.

Varios ministros hablan de diferencias puntuales de Calviño con María Jesús Montero, ministra de Hacienda, y con Yolanda Díaz, quien mantiene casi siempre una posición beligerante.

Opinión

Y el presidente del Gobierno ha intervenido en todos esos temas para imponer la necesidad de aprobarlas de forma rápida y buscando la oportunidad. Lo hizo también respecto a la Ley de Libertad Sexual para respaldar la posición del Ministerio de Igualdad para aprobarla antes del 8 de marzo, aunque fuera con dudas sobre muchos puntos del texto que iba a aprobarse.

Y también lo hizo respecto a las medidas para responder a las protestas del campo. Ese día, Luis Planas, ministro de Agricultura, hizo una intervención sobre el riesgo de las protestas y la posibilidad de que se conviertan en algo similar a las de los "chalecos amarillos" de Francia. Planas concluyó en el Consejo de Ministros que habría que aprobar un proyecto de ley y Sánchez le corrigió para decirle que debía ser un decreto para actuar rápidamente y dar "respuesta política inmediata". Así se hizo y con aparente éxito.

Sánchez e Iglesias han estrechado su relación y sus conversaciones terminan siendo el lugar donde se resuelven las disputas entre ministros.

Sánchez, como es sabido, se apoya casi siempre en el gabinete que dirige Iván Redondo, con rutinas como la reunión de los martes con el equipo de mensajes para repasar directamente el tono y contenido de sus respuestas en la sesión de control del Gobierno de los miércoles. Todo esto queda congelado ahora por la crisis sanitaria.

Iván Redondo, en un desayuno informativo. (EFE)

La magnitud de la crisis ha llevado al presidente a tomar las riendas, tras semanas de dejarlo en manos del ministro de Sanidad y siempre sosteniendo que toma sus decisiones en función de la opinión de técnicos y expertos.

En las reuniones del Consejo de Ministros de esta legislatura no hay apenas formalidad, todo es tuteo y solo alguno se refiere al resto con el cargo. Una de las que más utiliza esta fórmula de referirse a los demás como "el ministro o la ministra de…" es Irene Montero.

Fue intensa y extensa la conversación sobre el coronavirus en una de las últimas reuniones, hace varias semanas. Salvador Illa, ministro de Sanidad, hizo una intervención técnica sobre los riesgos de bloqueo de la sanidad pública y Calviño otra sobre los peligros para la economía y las bolsas.

Muy comentada luego por varios ministros fue la del ministro de Universidades, Manuel Castells. Muy participativo en los consejos, en esa ocasión hizo una referencia extensa sobre China y la geopolítica. También sobre el 5G y la digitalización y la relación con una gran empresa china de telecomunicaciones que Defensa y Exteriores ven con recelo. Se le vio encantado al salir de la reunión informal de Quintos de Mora por el ambiente y el nivel de la discusión estratégica.

El ministro de Universidades, Manuel Castells. (EFE)

Su antítesis suele ser José Luis Escrivá, con intervenciones más prácticas y concretas. Analizando el coste de oportunidad de las medidas que se proponen y discuten. Y con un conocimiento de la Administración muy valorado por el resto del Gobierno.

En esa reunión se habló de cómo pedir a Italia la supresión de vuelos, algo que decidió aquel país unos días después.

El otro foco de discusión en el seno del Gobierno es el de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, donde están presentes la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital; la ministra de Hacienda; la vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, la ministra de Educación y Formación Profesional, la ministra de Trabajo y Economía Social, la ministra de Industria, Comercio y Turismo, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, la ministra de Política Territorial y Función Pública, el ministro de Ciencia e Innovación, el ministro de Consumo y el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.

En la mezcla de ministros hay también una combinación de generaciones que se ha notado en alguna iniciativa por las diferentes miradas y las posiciones personales.

Por ejemplo, hace semanas se planteó por la ministra de Industria una norma sobre medios audiovisuales, a lo que uno de los ministros más jóvenes planteó que solo se habla de cine y que se había omitido la principal industria audiovisual de este momento: la de los videojuegos. Y eso dio lugar a un debate sesudo sobre la "cadena de valor global".

Pablo Casado apoyará el decreto de emergencia del Gobierno pero lo ve insuficiente

Todo ese encaje personal se ha ido produciendo casi sobre la marcha y con la premura de tener que aprobar medidas casi desde el primer día. Por eso lamentan no haber tenido los 100 días de gracia y, por contra, enfrentarse con la dura realidad de la crisis sanitaria.

Y la mayoría de discusiones o recelos se han referido al reparto de competencias entre departamentos con títulos amplios y genéricos: la España rural, la Agenda 2030, las hipotecas, la inmigración, la reforma del Código Penal….

La inmensa mayoría se conoció en la sala de espera de la Zarzuela, aguardando para jurar el cargo, con escenas como la de las risas por las costuras del traje nuevo de Escrivá, a lo que Iglesias explicó que su madre había intervenido para evitar que le pasara lo mismo con el suyo que también estrenaba.

Ahora, el Gobierno se da de bruces con la realidad y a los dos meses justos de tomar posesión inician una legislatura distinta a la diseñada y mucho más negra de lo previsto.

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