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  1. España

El fraude de los cursos de formación en madrid

Vida del pícaro español llamado José Luis Aneri

El principal imputado en el caso de los cursos de formación vino a Madrid para explotar un sistema de subvenciones públicas sin control con el que se han financiado ilegalmente las patronales

José Luis Aneri Molina, el principal imputado en el caso de los cursos de formación, recientemente en Madrid. (Enrique Villarino)

No se puede decir que José Luis Aneri no haya dado un palo al agua en su vida. Quizás a lo que se ha dedicado en los últimos años no sea un trabajo, pero desde luego requiere ciertas dosis de esfuerzo. Desde que llegó a Madrid en 2007, este cordobés, que entonces tenía 27 años, dedicó gran parte de su tiempo a la juerga, pero también a entender cómo funcionaba el sistema de subvenciones de los cursos de formación, a inventarse los temarios, conseguir los datos para crear alumnos falsos, inventarse un montón de facturas, crear empresas como churros para blanquear el dinero, falsificar firmas y sellos, pagar mordidas y codearse con algunos empresarios de Madrid. Para todo eso había que echar muchas horas. Podría haber empeñado todo ese tiempo en trabajar, en lograr el éxito profesional o en tener una vida humilde sin muchos altibajos. Pero Aneri es un pícaro español y lo único que quieren los pícaros es ascender socialmente, encajar en el sistema y exprimirlo para su beneficio.

“Me metía diez gramos diarios. Por eso dejé de ayudar a justificar los cursos a los clientes. Y todo se vino abajo“, dijo Aneri a la revista Interviú

Como todos los pícaros, Aneri acabó fracasando. La Policía entró en su casa una tarde de febrero de 2014 para detenerle por la estafa de los cursos de formación. Iba vestido con el chándal de la selección española. Los agentes habían descubierto que llevaba desde 2011 quedándose con el dinero de las ayudas públicas por unos cursos online que no impartía. Los alumnos también eran de pega. Aneri conseguía los datos y los multiplicaba en todos los cursos que realizaba. Luego repartía el dinero con algunas de las organizaciones a las que les gestionaba las subvenciones. Así de simple. No le habrían pillado si no hubiera tomado tanta cocaína. "Me metía diez gramos diarios. Por eso dejé de ayudar a justificar los cursos a los clientes. Y todo se vino abajo", dijo en una entrevista a la revista Interviú, la única que ha concedido hasta ahora.

José Luis Aneri ha cambiado sus horarios. Ha dejado las noches de juerga y cocaína que le solían tener en la calle hasta altas horas de la mañana y ahora se levanta temprano. Dos días por semana tiene cita en los juzgados de Plaza de Castilla, a pocos metros de su casa, adonde acude para cumplir con la medida cautelar que le impusieron tras los tres meses que cumplió en la cárcel. Tampoco puede salir del territorio español. A veces se le ve por su calle, con el pelo engominado hacia atrás, algo más gordo, con una americana verde con coderas azules y unos pantalones de estilo militar, pero la mayor parte del tiempo lo pasa en casa con su actual mujer, una modelo brasileña.

Ella es, desde el 30 de enero de 2015, la propietaria del lujoso chalé de 1.042 metros cuadrados que Aneri compró en Córdoba con el dinero de los cursos. El juzgado había dado orden de enajenar el inmueble pero solo durante tres meses, desde el 26 de mayo al 19 de agosto. Aneri aprovechó el error judicial para traspasárselo a su mujer. Ahora incluso trata de venderlo por 950.000 euros, según ha informado el diario 'Cordópolis'.

En la capital se habían dado todas las condiciones para que los cursos de formación se convirtieran en un abrevadero de cientos de millones de dinero público

También ha cambiado de abogado. El de ahora es Carlos Nogales, un exjuez sustituto, que se hizo famoso por sus relaciones con el policía local de Coslada, Ginés Jiménez. A veces Aneri le envía los artículos de prensa que salen sobre la investigación del caso. Los últimos hablan de cómo él no inventó nada. Lo único que hizo fue adaptarse a un sistema que ya estaba creado antes de que él llegase a Madrid. En la villa y corte se habían dado en los últimos años todas las condiciones para que los cursos de formación se convirtieran en un abrevadero de cientos de millones de dinero público del que bebían un montón de asociaciones empresariales. El Gobierno de Aguirre, con más sintonía con las patronales que a los sindicatos, dejó que todas esas ayudas fueran sin control a la financiación de esas organizaciones. Y permitió que se usara la Cámara de Comercio para ello.

