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kosovo estará presente en la cumbre de sofía

Rajoy pierde la guerra de los Balcanes

El presidente no ha podido impedir que la UE otorgue tratamiento de Estado a Kosovo durante la inminente cumbre de los Balcanes Occidentales. En consecuencia, no acudirá

El presidente Mariano Rajoy, antes del inicio de la cumbre de líderes de la UE en Bruselas, en marzo de 2018. (EFE)

Mariano Rajoy no suele emprender campañas en la Unión Europea. Una excepción ha sido el empeño del Gobierno por evitar que durante la próxima cumbre de los Balcanes Occidentales se dé tratamiento de Estado a Kosovo, cuya independencia unilateral de Serbia hace una década no ha sido reconocida por España. Con la cuestión catalana candente, Rajoy dejó claro desde un principio a sus socios que no se sentaría a la mesa con el presidente kosovar, Hashim Thaci. Pero su insistencia ha sido en vano.

El presidente del Gobierno no ha logrado que sus socios de la Unión Europea atendieran a sus protestas ante la próxima cumbre, que se celebrará a iniciativa de Bulgaria en su capital el 17 de mayo. Kosovo, que forma parte del grupo conocido como Western Balkan Six (WB6) con Albania, Macedonia, Bosnia y Herzegovina, Serbia y Montenegro, estará presente. Así que Rajoy ha optado por ausentarse. Sí acudirá a la capital búlgara, para reunirse con las autoridades locales y participar en la cena de líderes europeos —formato Consejo Europeo— que se celebra la víspera. Pero, tras esta, se marchará.

A la espera de que a lo largo de la semana lleguen las confirmaciones oficiales de asistencia o no a la cumbre, en Bruselas ya ha sido transmitido el mensaje de que el presidente del Gobierno español no acudirá a la cita. “No se le espera”, explican fuentes europeas a El Confidencial. Fuentes del Gobierno confirman que, en principio, no se espera la presencia de Rajoy, aunque aún no se ha cerrado qué representación podría tener España en el encuentro. No obstante, Moncloa no espera ningún cambio de importancia de última hora, que llevara al presidente del Gobierno a cambiar de opinión.

Ni los contactos entre pasillos, ni las declaraciones públicas ni los requiebros diplomáticos han sido suficientes para lograr evitar que Kosovo se siente a la mesa como un Estado más. “Forma parte del grupo de los WB6 y muchos estados miembros consideran muy importante que esté presente toda la región, si no deja de tener sentido”, explican las fuentes.

Los Balcanes Occidentales, que a ojos de muchos españoles resultan remotos y ajenos, son clave para la Unión Europea. No solo por su condición de puerta de entrada y vaso comunicante de la UE con el este, sino también por la creciente presencia rusa, un importante riesgo desestabilizador en una región siempre volcánica. La UE quiere contener el avance de Moscú con renovadas muestras de acercamiento y una mayor cooperación, aunque se esperen pocos pasos concretos.

El presidente de Kosovo, Hashim Thaci, atiende una rueda de prensa durante un encuentro con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en Pristina, el 26 de abril de 2018. (EFE)

Desgaste político con pocos resultados

España no es el único país de la UE que rechaza reconocer la independencia de Kosovo, que se produjo unilateralmente 10 años después de la intervención de las fuerzas serbias en una provincia de mayoría musulmana y los bombardeos de la OTAN. Grecia, Chipre, Rumanía y Eslovaquia, por razones diferentes, tampoco lo hacen, pero el Gobierno no ha movilizado a este grupo para formar un frente común. Se espera que todos estos países acudan a la cita, por lo que Rajoy será el único ausente.

España, centrada en la cuestión catalana, “es el país que ha mantenido la posición más dura” en las negociaciones previas a la cumbre, explican fuentes europeas. Grecia, Rumanía y Eslovenia se han mostrado “mucho más flexibles”, mientras que Chipre, inmersa en sus propios problemas territoriales, se ha quedado a medio camino. Ni siquiera la reciente visita del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, a Madrid logró persuadir a Rajoy de que cambiara su postura.

Aunque Rajoy sea reemplazado por algún alto funcionario aún pendiente de ser elegido —está prácticamente descartado el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis— en parte del encuentro, su ausencia dejará a España sin voz ni oídos durante lo más interesante: el almuerzo de trabajo. En este, solo pueden participar jefes de Estado y de Gobierno.

El único premio de consolación para el Gobierno es haber evitado una “declaración conjunta entre la UE y el grupo WB6”, lo que hubiera puesto, negro sobre blanco, a Kosovo como firmante de un documento elaborado a medias con la Unión. En su lugar, se ha pactado una declaración europea, con la que los países balcánicos se alinean, pero que no rubricarán.

“Muchos socios europeos no están muy contentos con esta solución, pero lo han aceptado porque comprenden la situación española, en solidaridad”, apuntan las fuentes. España se ha dejado bastante capital político en este movimiento, que en realidad no va más allá de lo simbólico, sin haber logrado lo que realmente pretendía: que Kosovo no recibiera tratamiento de Estado durante la cumbre. Cabe preguntarse si ha merecido la pena, a la vista de los resultados.

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