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habla un mosso que actuó el 1-o

"El subinspector nos dijo que no hiciéramos nada; nos miramos con enorme vergüenza"

La dirección de los Mossos no planificó la actuación, improvisó un briefing que comenzó cuando los colegios ya estaban llenos y ordenó no utilizar la fuerza; un agente relata cómo lo vivió desde dentro

Dos mossos en un colegio de Tarragona el 1-O. (EFE)

La mañana del 1 de octubre de 2017 fue un cúmulo de sentimientos encontrados para decenas de mossos d'Esquadra. Algunos se dirimían entre cumplir una orden judicial -seguir, por lo tanto, en el marco de la ley que ellos mismos tienen la obligación de hacer cumplir como policías- y atender los llamamientos de sus dirigentes políticos y jerárquicos que habían retado al estado de derecho. Unos dejaban de lado lo que les pedía el corazón y se centraban en el deber. Otros, relajaban este último concepto. Uno de los primeros cuenta a El Confidencial cómo fue aquel día.

Pocos minutos después de las seis de la mañana, recuerda, "los compañeros de la Policía Nacional y de la Guardia Civil ya habían tomado posiciones". "Nosotros, sin embargo, en la comisaría de los Mossos de Les Corts, ni siquiera habíamos iniciado el briefing previo al servicio", relata este miembro del cuerpo autonómico, que sí repara en que aquella mañana fue "mucha gente a trabajar, aunque no todos". "Algún cap seguía de vacaciones", asegura este funcionario antes de rememorar que muchos compañeros incluso vinieron de otras comunidades autónomas para sumarse al equipo. "Algunos incluso viajaron la noche anterior para incorporarse el 1-O", apunta.

A pesar de la expectación y la enorme movilización, los jefes parecían tomarse con demasiada calma todo. Según el mismo agente, "el briefing comenzó con una hora de retraso". "Se celebró en el comedor de la comisaría" explica el funcionario, quien añade que "parecía mentira que un dispositivo que se supone debía ser tan importante se llevase a cabo de esa manera". "Cuando estaba empezando ya teníamos que haber estado en los colegios", afirma el policía, quien deja claro que este retraso "dio lugar a que los colegios se llenasen de personas". Pero es que, además del retraso en empezar a dar instrucciones, el problema también fue que éstas no eran claras ni precisas.

"No había nada preparado, no se dio ninguna instrucción hasta ese día, fueron nombrando parejas en ese mismo momento y apenas les asignaban material ni vehículos", recuerda. "Los que estábamos en el briefing nos mirábamos atónitos", agrega el mosso, que detalla asimismo cómo la subinspectora S. apareció uniformada y leyó ante todos los presentes "algunos pocos apartados" de la orden judicial que conminaba a los agentes a proteger los 'colegios electorales' designados por la Generalitat. Esta puesta en escena de S, fue, según este mosso, muy poco clara. "No tenemos suficientes actas, podéis fotocopiarlas, no hay precintos en este momento (...)"; está prohibido utilizar la defensa (...)"; o "está prohibido utilizar la fuerza" fueron algunas de las frases pronunciadas por subinspectora.

Mossos d'Esquadra intentan acceder al centro donde estaba previsto que votase Oriol Junqueras. (EFE)

Si viene la Guardia Civil, que pase

Según este mosso, su superior "no explicó en ningún momento las directrices de la judicatura ni las funciones" que tenía que hacer cada uno de los oyentes. "En todos los cajones de cualquier comisaría hay siempre precintos para aburrir; pero ese día parece que no había ninguno", reflexiona hoy. "Prohibieron de antemano utilizar la fuerza cuando era evidente que para ejecutar lo que decía en ese momento la legalidad se tendría que hacer uso de ella", agrega el agente, quien recuerda también que junto a S. se encontraba el subinspector B., quien llegó a tomarse la labor a broma.

"Bueno, bueno, ya sabéis esto, claro... A ver, que vosotros si vais al colegio y la gente no se quiere identificar, pues bueno, a ver, no pasa nada, os quedáis por allí y, si no hacéis el acta, la podéis hacer luego aquí", afirmó entre risas. Sobre todo, añadió, "prohibido sacar la defensa, ah!". "Si viene la Policía Nacional, os apartáis, no vayáis a salir en la foto; si viene la Guardia Civil, que pase, que ellos hagan, nosotros nos apartamos", indicó -según precisa el mosso- ante el asombro de algunos de los presentes. "Nos mirábamos con tremenda vergüenza, incrédulos", rememora el agente, quien supo en ese preciso momento que aquello era el fin de su carrera. "Mi tiempo en los Mossos había acabado", apunta. "El subinspector nos estaba diciendo claramente que no hiciéramos nada y que lo importante era no salir en la foto", evoca aún perplejo.