El método era similiar al que luego reproduciría Aneri. Las organizaciones empresariales pedían las subvenciones para hacer cursos, se lo daban a la Cámara para que los impartiera y esta luego les devolvía gran parte de ese dinero (a veces más del 50%) en forma de patrocinios a actividades como la feria de la tapa o la campaña de Navidad, sobre las que no había ningún tipo de control de gastos. Todo esto con el consentimiento de la Comunidad de Madrid, cuyos consejeros de Economía aprobaban todos esos convenios de colaboración entre la Cámara y las patronales.

Ese es el panorama que se encontró Aneri cuando llegó a Madrid procedente de Córdoba en 2007. Era solo un licenciado en Derecho con unos kilos de más y poca experiencia. Sus amigos de entonces le describen como un currante, siempre de allá para acá, bastante ambicioso. En líneas generales, un tipo normal, incluso en ocasiones apocado, muy fiel a su novia Celia con la que finalmente se casó y tuvo dos hijos. Era hijo de padres divorciados. Con su padre, un funcionario de la Seguridad Social, se había presentado a las elecciones municipales de 2003 en el pueblo cordobés de Fernán Núñez. Su padre obtuvo la concejalía y llegó a ser teniente de alcalde en la legislatura de 1999-2003; él se quedó fuera.

Su padre y él se presentaron por el PP a las municipales de 1999 en su pueblo. Su padre llegó a ser teniente alcalde; él se quedó fuera

Aneri empezó a meterse en el mundo de la formación. Organizó algunos de cortar jamón. En una de esas conoció a Alfonso Tezanos y dio el salto a Madrid. Tezanos era un empresario con perfil más político, conseguidor de votos para los empresarios que manejaban el cotarro en la patronal CEIM y en la Cámara de Comercio, entre ellos Gerardo Díaz Ferrán y Arturo Fernández. Su empresa principal se llamaba Fedecam y básicamente era una fábrica de hacer asociaciones con las que conseguir subvenciones para formación. Algunos de los cursos también llevaban alumnos clavo, es decir, alumnos que no hacían los cursos. Aneri se dio cuenta de su potencial. "Era capaz de presentar todos los papeles en un tiempo récord y conseguir la máxima puntuación para obtener las ayudas", dice un exempleado de Fedecam.

En unos años se dio cuenta de que no tenía competidor que le igualara y decidió montar su propia empresa: Sinergia Empresarial. Contrató a un montón de chicas jóvenes por unos 800 euros para que le hicieran el trabajo de meter los alumnos y buscar los temarios y empezó a explotar su particular gallina de los huevos de oro. Pedía las subvenciones en nombre de las organizaciones empresariales, conseguía las ayudas, no hacía los cursos y repartía luego el dinero como había pactado con los responsables de algunas de ellas. Quince de ellos han sido imputados recientemente, aunque existen indicios claros de que algunos fueron simplemente negligentes y no se enteraron de cómo Aneri les estaba estafando.

Es en esa época, en torno a 2012, cuando Aneri empezó a llevar una vida de desenfreno, drogas y prostitución. Gastaba mucho en restaurantes caros aunque a veces ni si quiera comía. Durante algunos días su alimentación consistía en Red Bull, gominolas; y mucha droga. En el verano de 2012, los técnicos de la Consejería se dieron cuenta de que algo raro pasaba con todos esos cursos y empezaron a llamar a los alumnos. Los nombres y los DNI eran reales, pero sus propietarios no habían hecho los cursos. La Comunidad de Madrid trató entonces de contener el escándalo pero ya era tarde. Casi al mismo tiempo, los agentes de la Brigada de la Seguridad Social de la UDEF comenzaron a investigar los planes de formación nacionales que había gestionado Aneri. En febrero, le detuvieron. En total, 15 millones de euros entre ayudas regionales y nacionales repartidos en una complicada red de empresas. Un mes más tarde caían otras personas ligadas de alguna manera a Aneri, entre ellos Tezanos, presidente de Fedecam y de Cecoma y miembro de CEIM y de la Cámara.

Aneri no ha querido participar en este reportaje. Sus allegados dicen que está rehabilitado. Él echa toda la culpa de sus males a la droga y reparte la responsabilidad entre las empresas a las que les gestionaba las subvenciones. Quita toda responsabilidad a la Comunidad de Madrid. Sin embargo, los investigadores del caso y el fiscal anticorrupción no han dado sus declaraciones por concluyentes y han pedido tener localizados a todos los cargos de la Consejería de Empleo que tuvieron algo que ver con el caso. A comienzos de 2016, cuando comience la comisión de investigación en la Asamblea que tratará el asunto, su nombre volverá a sonar otra vez. El caso de los cursos de formación en Madrid no ha hecho más que empezar.

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