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la salida de dinero alcanzó 15.000 millones

El Popular agotó la liquidez de emergencia del BCE en dos días por la fuga de depósitos

La resolución del Popular se desató cuando solo quedaban telarañas en su caja, tras agotar la liquidez de emergencia del BCE para hacer frente a la fuga de depósitos

Una clienta retira efectivo de una oficina del Banco Popular en Barcelona. (Reuters)

"La solvencia es un cáncer, pero la liquidez es un infarto", decía Jorge Gos, ex consejero delegado de Banco Pastor (absorbido por Banco Popular). Y ese es el infarto que ha matado al Popular. La entidad tuvo que pedir líneas de liquidez de emergencia del BCE (ELA) para hacer frente a la fuga masiva de depósitos... y las agotó en dos días, porque se quedó sin activos que ofrecer como garantía (colateral), según fuentes del Ministerio de Economía. Esta huida, que se aceleró con el derrumbe bursátil del banco y las advertencias del supervisor de que podría ir a resolución, llegó a alcanzar los 15.000 millones en lo que va de año.

La banca vive de la liquidez ajena (los depósitos y las emisiones de deuda), que es la que utiliza para prestar, ya que sus niveles de capital apenas llegan al 10% de su balance. Por eso, si se produce una retirada masiva de depósitos —'run on the bank', en inglés—, la entidad se queda sin liquidez y no puede operar. En el caso del Popular, a primera hora de la tarde del martes la entidad había agotado todos los instrumentos ordinarios y extraordinarios de liquidez del BCE. En esta situación límite, a las 15:00 se puso en marcha el proceso de resolución. Las citadas fuentes señalan que, si no se hubiera optado por esto, las oficinas del Banco Popular no habrían abierto el miércoles porque no habrían tenido dinero para sus clientes ni para sus acreedores.

El BCE ofrece diferentes líneas de liquidez a las entidades de la zona euro a cambio de un colateral, que normalmente son bonos que los bancos tienen en balance. Para las líneas ordinarias, ese colateral debe ser "de calidad", es decir, debe tener un 'rating' mínimo; algo que se explica porque el banco central no quiere asumir el riesgo de un impago de los emisores de esos bonos. Ahora bien, para casos de bancos en dificultades que ya no tienen activos buenos que llevar a la ventanilla de descuento, tiene una línea especial llamada ELA (Emergency Liquidity Assistance) en la que admite cualquier activo como garantía, aunque sea de "mala calidad". Es su última oportunidad para sobrevivir.

Y en el caso del Popular, no solo es que tuviera que acudir a este clavo ardiendo, es que se lo gastó solo en dos días y se quedó sin activos que ofrecer (ni siquiera de la peor calidad) por culpa de la aceleración de la fuga de clientes cuando la entidad entró en barrena. Según diferentes fuentes, la salida de depósitos acumulada entre enero y mayo se sitúa entre 13.500 y 15.000 millones, una cifra que supera en más del 20% la cantidad con la que contaba a finales de 2016 (82.840 millones).

Saracho había negado la fuga de depósitos

La mayoría de este dinero salió del pasivo del banco entre abril y mayo y se aceleró a partir del 2 de junio, después de que el pasado miércoles Elke Koenig, la presidenta del Mecanismo Europeo de Resolución (MUR), advirtiese en Reuters de que la entidad española estaba siendo monitorizada por si no encontraba un comprador, lo que marcó el inicio de su derrumbe bursátil. El BCE reveló esta cifra a Santander y BBVA el martes por la tarde, cuando la Junta Única de Resolución (JUR) intervino la institución y pidió ofertas en menos de 24 horas ante el riesgo inminente de quiebra.

Hasta ese momento, el Popular había negado que la entidad hubiera sufrido una salida masiva de depósitos que pusiera en riesgo su capacidad para reembolsar el dinero en el caso de que los clientes pidieran la devolución de sus ahorros, a pesar de las agresivas ofertas del banco para retenerlos. Emilio Saracho, ya expresidente del grupo financiero, rechazó dar esta información a los potenciales compradores cuando inició el proceso formal de subasta, cuyo fracaso —que es lo que provocó la intervención del banco y su posterior venta— se explica en parte por la falta de información ofrecida a los posibles interesados.

Las bajadas de 'rating', la puntilla

El banco explicó en la presentación de los resultados del primer trimestre que en ese periodo solo había sufrido la fuga de 800 millones, y no los 4.000 que aparecían en su balance (78.884 millones) respecto a diciembre de 2016. El argumento es que los restantes 3.200 millones se correspondían a repos, depósitos en cámaras de compensación y de inversores mayoristas que retiraron su dinero al no poder tenerlo en entidades sin un mínimo nivel de solvencia. Otras fuentes indicaron que entre el 31 de marzo y el 29 de mayo, se habían evaporado 4.000 millones más.

La primera alerta sobre los problemas de liquidez del banco llegó cuando el Banco de España pidió a las demás entidades que no le cerraran sus líneas interbancarias. La última información ofrecida por Popular sobre la Liquidity Coverage Ratio, que mide los activos líquidos de alta calidad respecto a los flujos de salida de efectivo netos durante 30 días, la situaba en el 146%, por encima del 80% del requerimiento regulatorio. Además, las continuas bajadas de 'rating' agravaron esta crisis de liquidez: a medida que hundían cada vez más la calificación crediticia del Popular en bono basura, los clientes corporativos se vieron obligados a colocar sus ahorros o posiciones en otras entidades más seguras.

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