"Estaba claro que habían hecho todo lo posible para que no actuáramos y para que, en el caso de que alguna patrulla lo hiciera, que ésta no tuviera refuerzos de ningún tipo", reflexiona. "Un año después, veo cómo fuimos engañados; miro con mucha repulsa al cuerpo, que está muy muy sucio; muchos creemos que solo cabe la disolución", discurre el agente, que hoy califica de "patético" aquel briefing y la preparación de la actuación policial. Tras esos primeros momentos, una sargento pasó lista con el fin de comprobar que estaban todos los convocados.

A continuación, los funcionarios fueron "repartidos" y "abandonados" en los colegios. La dirección de los Mossos dispuso colocar dos agentes por colegio, todos ellos "sin vehículos, sin material, sin baterías, sin agua, sin comida, sin relevos durante horas, con un solo portatil para compartir, dejados a su suerte", describe el agente, que cuenta también cómo, a la vez que los mossos de la escala básica se desplegaban por toda Cataluña, los jefes mencionados de la comisaría de Les Corts se quitaron el uniforme "en tiempo récord" y se "confinaban en sus despachos".

Una pareja de Mossos d'Esquadra salen entre aplausos de una escuela del barrio de Sarriá de Barcelona el 1 de octubre de 2017. (EFE)

Las represalias

En paralelo, dejaron de lado a quienes sabían que podían estar tentados a cumplir la orden judicial. En concreto, apartaron a otras funciones a dos sargentos durante 12 horas, a uno le trasladaron a la Ciudad de la Justicia y al otro a un depósito de detenidos sin tarea alguna que realizar. "Algunas patrullas solicitaron ayuda por desórdenes públicos, pero no vino nadie; ese día nadie sabía qué pasaba ni qué tenía que hacer", explica el mosso, que por supuesto prefiere seguir manteniendo el anonimato por miedo a sufrir más represalias de las que ya ha experimentado.

"Muchos y muchas estamos siendo perseguidos sin piedad con expedientes disciplinarios y acoso laboral; algunos hemos tenido que darnos de baja para proteger nuestra integridad", defiende este mosso, que tiene rango de sargento, lleva más de 20 años en el cuerpo, siempre en la calle, y cuenta con seis felicitaciones públicas. Aquella mañana de hace un año, fue el último que quedó en la sala después de que le asignaran funciones al resto. "Me quedé el último en el comedor hasta que la jefa del dispositivo se dirigió a mí y me indicó que yo iba a ser el 'mosso comodín'; finalmente estuve 10 horas sin funciones, en el depósito de detenidos, donde aquel día había más agentes de los necesarios", describe.

"Tras expresar mi queja días después, noté que el trato hacia mía era diferente y distante por parte de algunos mandos; mes y medio después, recibí una citación de Asuntos Internos; la subdirectora S. hizo un informe sobre hechos relacionados con la semana de los atentados de Barcelona ocurridos dos meses antes del 1-O; en concreto, en el informe decía que me citaron por coger un vehículo policial después del atentado y antes de que se abatiera al terrorista que faltaba, a pesar de que yo había recibido órdenes de ir andando", relata el mosso, que asegura que cogió una furgoneta porque era lo único que había y añade que posteriormente se demostró que todo lo relatado en el informe era falso.

"Me expedientaron después por desobedecer gravemente a un mando; se ve que querían sancionarme a toda costa y que suspendieron dos meses de empleo y sueldo", agrega el funcionario, que se pregunta "qué debía haber hecho ese día". "¿Negarme a salir a la calle si no tenía vehículo ni emisoras? Eso no podía hacerlo porque soy polícía y la máxima aquel día era detener a los terroristas que podían amenazar nuestra convivencia; soy constitucionalista, juré la constitución y me debo a ella", zanja el sargento, que es miembro de la asociación que reclama la creación de una pasarela que permita el acceso de los mossos a la Policía o a la Guardia Civil.

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