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el consejo suscribirá su parte proporcional

Los Botín acuden a medias a la ampliación de capital del Santander para comprar Popular

La familia tiene previsto desembolsar 36 millones de euros para mantener su participación del 0,5%, pero la Fundación se ha quedado con la caja vacía para sostener su 0,6%

Banco Santander busca ampliación para comprar el Popular. (Imagen: Enrique Villarino)

La familia Botín ha guardado un silencio sepulcral sobre si acudirá o no a la ampliación de capital de 7.072 millones de euros lanzada por Banco Santander para financiar la compra de Banco Popular. Fuentes próximas a la familia apuntan a que tanto la presidenta, Ana Botín, como el resto de sus hermanos tienen intención de suscribir la parte proporcional que les corresponde por su participación del 0,5% en el capital del grupo, lo que supone realizar un desembolso aproximado de 36 millones de euros. Un dinero que, sin embargo, le va a costar depositarlo a la Fundación Botín, dirigida por Javier Botín y participada por los restantes cuatro hermanos herederos y por Jaime Botín, máximo accionista de Bankinter.

Fuentes oficiales del que ya es el primer banco de España han declinado hacer ningún comentario sobre esta información, como también ha rehusado la Fundación Botín dar detalles sobre qué hará con el 0,6% que controla del banco. En total, entre unos y otros, algo más del 1% del accionariado, valorado en cerca de 930 millones de euros a los precios actuales de mercado.

Para mantener esta participación y no verse diluidos de nuevo —la familia llegó a tener cerca del 3% antes del 'crash' financiero de 2008—, los Botín deberán desembolsar unos 36 millones de euros, de los que 8,9 millones corresponderán a Ana Botín por su paquete de 18,4 millones de títulos, el 0,125% del capital. La presidenta aportará estos casi nueve millones y el resto de la familia, que tiene sindicadas los restantes 55,21 millones de acciones, también suscribirá su parte.

Los miembros del consejo de administración de Banco Santander han indicado en su conjunto su intención de ejercitar los derechos de suscripción preferente de que puedan ser titulares, una declaración que, no obstante, “no es vinculante”, pero que pone de manifiesto cuáles son sus pretensiones. Una inversión con la que quieren expresar su compromiso con el resto de los accionistas y la confianza en los beneficios de la adquisición del Popular. Pero también sirve de aval para justificar los dos puestos del consejo de administración que ocupan, el ejecutivo de Ana Botín y el dominical en manos de Javier Botín.

El hijo menor de Emilio Botín es también el presidente de la Fundación Botín. Desde la muerte del banquero en 2014, y por primera vez en la historia, la presidencia del banco —Ana Botín— no coincide con la de la organización sin ánimo de lucro, decisión que fuentes del sector han interpretado como un alejamiento entre los dos hermanos. Prueba de ello es que no se les ha visto juntos en una fotografía desde el fallecimiento del padre, ni siquiera en la reciente inauguración del Centro Botín en la ciudad de Santander, acto al que acudieron los Reyes de España.

La relación entre la primera ejecutiva del banco y su hermano y presidente de la Fundación es fría. Ni posaron juntos en la inauguración del Centro Botín

Tampoco lo hizo Juan Miguel Villar Mir, consejero de Banco Santander y otrora alma máter de OHL, la constructora que ha realizado la obra y que ahora reclama un sobrecoste de unos 25 millones de euros a la Fundación. La obra, que llegó a estar parada por las desavenencias financieras entre las partes, tenía un presupuesto inicial próximo a los 70 millones de euros, pero la factura final se va a ir a cerca de 100 millones.

La Fundación y el dividendo

La Fundación está sufriendo indirectamente una de las principales decisiones que tomó Ana Botín cuando fue nombrada presidenta: el recorte del dividendo en un 66%, desde los 0,60 hasta los 0,20 euros, que anunció en enero de 2015. Este ajuste de la retribución a los accionistas ha tenido su repercusión en la organización benéfica y cultural, ya que ha mermado una de sus principales fuentes de financiación.

Por tanto, o se endeuda o no podrá acudir a la ampliación de capital, suscripción que le obliga a un esfuerzo de unos 45 millones de euros. Le queda la opción de vender sus derechos y destinarlos a comprar acciones, lo que se denomina una ampliación blanca, de tal manera que disminuya lo máximo posible la dilución que sufrirá por no poder cubrir toda su participación. Fuentes de la Fundación han declinado hacer ningún comentario sobre esta información.

O se endeuda o no podrá acudir a la ampliación de capital, suscripción que le obliga a un esfuerzo de unos 45 millones de euros

Al margen de la familia y los grandes fondos, el mexicano Carlos Fernández es el accionista individual con un mayor volumen de títulos. Dispone de 16,8 millones de acciones, el 0,1% del Santander, en cuyo consejo está desde 2015. Su intención es también la de acudir a la ampliación, la tercera de grandes proporciones que acomete la entidad desde el estallido de la crisis en 2008. Estos últimos nueve años ha multiplicado por 2,5 veces el número de acciones en circulación.

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